Estimado compatriota Daniel:
Me permito hacer algunos apuntes a tu emotiva "reflexión" (). Lo primero que llamó mi atención es que eligieras ese término para definir lo que querías expresar, ¿pura coincidencia o influencia inconsciente del periódico Granma?
Que no seas una figura pública, no significa “que no seas nadie”. Tú y yo hemos conocido a muchas figuras públicas en las más diversas temáticas, que ahora son “menos que nadie”. De hecho, desde que publicaste tu reflexión, ya eres alguien con trascendencia internacional... aunque lamentablemente, sólo tu ego lo disfrute.
En tu juventud formaste parte de un estudiantado elitista, pues te graduaste de una carrera que no conlleva una convocatoria masiva. Según los estatutos del Partido Comunista, los que pertenecen a sus filas son una clase de vanguardia, los mejores hijos de Cuba. Ser miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución, es el resultado de la labor destacada que como internacionalista cumpliste en Etiopía, pero además, ¡trabajas en un hotel para el turismo internacional! O sea, que tienes todos los requisitos necesarios para mostrar el brillante currículum que te categoriza como un revolucionario ejemplar y un ciudadano con prebendas. No seas tan modesto: en Cuba tú eres alguien excepcional.
Matanzas fue la provincia que mayor número de centrales azucareros tuvo en su época, y hoy, perdida su tradición agrícola, es la segunda región cubana que más capital aporta a la economía del país por el concepto turístico. ¿Que podrían decir los procedentes de las otras provincias cubanas que, exceptuando a Ciudad de La Habana no tienen ese beneficio? Creo que la reflexión de ellos sería mucho más profunda que la tuya.
La información nacional e internacional que posee la inmensa mayoría de los cubanos proviene del radio, la televisión y la prensa nacionales, y estos pasan la más estricta censura, por lo que el pueblo a estas alturas, es experto en desinformación de la realidad mundial. Tú eres un privilegiado dentro de ese pueblo, tan solo por la simpleza de poder acceder a los medios de comunicación internacionales libre y gratuitamente, los que según planteas, te llevaron a reflexionar. Deduzco que el resto de los cubanos sin esos accesos no está en condiciones de hacer lo mismo, y te pregunto: ¿Si estuvieran en tu posición, reflexionarían o reaccionarían?
Si a ti te confunde la muerte de Zapata, a mí me sorprende tu confusión.
Según Wikipedia: El fanatismo es una pasión exacerbada, desmedida y tenaz, particularmente hacia una causa religiosa, política, deportiva, pasatiempo o hobby.
Consta de una apasionada e incondicional adhesión a una causa, un entusiasmo desmedido y monomanía persistente hacia determinados temas, de modo obstinado, algunas veces indiscriminado y violento.
El fanatismo puede referirse a cualquier creencia afín a una persona o grupo. En casos extremos en los cuales el fanatismo supera la racionalidad, puede llegar a extremos peligrosos, como matar a seres humanos o encarcelarlos, y puede incluir como síntoma el deseo incondicional de imponer una creencia, considerada buena para el fanático o para un grupo de los mismos.
Con el concepto de fanatismo claro, creo que quedan respondidas muchas de tus preguntas al respecto, pero a mí me surge otra: Si tú fuiste a una guerra, es un hecho que mataste seres humanos, entonces, eres un fanático, lo cual me demuestra que ese caldo de cultivo que te preocupa existe con muchos sabores desde hace años en el país, e incluso, tú fuiste uno de los que lo sazonó ¿o no?
No estoy de acuerdo con las huelgas de hambre. En realidad, no me identifico con ninguna manifestación de violencia, pero como “cada persona es un mundo”, sería posible que después de tantos años de represiones a los más simples instintos humanos, que en Cuba se le permita a alguien el derecho de morir como desee y por lo que desee, sea un logro (aunque no deje de ser fanatismo). Tal vez si Zapata hubiera tenido esa misma alternativa con su vida, estuviera vivo y nunca lo hubieran encarcelado. A los revolucionarios los consideran cobardes cuando atentan contra su vida, pero como Zapata no lo era, ¿cómo lo consideran, valiente?
Es evidente que no estás bien informado, pues desde 1966, ya suman once los cubanos que han muerto en huelgas de hambre por ideales políticos, y parece que lamentablemente, la cifra aumentará.
A ti te preocupa un suicidio reciente en Cuba y recuerdas a los fallecidos injustamente en Irlanda hace como 30 años. A mí me angustia pensar en los miles de cubanos que han muerto en el mar por no coincidir con la política revolucionaria. Y los miles que, por coincidir con la política revolucionaria, murieron en guerras ajenas e infructuosas. Me molesta ser uno de los millones que estamos dispersos en el planeta, aunque disfrutemos la “exclusividad mundial” de tener que “pedir permiso” para entrar a nuestro país.
Hay muchas contradicciones en tu carta, con los conceptos, los puntos de vistas, opiniones… Son las incoherencias acumuladas dentro de ti y como dice la canción: “se agolpan unas a otras, y por eso, no te matan”. Un ejemplo: (copio y pego) “A mí la revolución no me educó para convertirme en una persona insensible, ni en una máquina de repetir consignas (aunque lo han intentado).” ¿To be or not to be?
Otro: “Cuestionar la versión oficial de quién era Orlando Zapata no significa que comparta sus ideales (que desafortunadamente ni siquiera conozco).” Bueno… si no conoces los ideales de Zapata, ¿cómo niegas que los compartas? A lo mejor si los conocieras, sí los compartirías…
Otro más: “Soy consciente de que el mero hecho de plantearme esto me coloca en el bando del enemigo. Pero yo no soy el enemigo.” Error: Pienso que desde el momento en que permitiste que tu carta se hiciera pública en Internet, si yo fuera tú no estaría tan seguro. ¿Se te olvidó la Ley de peligrosidad?
Con tantas cosas que tú te cuestionas, yo me cuestiono tu militancia comunista, me cuestiono que tengas 44 años, hayas ido a una guerra, y no hayas repetido consignas. Es más, me cuestiono que vivas actualmente en Cuba.
Perteneces a mi generación, frustrada, decepcionada, perdida y llena de incomprensiones ante el absurdo: desde tener problemas por escuchar a los cantantes que colocaron en la lista negra y posteriormente, por tener un dólar encima. No poder hablar inglés porque era el idioma del enemigo. Tener que andar pelado a lo militar cuando se usaba la melena. No poder dialogar con un extranjero, porque todos eran de la CIA. Eliminar las relaciones con los familiares que salían definitivamente de Cuba, etc. De igual forma, en la casa no podíamos, como militantes comunistas, permitir que nuestras madres y abuelas exhibieran las efigies religiosas de los santos a los que ofrecían su culto, o el clásico cuadro del Sagrado Corazón de Jesús. La lista podría ser interminable.
Todo esto, estimado Daniel, fue el origen de la doble moral, esa que nos sembraron día a día, y de cuyos frutos nos alimentaron. ¿En qué refugio del país estuviste escondido que no lograste ver esas incomprensiones hasta ahora?
Con el tiempo, los principios revolucionarios que prevalecieron en mi juventud cambiaron: ¿para bien o para mal? Todavía me pregunto.
Plantaron una estatua de John Lennon de bronce a tamaño natural en uno de los parques más céntricos de La Habana. José Feliciano grabó una canción de Silvio Rodríguez a dúo con él y se difundió en la radio cubana como un gran éxito. Pasaron hasta el cansancio en los cines la película La Vida sigue Igual de Julio Iglesias y además, me dijeron que mantuviera relaciones con mis familiares en el exterior porque la familia cubana es una sola. Realmente, llegó un momento en el que perdí la definición de los conceptos “bueno” y “malo” y había una gran confusión en mi cabeza, al punto de que no dejaba a mi hija retratarse con la estatua de John, y ella no entendía por qué.
Yo soy un producto de la Revolución y por tanto, me siento como un robot burdamente elaborado que tuvo la suerte de escapar del laboratorio.
Los cubanos radicados en el exterior con empresas sólidas, tienen prohibido introducirse en el mercado cubano, mientras se le da ese derecho a los extranjeros y casi siempre con fatales consecuencias. Cuba me enseñó a cambiar su moneda por la del enemigo para adquirir hasta un desodorante. Es cierto que existe el bloqueo, pero con los años ha evolucionado en un bloqueo genético que afecta la mente de los cubanos.
España no pone restricciones políticas, raciales ni religiosas para otorgarte la ciudadanía, pero Cuba, un país libre y sin discriminación, te acondiciona la ciudadanía a un partido político. ¿Acaso no se puede ser comunista y español? Pero ese tipo de restricciones no es nuevo.
Si en Cuba las mujeres tienen tantos derechos, ¿por qué la mujer cubana no puede participar en un concurso de belleza mientras Venezuela colecciona Miss Universos? ¿Es que las cubanas son las más feas del mundo?
El sistema de gobierno perfecto no existe Daniel, y eso todos lo saben, por eso es que lo cambian cada cuatro años, máximo ocho. Nada que tenga 50 años mantiene la misma calidad, es imposible. Tal vez eso responda un poco algunas de tus preguntas. Tal vez cuando se le omita la “R” a Revolución, como propusiera recientemente Silvio, encontrarás “dónde quejarte, lamentarte y exigir”, pero eso no soluciona el problema. Decirle al médico tu dolor, no garantiza que te lo cure.
Estas son algunas impresiones de un cubano que tiene más de siete años y sin embargo, desayuna con leche todos los días y la compra en la bodega de la esquina con el dinero que gana por su trabajo. Eso puede parecer estúpido para el mundo, pero para mí, marca la diferencia.
Yo no salí de Cuba por problemas políticos. Yo simplemente, “me di el alta.” Es mi mayor deseo que tú y los cubanos que piensan como tú no acaben sus vidas congelados por el “frío invierno del Caribe”, pero sobre todo, eviten que se les congelen las neuronas.
Alguien dijo: “Solo los débiles se dejan arrastrar por la corriente sin conocer el final del curso.”
Deja de mirarte el ombligo, y bien sabes que con la autocrítica no se resuelve NADA. Sin dudas, tú eres valiente e inteligente. Hombres como tú han cambiado la historia, y los conoces. Tú puedes hacer más que ir a luchar por africanos desconocidos, una huelga de hambre, o buscar respuestas desesperadamente con una linda carta. ¿Qué esperas?
Amistosamente,
Damián Pereira
Madrid
Foto: Carlos Viñas, Flickr. Vitral en la Iglesia de los Sagrados Corazones. Paseo de La Habana, Madrid.
Muy bueno este post.
ResponderEliminar