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viernes, 15 de febrero de 2008

GIGOLÓS CUBANOS

Por Iván García, desde La Habana
Cuatro son los pasatiempos principales en la Cuba actual: beisbol, dominó, sexo y emigración. Pero de este ultimo hay infinidad de historias por contar. Los más increíbles y originales modos de escaparse del país han sido puesto en práctica por los cubanos. Lo mismo se han marchado en la cámara de un camión, que en el tren de aterrizaje de un avión. Dicen que dos hermanos estuvieron entrenando una pareja de caballos en el mar y que un grupo huyó en un auto convertido en embarcación y otro se fue en un submarino casero. De leyendas está marcada toda una generación de la diáspora desperdigada por el mundo.


Dispares motivaciones y sentimientos han movido a hombres y mujeres de diversas edades, razas, profesiones, y procedencias social. Gente muy disímiles se han unido en una misma huída. Al principio muchos se iban por su antagonismo con el régimen. Ahora lo hacen por necesidades económicas para tratar de ir mejor ellos y sus familias. La historia de los balseros merece un libro. Se calcula que uno de cada tres que ha intentado cruzar precariamente el estrecho de la Florida pereció en su empeño.

Fue precisamente el riesgo de esa vía lo que decidió a cientos de compatriotas a buscar formas seguras para salir del país. Una variante es la del jineterismo. Además de dólares, comida, ropa y distracción, la finalidad a corto o largo plazo es casarse con un extranjero y emigrar legalmente. Este éxodo se puede apreciar en el Consulado Español de La Habana que concede semanalmente unas doscientas visas, la mitad de ellas para mulatos casados con españolas, o para "pepes" que han contraído matrimonio con chiquillas que en ocasiones pueden ser sus hijas. De proseguir ese ritmo, al finalizar 1998, unas 5 mil parejas hispano-cubanas habrán sido formalizadas.

La cifra total de casamientos de cubanos con extranjeros es difícil de obtener porque se empatan con cualquiera, aunque los ciudadanos de las naciones capitalistas desarrolladas tienen preferencia. Otra modalidad es el aumento de compromisos entre homosexuales nacionales y foráneos. Es más costoso y complicado el trámite, pero se las arreglan para conseguir "cartas de invitación" y salir oficialmente. Suecia, Italia, Canada, España, son algunos países utilizados por gays y lesbianas para normalizar sus vínculos. A ellos se suman los pingueros, una variante surgida en los 90 que tiene entre los chicos de 14 años y los hombres de 30 su mayor exponente. Son menos selectivos y les da igual mirar a uno de su mismo sexo que a otro del opuesto. El problema es largarse del país. No importa hacia dónde, cómo, ni con quién. Tampoco temen contraer el Sida.

En ese abanico sexual surge el gigoló cubano, con un buen nivel cultural, buena presencia, acostumbrado a altos niveles de vida (muchos proceden de familias de reputación y currículum revolucionario). No son homosexuales. Como buenos cubanos, son machistas. Su objetivo son las extranjeras solteras. no importa si viejas o jóvenes, gordas o flacas, feas o bonitas. Lo importante es que tengan tarjetas de crédito y estén deseosas de disfrutar en la cama.

Con los requisitos primordiales cumplidos, comenzó la aventura de Manolo, 28, raza negra, y quien se autodenomina "diamante negro", por sus habilidades sexuales. Según Manolo, no hay límite de edad a la hora de tender la celada a sus víctimas. Los tipos como él suelen rondar los lugares donde se celebran eventos a los que asisten invitados internacionales. Otra táctica es sobornar carpeteros de los hoteles para que les informen de las turistas que se hospedan solas.

La primera dama "pescada" por nuestro gigoló fue en la Plaza de la Catedral, Habana Vieja. La venía siguiendo desde el Palacio de las Convenciones, a 15 kilómetros del lugar. La persecución dió su fruto. La muchacha, de 22 años, cayó rendida ante la verborrea de Manolo. Se trataba de una brasileña participante en un congreso de pedagogía. El idilio le hizo pedir una prórroga de estancia y gastar todos sus ahorros con el encantador "moreno". En el aire quedó la posibilidad de matrimonio. Al regresar a Brasil, su regreso comenzó a enviarle 150 dólares mensuales, y un par de meses después le mandó una "carta de invitación".

Pero Manolo decidió venderle el cajetín. Por un mapa se enteró que la brasielaña vivía lejos de Río de Janeiro, Sao Paulo o Minas Gerais. Residía casi en plena selva amazónica, en un estado de sólo 300 mil habitantes. Y él siempre soñó en grande: Londres, Paris, Madrid, Nueva York, o Berlín. "Si ella hubiera sido carioca, paulista o mineira, pero en esa selva, ¡p'a su escopeta!"., decía. Posteriormente tuvo varios affairs con británicas, suecas y holandesas. Todas en busca de placer y no les interesaba comprometerse, pues algunas eran casadas.

Como todo buen gigoló, nunca perdió las esperanzas. Y mientras aguardaba por su princesa, disfrutaba pletóricas jornadas en Varadero y Cayo Largo, tomando buenos tragos y comiendo como un gourmet francés. A veces pasaba sus apuros, como la vez que flirteó con una española que resultó ser una "etarra" y que andaba en busca de un cubano para casarse con él y asentarse en Cuba. Mario le zafó enseguida el cuerpo: no estaba para meterse en líos políticos ni policiales.

Sin nada fijo entre manos, pero con la mente siempre puesta en su objetivo, en diciembre de 1997 se las arregló para obtener una credencial del Festival de Cine Latinoamericano. En el Hotel Nacional conoció a una berlinesa de 38 años, guionista y realizadora. Con su "querida alemana" recorrió la Isla. Ella, enloquecida, derrochó dinero a diestra y siniestra para complacer a su insaciable amante. Su partida fue melodramática: se había enamorado apasionadamente de aquel "diamente negro". Tres meses después de su partida lo reclamó. Mensualmente le enviaba 400 dólares. Para que su amado viajara cómodamente le pagó un pasaje de primera en Lufthansa.

Antes de irse, Manolo confesó que uno de sus primeros "trabajos" será dejarla embarazada para asegurar su porvenir. Una vez "entretenida" con el mulatico, su meta sería buscarse otra alemana, sin importarle la edad ni la belleza, sino la billetera.. "Porque cuando yo cumpla los 40 quiero tener un Porsche, haber viajado a Nueva York y París y tener una casa propia". Se lo pidió a la Virgen de la Caridad, cuando la fue a visitar en su santuario, en El Cobre y le dejó 15 dólares de ofrenda. Y si de algo este gigoló está seguro es de que Cachita no lo defraudará:
(Publicado en Cubafreepress el 8 de mayo de 1998)

3 comentarios:

  1. mira te encuentro la razòn soy gay, y conoci por el chat a un cubano que me pidiò que le enviara un blackberry, no lo conocìa personalmente, luego otro, que me extraño que tuviera fotos en un ressort, que es sòlo para extranjeros, y ahora el ùltimo que se encuentra en europa, nunco le he preguntado, porque motivos està, y quiere venirse a vivir a sudamerica, este reportaje me puso en jaquè seràn todos los chicos que aparacen en el chat, sòlo interesados por lo s US$ o que los saquen del paìs y despuès te dejen botado.yo creo que habrà excepciones como en todos lados. excelente reportaje

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  2. Gracias por tu comentario. Pero creo que debes tener cuidado y no confiarte, que lamentablemente por salir de Cuba o irse para otros país, hay cubanos que mienten y se inventan historias. Cuando puedas, lee Armani, toma nota, que hace unos meses publicó Iván García en su blog. Este es el link: http://www.desdelahabana.net/?p=1415

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