Los americanos, como mundialmente son conocidos los ciudadanos estadounidenses, suelen ser personas distintas al resto de las nacidas en otros países y continentes. Y no sólo la gente común y corriente, también sus gobernantes.
En los 50, siendo una niña, estudié inglés en una de las tantas escuelas públicas gratuitas que había en La Habana. En esos años, Cuba y Estados Unidos tenían relaciones diplomáticas, comerciales y culturales, y como había vuelos diarios a la Florida y Nueva York, muchos cubanos viajaban al vecino del Norte, bien de luna miel, de turistas o para hacer compras. Es lo que a cada rato hacían Ofelia, Clara y Silvia, hijas de nuestra vecina Eloísa, cuando vivíamos en la barriada del Cerro.
Solas o con sus maridos, se iban un fin de semana a Miami y regresaban cargadas de compras, para su extensa familia y también para vender entre sus amistades. Un vuelo a Miami duraba menos que a Isla de Pinos, costaba igual de barato y, sobre todo, se pagaba en pesos, moneda que entonces tenía el mismo valor del dólar.
En esas clases de inglés, a las cuales asistían alumnos de familias pobres, como la mía, no sólo te enseñaban el idioma, si no también historia, geografía y costumbres de los americanos. Además, los cubanos veíamos por igual películas americanas y mexicanas, escuchábamos música americana y cubana y con la misma pasión seguíamos a los equipos de béisbol nacional y a los de las Grandes Ligas.
Todo ello para concluir que desde que nací, en 1942, hasta que Fidel Castro llegó al poder, el 1 de enero de 1959, para mí, y para la inmensa mayoría de los cubanos, Estados Unidos no era un "enemigo imperialista", y a los americanos los veíamos como a los principales turistas que visitaban nuestra Isla y los que más propinas dejaban. Y también, como a inquilinos de una base naval, en la bahía de Guantánamo, oficialmente arrendada el 23 de febrero de 1903, tras la firma por parte de Tomás Estrada Palma, primer presidente de la República de Cuba, del Tratado Cubano-Estadounidense.
Una base, por cierto, donde todos los días, entraba y salía el personal civil cubano que allí laboraba, casi todos residentes en el municipio de Caimanera. Aunque algunos procedían de otras provincias, pero durante un tiempo se iban a vivir en Caimanera, para trabajar en la base. Como los americanos pagaban buenos salarios, con el dinero ahorrado podían mejorar sus vidas y las de sus familias.
Es verdad que algunos turistas y militares americanos no tuvieron el mejor comportamiento. Muy famosa fue la anécdota de los marines borrachos que orinaron sobre la estatua de José Martí, en el Parque Central. Una verdadera ofensa, ampliamente divulgada por la prensa de la época. Y no faltaban, como ahora hacen cientos de turistas europeos y canadienses, quienes iban a Cuba en busca de sexo, en los prostíbulos existentes en todas las provincias. En el mejor de los casos, a gastarse la plata jugando en casinos y emborracharse en bares de su preferencia, como el Sloppy Joe's.
Nunca, que yo recuerde, los cubanos le dijimos "gringos" a los americanos, tampoco "yanquis", palabra inventada por Fidel Castro. Para los cubanos de mi época, los yankees eran los jugadores y aficionados de uno de los clubes de Grandes Ligas que más seguidores siempre tuvieron en la Isla, los New York Yankees, y cuyas iniciales NY entrelazadas en gorras y camisetas, sigue siendo una de las marcas favoritas para la nueva generación de cubanos.
Pero cuando llegó el comandante y mandó a parar, y cuando con su revolución más verde que las palmas todo lo viró al revés, rompimos relaciones con Estados Unidos. En febrero de 1962 ellos decretaron un embargo comercial y durante 51 años hemos vivido una relación de amor-odio, con más odio que amor, pese a esporádicas lunas de miel. Si la situación no ha sido peor, ha sido por los vínculos familiares, personales, humanos, que después de la llegada al poder de los hijos ilustres de Birán, han permanecido casi inalterables entre los cubanos de una y otra orilla.
A partir de 1959 y hasta la fecha, ninguna administración en la Casa Blanca, incluida la de Obama, ha dado pie con bola con Fidel Castro, su gobierno y su revolución. Los tira-y-encoge han sido continuos. La cuestión es que desde hace tiempo, Cuba no sólo figura en Washington como violadora de los derechos humanos: también aparece en una lista negra del terrorismo, me imagino que por su amistad con Irán, Siria, Yemen...
Y ahora, cuando a los americanos se les volvió a meter el miedo en el cuerpo por ese intento de hacer explotar un artefacto en un vuelo Amsterdam-Detroit, el 25 de diciembre, nada más y nada menos, porque Cuba aparece en esa lista negra, los cubanos -quienes suelen ser fervientes admiradores del American Way of Life, les encanta la bandera de las barras y las estrellas y de memoria se saben The Star-Spangled Banner- cuando viajen a USA, van a tener que pasar una minuciosa revisión corporal y en su equipaje, como si fueran discípulos de Bin Laden.
Una verdadera paranoia. O locura. Como aquel caso, después del 11-S, de un cubano a quien le tenían trabada la visa en La Habana porque su apellido era de origen árabe. Así y todo, con sus cosas, sus manías, sus crisis y sus problemas, para los cubanos El Dorado sigue estando a 90 millas de sus costas. Y como fans fieles, también dicen God Bless America!
Tania Quintero
Foto: Hank Walker, revista Life. Febrero de 1960. Empleados cubanos aguardan para cobrar su salario en la Base Naval de Guantánamo.
Hola, Tania:
ResponderEliminarA veces no sólo "a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor". Tal es el caso de nosotros los cubanos con el Castrato y la República. Y me atrevería a asegurar que hasta con la Colonia. Sobre todo a partir de las concesiones asociadas al Pacto del Zanjón y la posterior abolición de la esclavitud.
Verbigracia: a fines del siglo antepasado, Juan Gualberto Gómez organizó en La Habana el primer boicot antisegregacionista al transporte público y lo ganó. Aun durante el apogeo del régimen de plantación "pardos y morenos" integraban aquella próspera clase artesanal descabezada durante la Conspiración de la Escalera. Amén de que los capitanes generales no eran cualquier cosa menos vitalicios...
Haces bien en recordarles de vez en cuando las bondades de la era republicana y el Batistato a tus lectores más jóvenes. ¿Sabes que, de niño en el barrio de Jesús María, un mediodía jugué al béisbol con manzanas de California acarameladas sacadas de los latones de la basura del Ten Cent sito en Monte y Suárez? El chiste consistía en que, con la canícula que estaba haciendo, se nos pegaban de tal manera a las manos que había que hacer malabares para devolver la bola. La cosa terminó cuando una fruta mal tirada impactó contra una de aquellas tendederas de muñequitos nuevos a la venta. El viejo cascarrabias del quiosco montó en cólera y tuvimos que emprender la fuga.
Otro vacilón fue la noche en que el dueño, al borde de la quiebra del bar de Corrales e Indio, a una cuadra de la famosa guarapera de Octavio en Ángeles, contrató a un par de malandros del barrio para provocar una bronca de hampanga (¿o ampanga?) con unos marines borrachos que luego, acusados por falsos testigos presenciales ante el agente del orden, tuvieron que pagar los estropicios al contado.
A propósito, está testimonialmente comprobado que el famoso incidente de los marines borrachos encaramados en la estatua del "Apóstol" en el Parque Central fue una puesta en escena montada adrede por un grupo de estudiantes universitarios.
Encabezados por Fidel Castro, que tenía ya al fotógrafo listo para el shooting, si la memoria no me falla. De todos modos, una patraña mediática basada en la figura tropológica de la parte por el todo. O sea, la bellaquería de dos marines ebrios debía bastar para condenar al gobierno de estados Unidos y demostrar el desprecio de los gringos a los criollos. A la vista de la credulidad general en los performances de la Academia Blogger, el Beato de la Chirusa y las Damas de Blanco, queda claro que medio siglo y pico después aún no hemos aprendido a descubrirles los trucos y desenmascararles los personajes de utilería a nuestro Mandrake el Mago. No en balde la campaña por la liberación de la seudobloguera andrógina Dania Virgen hace furor: ¡ya tiene idólatras, afiches y bitácoras de culto!
En cuanto a lo de que los presidentes americanos nunca han dado pie con bola, igual tienes toda la razón. Ahora bien, teniendo en cuenta el dato incontrovertible de que hasta la fecha los cubanos mismos tampoco nos hemos puesto jamás de acuerdo acerca de lo que deseamos para la Isla, ¿cómo esperar que ellos nos entiendan?
Ahora mismo, después de enredar la pita hasta el delirio con el blog Generación Y, todavía hoy defendido por los más y atacado por los menos, nos hemos burlado de Bush por premiar al Pájaro Tieso, más ahijado que "padrino" de una Santa de las Muletas que mereció el enorme honor de ser elegida como interlocutora epistolar del Mesías Negro. En fin, como dice el refrán: "Palos porque boga y palos porque no boga".
Un abrazo fuerte,
El Abicú
¡Redondo! Mi abuela los adoraba, y hablaba maravilla de ellos.
ResponderEliminarSí, sí, "una revolución tan verde como las palmas"; el problema fue que, de un día para el otro, le dejó caer líquido para madurar y terminó tan roja como una manzana. ¡Cara dura el Chacumbele!
ResponderEliminarTania, un canto a la memoria.
Gracias
QUERIDA TANIA,
ResponderEliminarTienes razón en casi todo lo que dices, pero hay que aclarar unos puntos que están confundidos.
1)-Los cubanos hemos sido atizados contra los americanos por el tirano y sus esbirros, por medio siglo, lo único que han conseguido es exactamente lo contrario, yo he ido a Cuba con amigos norteamericanos y desde los oficiales de inmigración, hasta los bartenders, jineteras y cuanto Dios conocieron, se les caía la baba en atenciones a los "Yanquis" en Baradero, en Coppelia, en el Palacio de la Salsa, etc., etc...
2)-Lo del incidente de los marines orinando en la base de la estatua de Martí, ha sido exagerado hasta el máximo, sobre todo después de que la chusma Castro y compañía cogió el poder, los muchachos americanos estaban borrachos y después que se les pasó la juma, estaban asombrados y asustados según los periódicos de la época, ya sabemos los que vivimos en este querido país del que también soy ciudadano, que para los norteamericanos, los símbolos patrios no tienen tanto significado, comparado con nosotros, ellos se hacen hasta un taparabo con la bandera, la usan de calsonsillos, gorras y hasta de papel sanitario y no es un "BIG DEAL",tenemos que reconocer que nosotros los cubanos exageramos todo y somos más patrioteros que nadie,no decimos a los hijos, te pego si te portas mal..., sino.., te mato!!!, somos lo mejor del mundo, somos trágicos y exagerados.
3)-Lo del embargo, también está exagerado al punto de llamarlo "BLOQUEO" para dar la impresión de que la Isla está rodeada por submarinos y fragatas de guerra norteamericanos sin dejar entrar o salir ni una lancha a comercial con el resto del mundo y este embargo, que ya casi ni existe, a no ser la proibición de los nacionales de viajar y gastar dinero allí o proibir que que los mismos hagan negocios con la dictadura, aunque USA sea hoy por hoy uno de los más grandes proevedores de alimentos y medicinas a Cuba, además ahora se puede mandar hasta computadoras y celulares...¡AH! y lo del embargo fue porque Castro expropió a norteamericanos propiedades por $6,000 millones y nunca retribuyó el dinero ni se excusó.Eso habría sido el final del embargo pero como a Castro le hace falta el roll de víctima ante el Mundo....
4)-Lo de formar parte de la lista de países terroristas, está muy bien fundamentado, Castro ha creado, alimentado y mantenido guerrillas comunistas en todos los continentes, con armamento, soldados, logística militar, entrenamiento, además en cada discurso desprestigia a Los Estados nidos de América y acusa a sus gobiernos de cuanto pasa en el mundo.