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viernes, 6 de febrero de 2009

Fantasmas de la ciudad

Habana Vieja por Paulus Veltman.

Por Ramón Díaz-Marzo

Foto: Paulus Veltman, Flickr

Un amigo y yo habíamos llegado a la conclusión que los escritores cubanos representantes de nuestra época ya eran conocidos. Sin embargo, en aquel momento no tuvimos en cuenta a los que por un acto de sabiduría o casualidad feliz, habían permanecido en las penumbras del anonimato durante años. Escritores que resucitarían del silencio, en la misma medida que las penas de prisión por la consecución de una metáfora, se redujeran o fueran suprimidas de los tribunales cubanos.

Los que habían sobrevivido para contar el cuento, ahora, eran fantasmas de una cruel temporada literaria en la década 1970, donde una generación brillante fue sacrificada para que no pensaran con cabeza propia.

Hoy les presento a uno de esos fantasmas. Lleva medio siglo existiendo en esta mágica ciudad de intramuros de la Habana Vieja. Se llama Rosa Borrego, enigmática mujer delgada que apenas habla, como si temiera lastimar. Desde su vieja casona en la calle San Juan de Dios, después de quince años en el descubrimiento de sí misma, comenzó a registrar en versos los estremecimientos de su alma:

Soy
un montón de cosas
que no conozco
estoy
sin encontrarme
sin saberme
una extraña conmigo.

Luego cuando ella descubre su vinculación con la ciudad, escribe:

Esta soledad de puerto
esta calle sin voz
el suicidio del polvo
en las cornisas
el silencio en tí.

Y cuando el amor llega con todas las consecuencias de su imposibilidad, confiesa:

Donde se llega
por tus ojos
de qué sabor
mueren las palabras
A qué distancia
se hallan los contornos
y el amor,
en qué ansiedad descansa?

El poeta cubano Rogelio Fabio Hurtado ha calificado la poesía de Rosa Borrego como perteneciente a la estirpe espiritual de una Dulce María Loinaz. "La poesía breve -dice Fabio- es cortés porque convierte al lector en poeta. En ella no hay espacio para el termino medio. La flecha da en el blanco, o no da; o se enciende el bombillo a la primera lectura o no se enciende. El secreto de esta poesía consiste en reconciliar palabras procedentes de contextos dispares".

Han pasado los años, y la Borrego se consume en su casa de la calle San Juan de Dios. Sigue escribiendo sobre el amor:

Donde recuerdo
que no te olvido
donde te olvidé
que no te encuentro.

Otro poeta, Mariano Brull (Camagüey 1891-La Habana 1956) dijo que la prosa se escribe con el tesoro del conocimiento, mientras que la poesía se hace con el tesoro de nuestra ignorancia.

HABLO CON MIS ROSAS se titula el primer libro de Rosa Borrego. Nadie sabe por qué continúa posponiendo su publicación. Mientras tanto, el último poema del libro ha ido cobrando un aire de terrible y dulce premonición:

Tal vez
vengan a buscarme
los gorriones
me descubran dormida
y me despierten.

(Publicado en Cubafreepress el 12 de febrero de 1998)

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