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miércoles, 4 de febrero de 2009

Pan de París... para habaneros con dólares

Por Iván García

París vió resurgir en 1998 el fantasma de treinta años atrás. Una veintena de parados galos se autoinvitaron a comer en un lujoso restaurante de las ciudad de las luces. Michelle, una de las desempleadas, en el mayo caliente de 1968 conoció el lugar. Pero en esa ocasión la policía no le permitió a ella ni a sus amigos partidarios de la "revolución mundial" disfrutar de las delicias de uno de los sitios más chic de la capital francesa.

Esta vez tuvieron más suerte. Con sus nuevos camaradas, Michelle tomó de nuevo por asalto el restaurante. Irrumpieron en el amplio salón coreando consignas y pidiendo reivindicaciones sociales. Era sábado por la noche y el restaurante estaba repleto de usuarios elegantemente vestidos. El gerente les propuso comer a cambio de que guardaran silencio. Después, con la barriga llena, fueron a dormir a un hotel cercano. En mayo de 1998, no sólo cenaron y durmieron gratuitamente, sino también fueron noticia.

Michelle no está sola. Forma parte de un ejército de más de tres desempleados. Huelgas, marchas, manifestaciones, camiones que bloquean las carreteras, y para rematar, la huelga del personal de Air France amenaza boicotear el Mundial de Fútbol. París se acerca al 2000 con tantas flores como problemas.

De Francia proceden algunos negocios en Cuba. Uno de ellos es un holding con 49 por ciento de capital francés. Está localizado en el sector alimentario. Junto con Palmarés, su socio cubano, en la Ciudad de la Habana se han abierto media docenas de panaderías que también venden dulces de alta calidad. Se llaman "Pain de Paris". La séptima está al inaugurarse en la Calzada de Diez de Octubre y O'Farrill, casi al lado del paradero de ómnibus de la Víbora, una de las zonas de más transeúntes de la capital.

Ese pequeño islote de capitalismo estará rodeado de mendigos, tarados y ancianos desvalidos. La luz de la panadería contrastará con la misera aledaña: Pain de Paris no es para los pobres. Allí un panecillo de ajonjolí cuesta $1.60 centavos, que al cambio actual son 30 pesos, la mitad de la pensión de los viejos que a los alrededores venden cigarrillos sueltos para subsistir.

El Panadero por jjk9.

Frente a la panadería prohibida para el cubano promedio, hay otra panadería. Se llama La Complaciente, y al lado de ésta se ve sucia y destartalada. En ella es donde venden el pan racionado, el de 80 gramos que diariamente toca a cada consumidor. El pan nuestro de cada día suele pesar 50 o 60 gramos y su calidad es pésima.

Cuando la nueva sucursal abra sus puertas, muchos viboreños tendrán que contentarse con mirar desde afuera. Aunque siempre habrá quien pueda adquirir las golosinas que Pain de Paris ofrece a habaneros ansiosos de comer buen pan. Lo más triste es ver a padres halando de la mano a niños que quieren uno de aquellos dulces. Al menos podrán pegar sus rostros a la vidriera y llenarse la vista. Ni que decir de la "repercusión" de la panadería en las decenas de mujeres y hombres deambulantes, que han hecho de la calle su hogar y de los latones de basura su despensa. Ellos quizás no puedan ni entrar pues andan sucios y malolientes. Si por casualidad alguno leyó la noticia de los huelguistas parisinos, no se le ocurrirá seguir el ejemplo. La Habana no es Paris.

Fotos: Google-Imágenes y jik9, Flickr.
(Publicado el 8 de julio de 1998 en Cubafreepress)

1 comentario:

  1. Pan d París para habaneros con dólares, y PLan d Machete para habaneros(y cubanos)q saquen la mano del redil...
    T invito a mi blog, serás bienvenida allí.
    Un saludo desde mi rincón del Mundo.

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