Aida Diestro era una mujer obesa que tocaba el piano en una iglesia protestante de La Habana. En 1952, Elena Burke, Omara y su hermana Haydée Portuondo van a verla para que las ayude a formar un cuarteto vocal. La cuarta voz va a ser Moraima Secada, que años antes había cantado boleros con la orquesta Anacaona.
Así se inicia la historia del Cuarteto D'Aida, un grupo que, de manera casi milagrosa, ha producido cantantes de primera línea. La primera en causar baja del cuarteto es Elena, que inicia su carrera en solitario hacia 1957. La acompaña al piano Meme Solís, un joven recién llegado a la ciudad y que sueña con formar su propio grupo.
Se presentan en el Hilton y en el Club 21 durante unos meses, hasta que la Burke comienza a trabajar con otro pianista.
Meme Solís estrena su cuarteto en 1961. Son tres hombres y una mujer: Moraima Secada. Cantan bossa nova, bolero, guaracha, rumba y chachachá. El temperamento desbordado y la potente, dramática voz de Moraima la hacen despuntar como solista y se decide por fin a probar suerte en ese mismo año. De la noche a la mañana se convierte en una de las indiscutibles.
Muchos artistas prefirieron abandonar la isla a inicios de los 60. Otras figuras, que habían permanecido en el extranjero, como Rosita Fornés, La primera vedette de Cuba, regresa a La Habana, dejando un excelente contrato en Madrid con el maestro Augusto Algueró Jr. Pero el éxodo prosigue: Bertha Dupuy, María Luisa Chorens y Blanca Rosa Gil, entre otras, eligen el camino del exilio.
Las transformaciones revolucionarias se reflejaban incisivamente en la vida nocturna, en especial en los ambientes de cabaret. La revolución cerró definitivamente las salas de juegos y los casinos. Los centros nocturnos pasaban de manera gradual, tras el exilio de los propietarios y la retirada de las empresas que las regenteaban a ser administrados 'revolucionariamente'.
Olga Guillot abandona su puesto de primera figura en el show Serenata Mulata y toma el avión rumbo a Ciudad México. De esta forma, propicia el debut de una muchacha que hasta el momento había cantado en clubes y pequeños cabarets y que la va a sustituir en la fastuosa producción: Gina León, que asciende meteóricamente y la popularidad y de inmediato graba un disco que como pocos recibe aclamación unánime.
Gina León recibe premios y trofeos, en céntricos lugares de la capital se instalan enormes vallas que anuncian su presencia en éste o aquel cabaret. Es difícil entender cómo pudo desvanecerse su nombre y figura años después, al punto que hoy muchos cubanos de 25 y 30 años nunca la han escuchado.
La sin par Freddy marcha contratada a Venezuela y luego a México, junto al incansable Rodney, que la conduce a Miami. Más tarde viaja a Puerto Rico, donde sufre un fatal ataque al corazón el 31 de julio de 1961.
A inicios de 1962, La Lupe viaja a México y un año más tarde llega a Nueva York, ciudad donde se encuentra con el tamborero cubano Mongo Santamaría y graba su primer disco fuera de Cuba. El resto es conocido. En La Habana había grabado dos LPs para la Víctor y había conseguido su primer gran éxito con No me quieras así.
La canción tipo balada, procedente de Europa, cobra fuerza en el gusto de los cubanos y a su amparo surgen baladistas como Luisa María Güell y la más famosa de todas, Marta Strada que debuta en 1963. Entre las voces nuevas destaca Leonora Rega -que había sustituido a Elena Burke en el Cuarteto D'Aida- y que también se suma a la oleada de baladas que inunda la radio.
Ela Calvo consigue escalar primeros puestos a mediados de los 60, años en que se perfila la carrera de Marta Justiniani, con un repertorio que transita desde la canción lírica o de concierto al bolero y el bossa nova, y se da a conocer la autora e intérprete Teresita Herrera con Ser, una balada que muchos cantan y graban por aquellos días.
Hasta la intervención de los pequeños negocios y el cierre de los cabarets en 1968, son básicamente éstas las damas de la canción que acaparan la atención de los cubanos que asisten a centros nocturnos y otros lugares de recreo, como las carpas-teatro, que presentaban pequeñas revistas humorísticas y espectáculos musicales.
Los años van pasando y con ellos llega el alejamiento, a veces el desánimo, el paulatino eclipse. No todas van a soportar el abrupto cambio de sentido de sus vidas. Comienzan a desaparecer las vedettes, las guaracheras, las baladistas. Celeste Mendoza, Gina León y Marta Strada, a pesar de su extensa popularidad, figuran cada vez menos en los programas de televisión o en la pista de los grandes cabarets. Con ellas van desapareciendo Los Zafiros, El Cuarteto de Meme Solís y otros grupos y solistas.
Con la llegada de los 70, se abrió una época en la que por parte de la difusión, se favoreció la canción de autor, de contenido: la canción protesta. Serán los días iniciales de la Nueva Trova, movimiento que algunos se empeñaron en enfrentar al mundillo del espectáculo como la opción 'más acorde con estos tiempos'.
Mientras trataban de afilar inúltimente esa punta de lanza, hubo una invasión indiscriminada de música extranjera, de pop de ínfima calidad que costó década y media desterrar, aunque aún se padezcan sus estragos. Pero hay cosas que no se podrán recuperar jamás.
Paulina Álvarez fallece en 1965. Moraima, Leonora y Amelita Frandes dejan este mundo a inicios de los 80. Esther Borja, Francis Nápoles y Marta Justiniani se retiraron de los escenarios.
Doris de la Torre y Gina Martín se marcharon de Cuba a comienzos de los 60. Celeste Mendoza murió en 1998. Teresita Herrera siguió actuando, aunque esporádicamente.
Sin embargo, una artista de la talla de Elena Burke interpreta canciones de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez que se integran de manera ejemplar a un repertorio donde el filin, bolero, guaracha, rumba y trova, vieja o nueva, forman parte de un mismo indivisible tronco: el gusto de cantar, un gusto que no conoce derrota.
Ésa es la más hermosa de todas las locuras, la que, sinceramente, valió la pena cometer.
Sigfredo Ariel
Video: Hay que agradecerle a Daniel E. Cádiz que en noviembre de 2016 no solo se tomó el trabajo de subir a You Tube el disco El Original Cuarteto D'Aida, si no también tuvo la delicadeza de incluir los títulos de los temas interpretados: Yenyere Cumae/El bombón de Elena, Nocturno antillano, Las mulatas del chachachá, Tabaco verde, Oye mi ritmo, Ya no me quieres, Totiri Mundachi, Cachita, Profecía, Cuanto me alegro, No sé que voy a hacer, Matilda y Cariñito azucarado.
También puso los créditos: Aida Diestro, directora musical; Elena Burke, Omara Portuondo, Haydée Portuondo y Moraima Secada, cantantes; Luis Escalante, trompeta; Alberto 'Platanito' Jiménez, trompeta; Pucho Escalante, trombón; Edilberto Scrich, sax alto; Emilio Peñalver, sax tenor; Oswaldo 'Mosquifín' Urrutia, sax barítono; Pedro 'Peruchín' Jústiz, piano; Salvador 'Bol' Vivar y Rafael 'Papito' Hernández, contrabajo; Oscar Valdés, bongó; Guillermo 'Barretico' Barreto, batería, y otros músicos que lamentablemente no fueron identificados.
Al final, aclaró que en los tracks 13 y 14 la orquesta y los arreglos son de Arturo 'Chico' O'Farrill; que los tracks 1 al 12 fueron grabados en La Habana del 26 de marzo al 13 de abril de 1957 y que los tracks 13 y 14 fueron grabados en México los días 9 de septiembre y 9 de diciembre de 1957.
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