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lunes, 3 de abril de 2023

De cuando en 1986 trabajé en Prensa Latina


Una noche de enero de 1986, sin previo aviso, en mi casa se apareció Víctor Manuel González, el segundo de Carlos Aldana en el DOR (Departamento de Orientación Revolucionaria) del Partido Comunista de Cuba (PCC) y a quien conocía desde 1974, cuando fui designada por Bohemia para cubrir la implementación del Poder Popular en Matanzas y todas las semanas Blas Roca, al frente de ese experimento, se reunía en Matanzas con los periodistas acreditados para reportar de cerca cómo marchaba lo del Poder Popular y entre los cuales estábamos Susana Lee de Granma, Lázaro Barrero Medina de Juventud Rebelde y yo por Bohemia, entre otros que ahora recuerdo. Víctor Manuel era el ideológico del PCC provincial y atendía a la prensa.

El vicejefe del DOR traía una propuesta para mí: por los muchos contactos que yo había hecho en Brasil y por el nivel de información que sobre ese país por mi cuenta había adquirido desde 1982 (esa etapa pueden leerla en mi blog, en una serie de cinco post titulada Brasil en mi vida) y como estaban próximas a reestablecerse las relaciones diplomáticas con Brasil, habían pensado que podría ser la primera corresponsal de Prensa Latina (PL) en el gigante sudamericano.

Pero necesitaban que lo antes posible me hiciera militante del PCC en el ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión, el organismo donde en ese momento trabajaba, en los servicios informativos de la televisión. Y que también, lo antes posible, aprendiera cómo se trabajaba en PL. Cuando Víctor Manuel terminó de hablar, le dije que de militante del PCC nananina tres patines. Que no me interesaba ser corresponsal de PL de Brasil, que ya yo sabía cómo se trabajaba en una revista y en la televisión, pero no en una agencia de noticias. Y eso fue lo que acepté.

Unos días después, empecé a trabajar en PL, que quedaba en el 5to. piso del edificio donde también radicaba el MINSAP (Ministerio de Salud Pública), en 23 y N, La Rampa. Entonces, en PL había tres horarios: de 7 a 3, de 1 a 7 y de 3 a 11. Me asignaron el Cono Sur, que además de Brasil tenía que ocuparme de Argentina, Uruguay, Chile... Mi jefe era un mulato con apellido vasco: Silvio Mendiundía, del cual no tuve quejas en los seis meses que estuve en PL (más nunca supe de él).

En aquella época no había computadoras: era un enorme salón con pequeñas mesas con máquinas de escribir. Los teletipos estaban al lado y el jefe de turno de cada región, era el encargado de estar yendo contínuamente a buscar los cables, cortarlos y colocarlos en las cajas de madera de cada área geográfica. Cada vez que uno terminaba de redactar una noticia, se la entregabas a tu jefe, éste la revisaba y rápidamente la llevaba a los teletipos para su envío. En caso de una información imporante, lo consultaba con el director o subdirector de PL. No era fácil en aquel salón, con el teclear constante de las máquinas de escribir, en ocasiones sin aire acondicionado. Por suerte, como estábamos en un 5to. piso, se podían abrir un poco las ventanas, no mucho, para que no se volaran los papeles.

A los seis meses decidí volver al ICRT. Para entonces, había discutido con Pedro Margolles, el director de PL, que era íntimo de Víctor Manuel y Carlos Aldana, el jefe del DOR. Margolles parecía un mariachi y era un trucutú, como casi todos los que han dirigido los medios en la Isla. Discutí con él porque en PL a los hombres los mandaban de corresponsales a los países capitalitas y a las mujeres a los países "tranquilos", a los del campo socialista, salvo algunas excepciones, como la de Irma Cáceres, que durante mucho tiempo cubrió el Medio Oriente. Por cierto, en 1975, con motivo del Año Internacional de la Mujer, Cuba hizo unas cuantas actividades y unos cuantos discursos en favor de las cubanas, acciones y palabras que hace rato se las llevó el viento.

Cuando retorné al ICRT me incorporé a la redacción de Programas Especiales, que dirigía Roberto Romay, un cuadro (dirigente) de la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas) que había trabajado en El Caimán Barbudo y desde entonces estaba vinculado a jóvenes artistas e intelectuales. Fue cuando adquirí experiencia como realizadora o directora, en el programa Puntos de Vista. Entre 1987 y 1990 hice una treintena de programas. La norma era de un programa cada dos meses, yo la cumplía, pero otros como demoraban cuatro y cinco meses en terminar un Punto de Vista. Algunos de mis Punto de Vista tuvieron repercusión en los medios. Pedro de la Hoz comentó en Granma uno titulado Veneno sobre ruedas, sobre el monóxido de carbono que salía de las guaguas.

Sahily Tabares, que escribía en un periódico de las fuerzas armadas que había en ese momento y cuyo nombre he olvidado, le dedicó espacio al programa sobre el Servicio Militar, que incluyó una entrevista a Silvio Rodríguez. Ese programa lo presentaron ante varios periodistas en la sede de cine y televisión de las FAR en Nuevo Vedado (antes estuvo en Ayestarán), también salió una reseña en la revista Cuba Internacional. El Punto de Vista dedicado a la pelota fue idea de mi hijo Iván García, que en 1989-1990 trabajó como asistente de producción en la redacción de Programas Especiales. Cinco años después, Iván empezaría a escribir como periodista independiente en Cuba Press, agencia fundada por Raúl Rivero el 23 de septiembre de 1995.

Para realizar el programa de la pelota, invité a Iván y al periodista Orlando Carrió, que cubría el mundo de la farándula y eso precisamente era lo que quería, alguien no vinculado al béisbol. Entre otros, entrevistamos a la poetisa Carilda Oliver en su casa de Matanzas, a los atletas Ana Fidelia y Javier Sotomayor en el estadio Pedro Marrero y, por supuesto, a unos cuantos peloteros. En el concurso de periodismo de ese año de la Unión de Periodistas (UPEC) obtuvo un premio. Otro Punto de Vista galardonado, en este caso en un Festival Caracol de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba) fue "Mujeres dirigentes, ponerse en su lugar", que hice con dos estudiantes de periodismo en ese momento, Rosa Miriam Elizalde y Lissette Pérez.

Pero creo que los que más gustaron a la gente fueron el de las telenovelas brasileñas y los tres que hice sobre la alimentación, donde conté con la asesoría del ingeniero José Ramón López, nutricionista por vocación. Otros temas abordados: el desconocimiento de la población sobre las leyes y la Constitución; la creatividad del cubano; los medios audiovisuales (cine, televisión y video); presencia de los españoles en Cuba y uno acerca las migraciones internas, que titulé Guajirito soy, donde volví a entrevistar a Silvio, quien salió en dos de la treintena de Puntos de Vista que realicé: El Servicio Militar y Guajirito soy.

El medio más laborioso de todos es la televisión, pues se supone que un realizador o director, sea periodista o no, debe participar en el proceso de realización de un programa: producción, grabación, guión, edición y musicalización. Esa labor se hace más fácil y puedes concentrarte en el guión o escaleta -imprescindible en cualquier programa, reportaje o documental- si cuentas con buenos profesionales, sean productores, camárografos, técnicos de audio y de iluminación, editores, musicalizadores...

Una tarde de 1988 salía del ICRT e iba pa' la cola de la ruta 2, en 25 y N y cuando doblo por N me tropiezo con una ex colega de Prensa Latina. Por ella me enteré que habían enviado a Jorge Luna como corresponsal de PL en Brasil (luego supe que lo nombraron director de comunicación social de PL). Han pasado 37 años. Desde noviembre de 2003 vivo como refugiada política en Lucerna, Suiza. Aunque ya tengo 80 años, sigo activa como periodista: me ocupo de tres blogs (Desde La Habana, El blog de Iván García y sus amigos y El blog de Tania Quintero), de revisar los textos que Iván escribe para Diario Las Américas y hacer diariamente Taniapress, un servicio personal de noticias que por email envío a una treintena de amigos y conocidos.

Tania Quintero
Video: No vivo en una sociedad perfecta, de Pablo Milanés, era el tema de presentación del programa Puntos de Vista.

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