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domingo, 1 de agosto de 2010

Historia del Trío Matamoros (I)

Por Walter G. Magaña*
Miguel Matamoros nació el 8 de mayo de 1894, en la calle San Germán número 48, entre las calles Gallo y Mataderos, barrio de Los Hoyos, en Santiago de Cuba, cuando aún Cuba pertenecía a España. Creció bajo el amparo de su madre Nieves Matamoros Chacón, una humilde lavandera, ante el abandono de su padre, un marinero llamado Marcelino Verdecia.
Apenas logró terminar estudios de primaria, pero era poseedor de una cultura sorprendente que había adquirido a través de conversaciones con muchas personas mayores. En su infancia cuando ofició de sacristán, ingeniosamente le buscaba la rima a las prédicas del sacerdote celebrante. Su inclinación por la música comenzó a la edad de siete años.
A los ocho años se entusiasmó por el aprendizaje de la guitarra, utilizaba una que en su casa habían adquirido para su hermano Ignacio, y desde entonces se convirtió en su fiel compañera. Las primeras lecciones del instrumento se las impartió Ramón Navarro Pérez. A los 15 años ejecutaba la guitarra bastante bien, tanto que era solicitado por los más populares trovadores y cantantes, para que los acompañara en sus acostumbradas serenatas en Santiago de Cuba. Por esta época, lo bautizaron como: “El alma de la guitarra popular” y “Rey de los pasacalles”. Formó su primer dúo con un amigo de nombre Trino Martinelli que hacía la segunda voz y también tocaba la guitarra.
Antes de su consagración como artista, Miguel Matamoros desempeñó diversos oficios. Además de músico, fue reparador de líneas telegráficas y telefónicas; trabajó en la extracción de mineral de cobre en la mina conocida como Pozo Harry; fue mensajero, pintor de casas, carpintero, aserrador, agricultor, chofer particular y obrero en la fábrica de ron Bacardí. Aprendió mecánica automotriz, laboró en un taller de mosaicos y en un aserradero.
En 1912 hizo su primera presentación pública en el Teatro Heredia de Santiago de Cuba. En 1922, en busca de mejores oportunidades económicas se trasladó a La Habana, donde además de producirse su primera actuación, participa en diferentes actividades bohemias como tertulias, serenatas y presentaciones en teatros, entre otras. En la capital del país inició su desarrollo artístico.
De acuerdo al catedrático y musicólogo colombiano Rafael Bassi Labarrera, en 1923, Miguel Matamoros grabó por primera vez una de sus composiciones más conocidas: “Son de la Loma”, y que sería grabada por tres sellos discográficos, en tres formatos diferentes: “Mamá, son de la Loma” con el sello Columbia, con el Dúo Pablito y Luna, el 9 de Julio de 1923. “Al son de la Loma” , con la RCA Víctor, con el Cuarteto Cruz, el 3 de septiembre de 1923. Y “Al son de la Loma”, con la Brunswick, con el Trío Villalón, el 26 de septiembre de 1923.
En l924, Miguel Matamoros llegó por segunda vez a La Habana, para presentarse en los teatros Albisu y Actualidades, en esta ocasión como director del Trío Oriental, el cual estaba integrado por él en la voz prima y guitarra prima, Alfonso Del Río en la guitarra acompañante y Rafael Cueto en la segunda voz y claves .
Una de las principales características de Miguel Matamoros fue su talento intuitivo para dominar la música tradicional cubana y la capacidad de recorrer e investigar las canciones e historias cantadas en la región oriental de la Isla. Curiosamente, Matamoros, se encontraba buscando un nuevo guitarrista para estrenar sus nuevas creaciones, cuando en la fiesta por su cumpleaños número treinta y uno su amigo y colega, Rafael Cueto le presentó a Siro Rodríguez. Durante la celebración cantaron juntos los tres, acoplando por primera vez sus voces y guitarras. Así relató el histórico encuentro el propio Miguel Matamoros:
El 8 de mayo de 1925, Rafaelito Cueto llevó a mi casa a un amigo de él, que trabajaba en la herrería de Melesio Rizo, y me presentó a Siro: ¡ese fue el día que cantamos juntos los tres por primera vez!, allí en mi casa, en la fiesta de mi cumpleaños”.
En 1926, Matamoros viajó a La Habana con el propósito de gestionar algunas grabaciones con su Trío y tratar de acceder a la radio, que se había inaugurado en Cuba el 10 de octubre de 1922 emitiendo por la PWX (fue la primera en América Latina y la cuarta en el mundo). Por esa época, el guitarrista y compositor Eusebio Delfín, quien había sido gratamente impresionado por el estilo de tocar la guitarra de Miguel, realiza las gestiones para presentarlo y que sea escuchado por la Viuda de Humara, representante de la RCA Víctor en Cuba.
La ejecución realizada por Matamoros resultó muy positiva y fue felicitado tanto por la Viuda de Humara como por el señor Juan Castro, alto empleado de la RCA Víctor que se encargaba de descubrir los “talentos locales”. Pero la grabación se dejó pendiente para una mejor oportunidad. En 1927, Miguel regresó de nuevo a Santiago de Cuba para trabajar como chofer particular y, a la vez, realizar presentaciones con el Trío.
Transcurría 1928, y en Santiago de Cuba se encontraban de visita el señor Juan Castro en compañía de Mr. Terry, en ese momento gerente de la RCA Víctor y quien periódicamente viajaba de los Estados Unidos a Cuba, para hacer la selección final y firmar los contratos de grabación de los artistas locales.
Enterado de esta visita, Miguel Matamoros se entrevistó con ellos y logró invitarlos a su casa para hacerles una demostración con su Trío, la cual le gustó a Mr. Terry. No obstante, Matamoros los invitó a que los vieran actuar en el Teatro Aguilera, donde se estaban presentando. Fueron tantos los aplausos recibidos y las peticiones hechas por el público asistente, que el gerente de la Víctor les prometió un contrato para grabar discos. Promesa que se hizo efectiva 21 días después por intermedio de La Dichosa, la casa distribuidora de los discos de la Víctor en Santiago de Cuba.
El Trío tuvo la oportunidad de escoger el lugar donde harían las grabaciones de sus primeros discos, ya que en aquel entonces la RCA Víctor sólo tenía dos estudios de grabación, uno en Buenos Aires y otro en Nueva York. Optaron por esta última ciudad, porque los boletos en barco para Buenos Aires resultaban mucho más caros.
*Walter G. Magaña es profesor de la Universidad de San Buenaventura, en Cali, Colombia, y fundador de Herencia Latina.

3 comentarios:

  1. Una cordial invitación para visitar el sitio web
    www.triosclasicos.com en donde tenemos una sección dedicada al Trío Matamoros.
    Atentamente,
    Hugo R. Alamo
    Cd. de México

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  2. Señor Hugo R. Alamo, gracias por visitarnos y dejar un comentario. Le diré al administrador del blog, que es cubano y vive en México, que cuando pueda, añada un enlace a vuestra web. A propósito, el Trío Matamoros fue el mejor y más popular, pero en Cuba, además del Avileño, que ustedes mencionan, hubo otros tríos también famosos, como el Taicuba; el de las Hermanas Márquez (al morir una, las dos hermanas ahora cantan a dúo, ya son ancianas y viven en Nueva Jersey); el de La Rosa y, más recientemente, Tres de La Habana. En el mes de noviembre publicaremos un trabajo sobre Eusebio Delfín, autor de una canción que gusta en México: Y tu qué has hecho, más conocida por "En el tronco de un árbol". Saludos, Tania Quinero

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  3. Muchas gracias, Sra. Quintero, por su respuesta a mi comentario; agradezco también su intención de añadir en su blog un enlace a mi sitio.
    Uno de los objetivos de Tríos Clásicos es el de contribuir a la preservación de la música tradicional latinoamericana, y por ello me intesaría muchísimo poder incluir información acerca de los tríos que usted menciona.
    Tal vez pueda Ud. indicarme a quién puedo dirigirme para obtener alguna información biográfica, discográfica, tal vez alguna foto,
    y así elaborar en la sección Tríos de Cuba un apartado para hacer mención de estos artistas.
    Atentamente,
    Hugo R. Alamo.

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