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lunes, 11 de enero de 2010

Crónicas Habaneras (VIII)

20061224_0108 por Cuba, 2006 - 3 of 3.

Por Tania Quintero

En los años 80 funcionaban en la Ciudad de La Habana una serie de establecimientos dedicados a la venta de cerveza. La población los llamaba "cerveceras" y a su alrededor se concentraban bebedores y negociantes de todo tipo.

Los expendios del refrescante y espumoso líquido generaron tantas actitudes delictivas que el propio Fidel Castro tomó cartas en el asunto. De la noche a la mañana -algo habitual en Cuba después de la llegada al poder de los barbudos-, las cerveceras capitalinas fueron desactivadas y se declaró que, en lo adelante, la producción de una de las más codiciadas bebidas nacionales, se distribuiría por la libreta de racionamiento, a razón de una caja de 24 botellas por núcleo familiar cada mes y medio.

Como casi siempre ocurre en esta isla surrealista, lo prometido se cumplió solamente en los primeros tiempos. Unos meses más tarde, la cerveza dejó de venderse racionadamente y se comenzó a distribuir para fiestas de quince y bodas. Al principio, diez cajas por festejo. Actualmente son tres, cuyo costo total es de menos de cincuenta pesos (poco más de dos dólares).

El cubano, tan adicto al ron como a la cerveza, no se conformó con la desaparición del líquido amarillo y donde quiera que se anuncia su venta, se personan los cerveceros habituales. Carnavales, bailables, tómbolas o pipas situadas por el comercio estatal suelen concentrar a miles de hombres, solos o acompañados de sus parejas, quienes "perga" (vaso parafinado) en mano, se las ingenian para refrescar con el "laguer", "lagarto" o "fría", tres de los nombres populares de la cerveza.

Con la despenalización del dólar, el 26 de julio de 1993, el ambiente cervecero sufrió un giro de 180 grados. La moda pasó a ser la cerveza "de marca", enlatada, de fabricación nacional o importada. Alrededor de las latas de cerveza surgió un nuevo "bisne": conseguir, a menos precio, cajas de cervezas y venderlas en establecimientos que durante las veinticuatro horas la ofertan bien fría , y a un precio mayor.

Los dependientes se quedan con la mayor parte de las ganancias y con las propinas habituales de los tomadores. Pero como no todos los cubanos tienen dólares, el negocio de la cerveza es rentable también en pesos.

En su edición del 4 de octubre de 1998 el periódico Tribuna, órgano del Partido Comunista en Ciudad de La Habana, sacaba un amplio reportaje sobre el robo de cerveza que a diario ocurre en la empresa Miguel Angel Oramas, antigua La Polar, ubicada en la barriada de Puentes Grandes, aledaña al Parque Almendares, "zona boscosa que favorece la acción delictiva". La periodista Marieta Cabrera ilustró su trabajo con una foto de trabajadores de La Polar reparando los huecos de los techos por donde los ladrones sacan las cajas de cerveza.

En el reportaje se plantea que "en el pasado mes julio fueron sustraídas 800 cajas, en el mes de agosto 3,200 y hasta el 21 de septiembre se registraban 740 cajas perdidas por el concepto de hurto". Al incremento del robo contribuyó el cierre temporal de la otra fábrica capitalina, La Tropical.

En el mercado negro, una caja de 24 botellas de cerveza cuesta entre 150 y 200 pesos (su precio oficial, por caja, es de 14,60 pesos, menos de un dólar al cambio actual). Un pomo plástico -al que le dicen "flecha"- cuesta 15 pesos y cualquiera de las dos variantes, embotellada o de tanque, tiene amplia demanda, mucho más en los meses de verano cuando el cuerpo y el clima piden refrescar con una "cervecita", sea cubana o extranjera.

Como los alimentos, el calzado, la ropa de canastilla, la leche en polvo, el material escolar y los medicamentos, la cerveza forma parte del descomunal saco de carencias de los cubanos y, por eso mismo, es susceptible al "bisne" (negocio) por elementos inescrupulosos y antisociales.

El Estado cubano es dueño de todo, y a él corresponde mejorar los suministros de una población que arribará a un nuevo siglo con el dogal de la escasez y el racionamiento.

(Publicado en octubre de 1998 en Cubafrepress).
Foto: Cuba 2006, Flickr.

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