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miércoles, 11 de febrero de 2009

Novelamanía


Por Tania Quintero

Apenas habían transcurrido quince capítulos de la telenovela colombiana "Café con aroma de mujer" y ya los niños cubanos cantaban, como si fuera un himno, la canción-tema titulada "Gaviota", nombre del personaje femenino central. En las provincias orientales la melodía hizo furor porque era una ranchera: en esa región la música mexicana tiene tantos seguidores como la cubana.


El estreno del culebrón colombiano casi coincidió con el sexto congreso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas y con la vigésima edición del Premio Caracol, celebrado cada año por la Asociación de Cine Radio y TV de la UNEAC. Tanto en los congresos quinquenales de los escritores y artistas como en los encuentros anuales de los realizadores audiovisuales el tópico de las telenovelas no deja indiferente a ningún participante. Algunos creadores las fustigan y otros las defienden.

La novela televisada nació de la novela radial y su raíz es cubana. Uno de sus mayores exponentes fue El derecho de nacer. radionovela que en la década 1940-50 paralizó la Isla, gracias al hábil dominio del recurso melodramático que tenía su autor, Félix B. Caignet (Santiago de Cuba 1892-La Habana 1976).


O sea, que hace rato los cubanos degustan novelones con la misma pasión que café, tabaco y ron. Antes era un asunto femenino porque el grueso del público que lloraba y suspiraba al lado de los viejos radios eran damas. En la actualidad, hombres que trabajan como estibadores en el puerto o gays que se buscan la vida como peluqueros, comentan el último capítulo de la telenovela de turno sin ningún complejo

Desde que en 1983 la televisión cubana transmitiera el serial Una mujer llamada Malú, de Daniel Filho, la pauta la marcaba Brasil. Pero a partir de 1986, Colombia comenzó a desplazar a la Hollywood brasileña, como es conocida la Rede Globo. En una anterior programación veraniega, la catarsis la provocó, Aguas mansas, con un truculento guión y ambivalentes actuaciones. La calidad y el mensaje de estos teledramas colombianos es discutible. Lo indiscutible es el saldo después de quince años de materiales foráneos sensibleros: la vulgaridad se ha generalizado en toda la nación.

Las opciones culturales de alto vuelo artístico se han mantenido e incluso incrementado, pero comparado con los millones que se han aficionado a las telenovelas, ese público culto, es minoría. Si se hiciera una encuesta entre los visitantes a las salas de teatro, conciertos de música sinfónica, exposiciones y galerías de arte plásticas, bibliotecas y talleres literarios, se vería que la gran mayoría de los que salen de su casa para un disfrute selectivo del arte y la cultura, probablemente también vean telenovelas -hay pocas ofertas televisivas atractivas-- pero las ve con sentido crítico y sobre ellas tienen sus opiniones.


¿Quién es el culpable de que la "cheanza" nos haya invadido masivamente y que nuestros pequeños apenas empiezan a balbucear se aprenden los nombres de los personajes de las novelas extranjeras? El impacto que en los cubanos han tenido estos culebrones y su adoración por los personajes ha sido tal, que en la década de 1980 a cientos de niñas, perras y gatas les pusieron Malú.

(Publicado el 27 de noviembre de 1998 en Cubafreepress)

1 comentario:

  1. Estimada Tania, buenos días ante todo (acá en la Habana). El pasado 29 de enero Ud. publicó una excelente entrevista a la Sra. Myriam Acevedo en el blog Penultimos Días. En aquella ocasión le coloqué un comentario acerca de que tenia elementos para casi que estar seguro de que Myriam y yo somos familia, ¿recuerda? Hoy ya tengp eso más que confirmado, por lo que le agradecería enormemente me ayudara a contactarla. Mi correo es rafalucas@yahoo.com Le agradezco una vez más.

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