Scott Fritzgerald fue quien definió los años 20 del siglo XX como el 'jazz age'. Por primera vez, la contribución de los afroamericanos a la cultura universal marcaba una época. Y de esa 'jazz age', emerge poderosa la gran Josephine Baker, la estrella más rutilante de los años 20, como una metáfora, una experiencia existencial de los afroamericanos en París, una de las ciudades vitales de la edad del jazz. Las otros dos eran Nueva Orleans y Washington.
Mi pasión en las últimas semanas ha sido la de escarbar, investigar hasta las primeras grabaciones, la carrera musical de Josephine Baker. Culpa de mi buen Luis Alemany que me lo sugirió como investigación de gran catadura.
La Baker, para sus celosos oponentes, "bailaba como un mono". La envidia se engendró desde sus primeros tiempos en Harlem, a comienzos de los años 20. En cambio, para sus grandes admiradores, por ejemplo Pablo Picasso, era la gran Nefertiti negra del jazz. Josephine no tardó tiempo en desarmar a sus detractores con su carismática personalidad, su talento, su simplicidad, su absoluta libertad para la expresión corporal y espiritual. Era algo más que un alma libre.
Josephine Baker asombró literalmente con su danza mitad comedia, mitad feminismo, con su torso desnudo y su faldita de 16 bananas en octubre de 1925, cuando se presentó como estrella en 'La revue negree', en el Music Hall los Campos Elíseos. Ese fue el gran despegue en su carrera, en su modernidad, en su atrevimiento.
Pero por encima de todo, Josephine tuvo la habilidad esencial de introducir el charleston en París. La música y danza revolucionaria de los negros de Charleston, en Carolina del Sur, que uno prefiere recordar como 'hit-hat'. Josephine conocía aquella obra maestra del género, el musical 'Running wild', que vio en el año 1924 en Nueva York. Aplicó la técnica del baile y el canto con una inteligencia supina. No sólo se movía y bailaba con un estilo extraño, cómico y único: es que también sabía cantar. Superaba con facilidad a las grandes estrellas que la desafiaban como Valaida Snow y Elizabeth Welch. Era el 'jazz age' en estado puro.
Hay un número musical de la Baker en el filme de Joe Francys 'La revue desde revise' (La revistas de las revistas"), del año 1927 que vi el otro día. Ahí está toda su magia burlesca en el escenario con un grupo de jazz. Y eso, en una película muda.
Probablemente, la banda que vi junto a Josephine en la película era Le Jacobs Jazz, cuyo líder era un trompetista belga, de Lieja, llamado Leon Jacobs, que había trabajado en la banda del Moulin Rouge. Juntos, asaltaron el primer cabaret-jazz de París, en la calle Fontaine.
Grabar música en los años 20 todavía era un ejercicio harto complicado. Pero ella se las apañó para conquistar también, en una de sus venturosas giras por Berlín, a Max Straus, uno de los dueños del más poderoso sello discográfico de la época, Odeón. Su central estaba en la capital alemana, la ciudad que también acababa de conquistar Josephine, la ciudad que la cantante prefería por encima de cualquier otra, incluso antes que París. Porque allí no eran tan finos y no se reían de ella cuando se comía las "gambas con cáscara y todo", como proclamaba ingenuamente.
Para los amantes de los vinilos de anticuario, es importante revelar cuál fue el primer disco que grabó Josephine Baker. Lo registró en la delegación de Odeon en Paris, muy cerca de los Campos Elíseos. La sesiones se desarrollaron en octubre del año 1926. La banda que la acompañaba era la Jazz Oliver and His Boys des Folies- Bergere. Estamos casi seguros de que su bautismo discográfico, el primer tema que grabó fue 'Who', de Jerome Kern. Así figura con el numero Odeón, Ki 920.
'Who?' había sido la canción de moda, gracias al musical 'Sunny', de Jerome Kern. Con los años se convirtió en una de las canciones fijas en el repertorio del gran director de orquesta y clarinetista Benny Goodman. El primer 'hit' de Josephine suena a Charleston, con un banjo que 'pone el lecho'. Pero la voz se ocupa de la magia. La grabación nos ha llegado con un sonido muy precario, pero se trata de un documento revelador del 'jazz age' y de la historia del pop. Para mí, la Baker es una de las primeras estrellas de la historia del pop. Por magia, talento, atrevimiento e imagen.
Quizá otra de las canciones estelares de esta primera sesión fue su versión de 'Dinah', que había sido un gran éxito de Eddie Cantor en el año 1923. Eddie Cantor ejerció de Sinatra de la época y ha pasado a la historia del pop por negarse a interpretar el papel de cantante en la primera película sonora, 'The jazz singer'. El éxito y la memoria de la historia fueron para Al Jolson.
De aquellos primeros tintineos , hay que quedarse de cómo afinaba todas las notas, incluso en falsete, cuando todo se grababa a una sola toma. Mi favorita de aquella primera sesión de grabación el otoño de 1926 fue su versión de 'That certain feeling' el tema de George e Ira Gershwin, que había cantado maravillosamente Queenie Smith en el musical 'Tip toes', en Broadway, antes de que la Baker llegara a París. Por supuesto, Josephine conocía perfectamente la versión. Con el tiempo, se convirtió en uno de los clásicos de Ella Fritzgerald -mi cantante favorita de todos los tiempos-, que la cantó por primera vez en 1959. Veintidós años después que la Baker.
Nadie la ha cantado con el estilo de Josephine Baker. Tenía un extraño tiempo para medir las canciones. Y su voz no sonaba como una voz negra. Era algo más sofisticado que todo eso. A pesar del sonido infame y del soplo que delata el desgaste de las agujas de aquellos días, esos temas son para mí el comienzo de la historia de la primera estrella del pop en el mundo. Indiscutiblemente.
La segunda sesión en los estudios de grabación ya no fue en Odeon. Baker había logrado un contrato. ¿Con quién? Asómbrense: con el sello Parlophone de Londres, que ya existía en aquellos tiempos. El mismo, el mismísimo sello de los Beatles que conquistarían el éxito más de 35 años después. Para apoyarse, en lugar de una guitarra, Josephine se acompañaba de un ukelele que tocaba bastante bien. Sólo una canción ha sobrevivido en condiciones a esa segunda sesión. Hay una tercera sesión de la que sólo se ha salvado 'Skeedle um' y otros temas insignificantes del estilo vodevil.
Una vez inagurado el 'Chez Josephine', con la banda del belga Leon Jacobs, Baker empezó a grabar bastantes canciones. Una vez más, en el sello de Berlín, Odeon. De aquellos días de 1927, me quedo con su magnífica versión de 'Always', de Irving Berlin, escrita para los Hermanos Marx, que la querían incluir en su musical de Broadway 'The coconuts'. No fue posible: Irving Berlin se negó en rotundo a ceder el tema porque los Marx convertían su composición en una broma. Como una despótica identificación del sentido del humor de los hermanos.
Las grabaciones decisivas y supremas llegaron en el año 1930, en el mes de septiembre. Todas ellas las dirigió Edmond Mahieux y su grupo, Le Jazz Mélodie, del Casino de París. En esas sesiones se grabó el mayor éxito de toda la carrera musical de Josephine Baker. Por supuesto, la perla de las perlas es 'J'ai deux amours'. El éxito cuando la cantante por fin se atrevió a grabar en francés, en un excelente francés.
La música era de Vincent Scotto, uno de los héroes de la primitiva canción francesa, marsellés y posible amante de la Baker. Vincent canta con ella en la versión original. Josephine se atrevió a cambiar la letra y entonaba "mi país es París". Es muy posible que 'J'ai deux amours' se convirtiera en la canción fetiche de Josephine, porque la cantaba en el Casino de París durante el tiempo de la gran Exposición Colonial francesa, una megalómana celebración de los discutibles éxitos del imperio colonial francés. Curiosamente, Scotto la había escrito bastantes años antes para una cantante de variedades llamada Polin. Tenía una historia sórdida. Formaba parte de un número llamado 'Ounawa', en la obra 'Paris qui remue'.
Josephine aparecía en una especie de selva tropical, acompañada por su leopardo, Chiquita, que había comprado poco antes, en su carrera por convertir su casa en un pequeño zoológico. La canción cuenta la historia de una joven africana enamorada de un colono francés. Él la invita a que se escapen a París. Su tribu no permite esa deserción. Josephine se queda dividida en 'J'ai deux amours" . Es decir, su identidad nacional y racial y, al otro lado, el amor, el romance, el sexo y el gran París frenético que vívía la propia Josephine. En esa historia está, de alguna manera, contenida la vida de Josephine que, cuando viajaba a Estados Unidos, decía que su "única patria y amor es París". También decía ser una "negra francesa".
En aquel tiempo, Josephine era la cantante más famosa del mundo, inspiración, incluso, para los compositores que le escriben canciones como 'Dis-moi Josephine'. Josephine Baker ya grababa para un sello discográfico americano, el famoso sello Columbia, que pasaría a ser CBS y que hoy está en manos de Sony.
La más notable grabación para Josephine llega en enero del año 1933, cuando canta fantásticamente 'Si j'étais blanche', una genial extravagancia con el color de su piel, grabada con Jacques Metethen y su orquesta. Ese mismo año, en febrero, registra con la famosa orquesta Lecuona Cuban Boys, que está de gira en París, una versión muy latina de 'Madiana'.
Josephine Baker besa la ópera de alguna manera con una revisión de la obra de Jacques Offenbach 'La créole'. Estrenada a finales de 1924, Josephine se preparó extraordinariamente. Llegó a tomar clases de canto y su técnica alcanzó una enorme pericia. Seguía saltando tabú sobre tabú. Hasta podía cantar óperas.
En septiembre graba su experiencia más dramática con el grupo Comedían Harmonists, cuyos miembros eran judíos y acababan de ser prohibidos por la Alemania de Hitler. Probablemente, los tres músicos eran sefarditas y eso le da encanto al hecho de que Josephine cantara en español 'Espabílate', que aparecía en la película 'La Virgen Morena' del año 1935, un drama mexicano en el que aparece Luis Alcoriza.
Y por entonces, Josephine Baker se vuelve hacia el negro latino, hacia los esclavos del Caribe. Llegaron los peores años de Josephine, marcados por sus actuaciones en los Estados Unidos acompañada de Pepito, su marido, el falso conde siciliano que la cuida a su manera y que la explotaba, también a su manera.
Pero este es un desarrollo musical más que biográfico, aunque la vida siempre descarrila en la música. En cualquier caso, me quedo con una versión formidable que hizo de 'Nuit d'Algier', con la John Ellsworth Orchestra .
La última gran etapa como cantante éxito llegó en el otoño del año 1937 cuando Cole Porter, el mago, el mejor compositor del siglo XX, se enamora, él también, de su voz. Con la Wal-Berg Orquesta canta majestuosamente 'Vous faites partie de moi', es decir, 'I've got you under my skin'. Hace dos versiones. La segunda la llama 'C'est si facile de vou aimer', bastante más solemne, más jazzística. Excelente y romántica. Era ya una gran cantante. Siempre viajaba hacia un pequeño paraíso musical. Resguardada en los 'tempos' de sus canciones en las síncopados ritmos del jazz y la extraña libertad de sus versiones, incluso con su caprichoso cambio de notas en algunos acordes.
Recomiendo como absoluta garantía para conocer a esta primera estrella del 'jazz age', la primera perla del pop, un disco titulado 'Josephine Baker. Un message pour toi. Original Paris recordings 1926- 1937'. Es como encontrarse con el génesis de un mundo musical maravilloso, el de la 'negro dance', como el idioma de un nuevo narcótico. A pesar de la triste calidad de las grabaciones.
La irrupción cruel de la Segunda Guerra Mundial nos privó de más grabaciones de Josephine Baker, que se alineó rápidamente con la Resistencia. La primera referencia discográfica relevante después de la Guerra no apareció hasta el año 1957, en un sello llamado Pacific, con su sentido 'Revoir Paris'. En la portada aparece como la perfecta Nefertiti negra.
Dos años más tarde, con el éxito de la revista 'Paris mes amours', graba en directo en el Olimpia de Paris, incluyendo su inicial versión de 'Don't you touch my tomates'. Ese mismo año, ahora con la RCA publica su álbum 'Marchande de bonheur', con su último y más querido marido, el director de orquesta Jo Bouillon, que aparece en la portada con los 12 hijos adoptados por Josephine. Juntos formaban la famosa 'Rainbow Tribe', con niños de todos los continentes.
Su última gran obra es el álbum 'Josephine Baker chante l'amour', con la orquesta Jo Duval para el sello Guide du jazz, a comienzos de los años 60. Al final, las canciones que más le gustan son las de Cole Porter. Excelentes sus versiones en esta obra de 'Night and day' y 'Begin the Beguine', cuya letra es casi es el impacto de su vida.
La tragedia acosa a Josephine. En 1964 pierde su castillo donde vivía con la "'Rainbow Tribe'. Está arruinada, se queda en la puñetera calle. Es su amiga Grace de Mónaco quien acude al rescate y le deja alojarse gratis en su apartamento de Roquebrune, cerca de Mónaco.
Incluso diez años después, en pleno 'revival' de la gran Josephine Baker, la princesa Grace, su marido Raniero y Jackie Onassis le tuvieron que pagar su último espectáculo, la verdadera cortina final para celebrar sus 50 años en el 'show-bussiness'. Tenía 68 años y aún podía bailar a su estilo de 'mono mareado' y cantaba mejor que nunca. El 8 de abril de 1975, cuando se produce la 'premiere', en el teatro Bobino, entre las butacas están admirándola Sophia Loren, Mick Jagger, Shirley Bassey, Diana Ross y Liza Minelli.
No pudo dar el quinto concierto. En la noche del cuarto, Josephine murió tranquilamente en su cama, víctima de una hemorragia cerebral. El disco de 'Josephine a Bobino, 1975' existe, pero es muy difícil de encontrar. Sólo apareció en vinilo. Pero lo más increíble de esta historia musical de la primera estrella del pop es que una de la últimas canciones que cantara en su cuarta aparición del Bovino fuera una versión increíble del tema de Bob Dylan 'The times they are a'changing'. Ella, siempre moderna y progresista, lo sabía bien.
Josephine escribió un pequeño poema en prosa , este es un extracto: Decían que era fea / que bailaba como un mono / Pero sigo bailando. / Amo el jazz / Tengo una religión / Adoro a los niños / Ayudo a los pobres / Amo los animales / son los más sinceros / Gano mucho dinero / pero no amo el dinero.
Julián Ruiz
El Mundo, 11 de marzo de 2015.
Dibujo tomado de El Mundo.
Ver también: Joséphine Baker: The First Black Superstar, documental de la BBC; Concierto en el teatro Olympia de París en 1968 y Esto es felicidad, canción que interpretó acompañada por la orquesta del Teatro Musical de La Habana, durante una de las dos visitas que en 1966 hiciera a Cuba. La Baker visitó por primera vez la isla en 1953 y compartió con un grupo de admiradores en un restaurante habanero. En 1966, además de actuar y grabar un disco (que no fue editado hasta 1996), asistió a una exposición de Wifredo Lam en el Palacio de Bellas Artes.
Gracias por sus palabras. Es posible que Josephine Baker puede bailar en Francia casi desnuda porque ella estaba negra con pensamiento que estaban mirando un animal o casi-animal. Racismo?
ResponderEliminar