Por Iván García
Norberto Serrano, 77 años, guitarra en mano, gasta a diario la suela de sus zapatos, caminando por todos los tenderetes, cafetines y restaurantes de la Habana colonial.
Hoy tampoco fue su día de suerte. Intenta ganar moneda dura cantando viejas canciones cubanas a los plácidos turistas de paso por las empedradas calles de la parte antigua de la ciudad.
Sentado al pie de la escalera, en la Catedral de La Habana, ve a una pareja de españoles con sombreros blancos y camisetas del Che Guevara que se aprestan almorzar en un restaurante, a cielo abierto que colinda con la iglesia. Hacia allí se dirige.
Sin que los ibéricos se lo pidan, rompe el concierto. Desde Rosa de Francia y Veinte años, de María Teresa Vera, hasta el gastado Chan Chan del mítico Compay Segundo.
La pareja lo escucha de mala gana y le da a la carrera unas monedas. “Tío, estamos para otra onda”, y le piden que se marche.
El viejo Norberto vive de hacer "sopa" (cantar) mientras los turistas comen. Está de moda en cafés y restaurantes de toda la isla, que grupos musicales, contratados por firmas estatales, amenicen la velada cantando guarachas o canciones a pedido de los comensales.
También existe una legión extensa como Norberto Serrano, que por su cuenta interpretan canciones tradicionales a los forasteros. Músico desde hace 60 años, Serrano conoció al fabuloso Ibrahim Ferrer en sus años de limpiabotas y descargas musicales en los bares inmundos de la Habana Vieja.
“No se pagaba con dinero. Al terminar la canción, un borracho amable nos pagaba un doble de ron. Cuanto trabajo pasamos todos, Compay Segundo, Ibrahim, Pío Leyva, Cotán y el Albino, glorias de la música cubana que estábamos en el olvido”, cuenta el viejo músico en una tarde plomiza y de poco trabajo.
Aún en su memoria tiene grabada una mañana del año 2000, cuando Ibrahim Ferrer se apareció en su casa manejando un auto de estreno y le dijo "Norberto, hoy tu y yo vamos a ser los reyes de La Habana. Cenamos como príncipes y tomamos a lo grande. Ibrahim me contó la historia de Win Wender y el Buena Vista Social Club. Me dijo que le había hecho un altar al alemán, con tabaco y todo”, narra el músico, a quien le apasiona contar historias.
“Ibrahim Ferrer me dejó 120 dólares y me consiguió un trabajito, cantando guarachas en un centro nocturno. Que Dios lo tenga en la gloria", se persigna y agrega: "A decir verdad, la vida de los músicos cubanos siempre fue difícil, ahora y antes de Fidel Castro. Por cada uno que triunfa, cientos vagamos en la miseria”.
Empieza a caer un aguacero de espanto. El viejo músico se guarece en un café atestado de turistas. Se acerca a una mesa y empieza a cantar con su voz gastada, pero afinada y rítmica, un bolero de Olga Guillot. Los suecos le dicen que se marche.
En otra mesa le piden una canción de Nat King Cole. En un inglés chamuscado entona Unforgetable. Le dan un peso cubano convertible. Unos cubanoamericanos, lo llaman para que cante boleros de Blanca Rosa Gil y Ñico Membiela, pero justo en ese momento el gerente del lugar lo despide: “Viejo, no te quiero aquí, que tú no tienes papeles, cabrón”.
Norberto Serrano se va con su música a otra parte. Tras 9 horas desandando la parte antigua de La Habana, llega a su habitación en una cuartería en el barrio negro y marginal de Belén, con 4 pesos cubanos convertibles.
“Al menos mañana podre comprar un litro de aceite”, señala optimista. Pero no lo está. Uno de sus hijos se encuentra en prisión por muchos años. Y la hembra, en quien él y su esposa tenían depositada sus esperanzas, se marchó a Roma con un italiano y hace tiempo no saben de ella.
Cansado, lanza su guayabera empercudida a un cesto de ropa sucia y se tira en la cama junto a su señora, a ver un culebrón brasileño. A los pocos minutos empieza a roncar. “Mañana, si Dios quiere, puede que la suerte sea otra”, dice su esposa, mientras le coloca unos fomentos de agua fría en los pies. Hoy no la hubo.
Foto: alOndrita, Flickr
Muy doloroso, qué pena que me da con los viejos y con los niños. Y si para colmo esos viejos son artistas...
ResponderEliminarExcelente narración, que buena forma de describir este ángulo de la realidad cubana y su música, la música de verdad.
ResponderEliminarEso son los logros de la revolucion.
ResponderEliminarMedio siglo de retroceso para caer como otra islita tropical, reconocida por el sol, la playa y las maracas.