El pasado miércoles, Lucrecia López Vega, la joven de la foto, cumplió 100 años. Unos días antes, la niña que la acompaña, yo, Tania Quintero Antúnez, cumplí 80. Cuando en 1947 un fotógrafo callejero nos retrató caminando por una calle de La Habana en 1947, Lucrecia, nacida el 23 de noviembre de 1922 tenía 25 años y yo, nacida el 10 de noviembre de 1942, 5 años.
Entonces, nadie podía imaginar que cuando el 12 de febrero de 2012, por primera vez se publicó esa foto, sesenta y cinco años después, el conjunto de falda oscura y chaqueta clara, estilo Chanel, que lucía Lucrecia, y el juego de jumper de corduroy y blusa blanca de mangas largas que yo llevaba, vestuario con zapatos, carteras y adornos adecuados, las redes sociales cubanas lo convertirían en símbolo de la elegancia en Cuba antes de 1959.
Al desconocer sus orígenes, algunos comentaron que eran personas de buena posición. Nada más lejos de la verdad. Por eso en febrero de 2022 conté sobre la vida de las dos habaneras, mulatas además.
Hoy, el protagonismo no es la vestimenta, si no la edad, en especial la de Lucrecia, quien heredó los genes centenarios de su abuela y su madre. Desde este blog, a Lucre le enviamos nuestras más sinceras felicitaciones y el deseo que sobrepase la barrera de los cien.
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