A sus 76 años, Neida Brito vende café en una esquina de La Habana para sostenerse económicamente. Sus años de trabajo se perdieron junto al expediente laboral, anulando la posibilidad de una pensión y empujándola hacia lo que ella llama “mi forma de lucha para sobrevivir”.
“Tengo muchas enfermedades. No le pido nada al Estado, pero sí necesito ayuda como toda persona mayor. Estoy enferma del corazón y de los huesos, provocado por una caída en la calle que me afectó mucho. El médico me dijo que no podía hacer nada, pero lo tengo que hacer porque ¿de qué voy a vivir?¨.
Las autoridades presumen que la esperanza de vida en el país es de 78,7 años. Haber alcanzado esta cifra de forma gradual, conforme al paso de las generaciones, puede describirse como un logro de la salud.
Sin embargo, viviendo de ese modo nuestros ancianos, ¿vale la pena alcanzar la edad de la cual el gobierno tanto alardea? Si la respuesta es No, en 2025 tendríamos a 3 millones de adultos mayores maldiciendo haber llegado a la vejez.
Para obtener una opinión especializada entrevistamos al psiquiatra Luis Calzadilla Fierro, quien trabaja con pacientes de la tercera edad en un centro de salud mental de la Habana Vieja. “Puede haber toda una retórica, pero deben coincidir los sistemas de señales, según el fisiólogo ruso Iván Pávlov. Deben coincidir la percepción y el pensamiento, sino creamos una especie de realidad virtual. Si no coinciden, la gente se neurotiza y se enferma. Además, deja de creerte”.
Los especialistas coinciden en que el binomio 'calidad-esperanza de vida' debe tener como factor principal la satisfacción del anciano por su existencia presente y futura. Según parámetros internacionales de salud, el apoyo social, la vivienda y el factor económico son medidores de la calidad del envejecimiento.
María del Carmen Joba, 96 años, dice que sus “achaques de la vejez son soportables" en comparación con la enfermedad económica”. Y confiesa que le gustaría vivir con salud, pero tranquila. "Los ancianos tenemos demasiados obstáculos en nuestras vidas, la jubilación no alcanza, todo está caro, las medicinas se pierden. A esta edad tenemos que conformarnos”.
Cada día, los ancianos en Cuba quedan más a la zaga dentro de la corriente de supervivencia económica que impone la realidad cubana. En entrevistas realizadas en la calle para este reportaje (ver video), la mayoría de los ancianos crítica las insuficientes pensiones, que les provoca inseguridad económica, así como el encarecimiento de la vida, la imposibilidad de alimentarse adecuadamente y la falta de medicamentos en las farmacias.
Filiberto Morales, 82 años, se jubiló como ingeniero con una pensión de 300 pesos (12 dólares) al mes.“Lo que yo ganaba antes es lo que gano hoy. Hace mucho tiempo un salario de 300 pesos no alcanza en este país. Parece que los que saben más que yo dicen que ‘sí se puede’, y yo digo que no”, se queja Morales.
El crítico estado de las aceras provoca frecuentes caídas en los adultos mayores cuando salen de sus casas. La difícil situación del transporte, la escasez de agua que debe cargarse en cubos para las viviendas, son también parte de las barreras que golpean a los viejos mucho más que a los más jóvenes.
Cuba cuenta con 143 Hogares de Ancianos y 247 Casas de Abuelos destinados a mejorar la calidad de vida de la tercera edad. Para lavar su imagen sobre la atención al adulto mayor, en 2014 el gobierno asignó 66 millones de pesos (2,6 millones de dólares). El presupuesto estaba destinado a garantizar agua caliente, atención médica integral y servicios de peluquería en los Hogares de Ancianos y Casas de Abuelos. También se evitarían las condiciones de hacinamiento.
Un año después se recortó el presupuesto de Asistencia Social, disminuyendo los subsidios estatales. Al mismo tiempo, el gobierno prometió un incremento de las capacidades de las Casas de Abuelos y Hogares de Ancianos, pero anunció simultáneamente que aumentaría el precio de los servicios.
Para apoyar la medida, la Resolución 548 del Ministerio de Finanzas y Precios estableció un costo de 180 pesos (7 dólares) mensuales por el ingreso en las Casas de Abuelos y 400 (16 dólares) para los Hogares de Ancianos. El pago de los ancianos sin ingresos es asumido por la Seguridad Social.
Guillermo Benítez, 74 años, jubilado con una pensión mensual de 270 pesos (11 dólares), es subsidiado por la Seguridad Social y paga 40 pesos mensuales por su estancia en el Hogar de Ancianos. “Me alcanza, porque ahí uno tiene las necesidades alimentarias básicas cubiertas, y entonces después uno refuerza pues siempre tengo apetito".
La cifra que expresa la longevidad de un país no mide la esperanza de “vida” si la vejez parece más una pesadilla.
Augusto César San Martín
Cubanet, 21 de julio de 2017.
Buenos días,
ResponderEliminarHace años, cuando mi madre aún vivía, comenté con una doctora cubana que conocí en un centro de salud que yo, a pesar del tiempo transcurrido, aún extrañaba Cuba; me contestó que diera gracias a Dios de estar viviendo fuera, aquí tienes medicinas y pañales para tu madre, allá no conseguirías la mayoría de las cosas que necesita un anciano. Mi madre tuvo una larga vida, 95 años aunque llena de enfermedades, la Seguridad Social se lo cubría todo: marcapasos, ingresos en el hospital, medicamentos, rehabilitación, asistencia a domicilio. Mis padres tuvieron una vejez y una muerte dignas.
Saludos,