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lunes, 7 de octubre de 2024

Tres cartas desde La Habana (I)

La Habana, 9 de febrero de 2004

Inolvidable Tania:

Cuanto deseo que al leer estas líneas desde nuestra Habana estén bien. Ya sabes por experiencia propia lo duro que resulta la vida de un emigrante, sobre todo si somos del Tercer Mundo. Adaptarse a otro idioma, clima, comida y costumbres es una proeza.

Aquí no estoy solo. Te cuento al detalle. Yo tenía una relación más o menos formal con Margarita, una mujer caída del cielo. Inteligente, preparada y de su casa. En mayo de 2002, Margarita me dijo que estaba embarazada. Mi reacción inicial fue decirle que se hiciera una interrupción. Pero ella iba a cumplir 36 años y me respondió que su mayor anhelo era ser madre, incluso aunque yo le diera la espalda. Es ingeniera, con un salario de 465 pesos y 30 dólares que recibe como especialista en ETECSA. Cuenta, además, con el apoyo de su familia (madre y dos hermanas, también profesionales).

No era nadie para negarle su deseo de ser madre. Tenía latente mi propia vida, que crecí sin un padre, igual que mi hermana Tamila y después mi sobrina Yania. Margarita tampoco tiene padre, falleció cuando tenía dos años. Me prometí a mí mismo ser un buen padre, no por un tiempo, sino toda la vida. Si te lo callé fue porque consideraba que debías marcharte de Cuba. Cuando nació Melany, el 3 de febrero de 2003, pensé decírtelo. Pero en marzo se desató la represión y nuestros destinos estaban en un hilo, con la prisión acechándonos. Y antes de que fueras encarcelada, era vital que te fueras. A como diera lugar, a cualquier país.

La Seguridad supo del nacimiento de la niña y de cierta manera trataron de presionar a Margarita. Pero con ella no hay cuento. Se comportó como lo que es, una mujer de primera. Mientras, siguió la razzia y ahora nuestro amigo, Raúl Rivero, por obra y gracia de Fidel Castro, se encuentra en una celda de dos por tres metros en Canaleta, Ciego de Ávila. En total fueron 75 los disidentes arrestados, enjuiciados y condenados a largas penas de cárcel.

En este rincón del reparto Sevillano, a tiro de piedra de Villa Marista (lo de tiro de piedra es real, el cuartel general de la policía política queda casi al doblar de la casa), Melany crece sana, fuerte y hermosa. Nació pesando 8,2 libras y midiendo 51 centímetros. A los tres meses no se llenaba con el pecho y el pediatra le mandó leche. Le compramos Nam de Nestlé, de buena calidad. Es cara, cada lata cuesta 3.95 dólares. Hasta los siete meses tomó Nam, que trae vitaminas, hierro, fósforo y calcio. Tal vez por eso a los cuatro meses Melany se sentaba, a los cinco gateaba y a los diez empezó a caminar. Donde está atrás es en el habla. Solo dice Papá, Agua y Ya. Inteligente, como mi sobrina Yania. También cariñosa, pero un poco 'maldita', todo lo coge.

Se parece a mí, pero su piel es clara, como la tuya. Sacó la piernas de su madre. El 4 de febrero por primera vez le dio fiebre, 38 grados.

Le dimos aquella medicina infantil que Martha Beatriz una vez nos dio, vencía en 2006. Enseguida se le bajó. Pensamos que era porque le estaba saliendo una muelita, pero era de la garganta. Al doctor le costó 'dios y ayuda' ponerle el palito en la boca. "Qué fuerza tiene esta niña", dijo. Le mandó un antibiótico oral, pero como no era nada alarmante, lo desechamos. Optamos por un tratamiento natural y pronto estuvo bien. Después, por una carta tuya, supe que en Suiza recetan antibióticos en última instancia.

El primer cumpleaños se lo celebramos el sábado 7 de febrero. Dos cakes, refrescos, croquetas, bocaditos y golosinas. Una 'bobería' que costó cerca de 100 dólares. Con un dinero que Margarita había ahorrado para arreglar la casa y cuando supo que estaba embarazada lo guardó, a Melany se le compró una silla para comer que se sube y se baja, un corral y un andador, que apenas usó. La cuna, el coche y la canastilla, de primera, se le compró con una reserva que yo tenía, de los pagos recibidos en Cuba Press, por trabajos publicados en 2002. Pero en marzo de 2003, con la oleada represiva, vinieron las vacas flacas.

En lo personal no me quejo. Mía fue la decisión de no irme con ustedes a Suiza y quedarme en Cuba. Y aunque las extraño, es edificante ver crecer a tu hija. Ella suple la ausencia de ustedes. Mi rutina diaria: alrededor de las 12 del día voy para la casa de Margarita en el Sevillano. Allí almuerzo, ceno y estoy con la niña. Fina, su abuela, la madre de Margarita, cocina de maravillas. Tanto a la madre como a la abuela todos los meses les doy dinero, las cantidades dependen de lo que reciba por las publicaciones de mis trabajos. Por lo regular siempre estoy apretado, pero lo esencial, alimentar bien a la niña y comer nosotros, hasta ahora está garantizado.

A Melany mensualmente se le compran 10 libras de pollo, 6 libras de bistec de carnero, que su abuela le compra en el mercado de Cuatro Caminos, carne de res, higado de res y pescado fresco, que venden en 3ra. y 70 o en La Borla. También, viandas (malanga, calabaza, boniato, plátano), vegetales (tomate, acelga, espinaca, zanahoria), arroz y frijoles (negros, colorados, chícharos, lentejas, judías, garbanzos). La madre le prepara compota de frutas, las guayabas y los platanitos se compran en el agromercado, porque en la casa hay una mata de mangos que da frutos dos veces al año, en enero y febrero y en julio y agosto. Olvidaba: en la dieta de la niña no falta el huevo y las pastas (espaguetis). Como la leche no le gusta mucho, se la toma con un cereal de Nestlé.

Ya Margarita comenzó a trabajar y además de los 465 pesos de su salario, recibe los 30 dólares de estímulo, que no cobrarba cuando estaba de licencia. Ella estaba esperanzada en un viaje a Europa, pero todo se vino abajo. No quiero preocuparla, pero detrás está el G-2. El seguroso Jesús Águila, con su cara de 'yuppie' caribeño, vino a hablar conmigo. Qué hipócrita. No me preguntó nada acerca de mi trabajo como periodista independiente, sólo quería saber de ustedes. Espero que sea el último fantasma del G-2.

Un amigo está de administrador de un restaurante en El Cotorro y me dijo que me pagaba 100 pesos diarios, 3 mil pesos al mes (120 dólares). Una buena oferta, pero tendría que dejar de escribir. A Encuentro le leo por teléfono un par de trabajos cada dos semanas y hasta ahora, entre el 10 y 15 de cada mes, a través del Banco Metropolitano me envían 100 dólares. Casi todos son sobre temas deportivos, aunque el último lo titulé Hasta la vista, internet, a raíz de la ley mordaza que lanzó el gobierno en el mes de enero.

En lo político, el país va para peor. Asfixia tanta propaganda, tanto discurso. Cuando Castro diga adiós empezaremos otra historia.

Con el portador de la carta te mando el libro del argentino Fernando Ruiz, te dedica un capítulo, se titula Tania, la periodista.

Sigo recibiendo Newsweek en español. En el canapé donde dormía Yania me acuesto a leer y escuchar la onda corta en el radio. Arreglé la lamparita de Tamila y el salidero del tanque de agua. Me arreglaron la tubería de la cocina, el apartamento está solo, pero limpio.

Dile a Yania que en el cuarto tengo su foto con una flor roja y el Ronaldo brasileño que me pintó. Y, sobre todo, conservo la imagen sobria y serena de ella en la fugaz despedida en el aeropuerto, la tarde del martes 25 de noviembre de 2003. Por el carácter heredado de nuestras familias, tanto la materna como la paterna, no somos de estar demostrando amor y cariño, pero las quiero mucho.

A ti, vieja, no te preocupes, estamos mal, pero vamos bien y al menos no hace frío. Tu hijo Iván.

Foto: Parque Córdoba, a medio camino entre el domicilio de Iván y la casa de la familia de Margarita en el Reparto Sevillano. Tomada de Havana Times.

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