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lunes, 26 de agosto de 2013

Ex combatiente olvidado


Durante décadas, miles de hombres y mujeres depositaron su fe en la revolución y respondieron a su llamado, aún a costa de dejar a sus seres queridos para integrar las filas de los revolucionarios.

Pero en su vejez han sido abandonados por sus ídolos. Han vivido más de medio siglo en espera de una mísera vivienda o un trabajo que les permita mantener decorosamente a sus familias.

El amor a la revolución cubana ha sido para muchos la apasionada creencia en la palabra de un hombre. Hoy, sufren decepciones y creen haber perdido su tiempo e invertido sus energías en vano.

Arturo Anastasio Driggs, natural de Holguín, y portador de varias medallas de reconocimiento por el cumplimiento de misiones internacionalistas, refiere que en 1961 se escapó de su domicilio, donde vivía con su madre y hermanos, para irse a alfabetizar.

Dejó la escuela de arte para ser militar. Con solo 15 años de edad se presentó en el cuartel San Ambrosio. Fue jefe de milicia y se incorporó a las Tropas Guardafronteras, donde pasó quince años como guardafrontera en la Capitanía del Puerto.

En 1989, luego de cumplir misiones internacionalistas en el continente, regresó a Cuba. Desde entonces y hasta su retiro, fue el segundo jefe de sector de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria) en La Rampa, Vedado.

Dice sentirse avergonzado del maltrato de que ha sido objeto por parte de la PNR, por haber denunciado un delito de falsificación de documentos. Cuando se dirigió a la Asamblea Nacional del Poder Popular, sus quejas fueron desestimadas, violando sus derechos ciudadanos.

Como herencia de su antigua suegra, Elma Mederos, Driggs recibió un apartamento en el municipio Cerro. Cumplía con todos los requisitos establecidos por la ley, pero su nieta Yoanka Laboru Milián consiguió que en la Dirección de Vivienda falsificaran los documentos y lo expulsaran.

Dos años más tarde y luego de mucho papeleo, Driggs compareció ante un tribunal, que falló a su favor y sancionó a su nieta por daños a su persona y a la vivienda de su abuela así como por el ejercicio arbitrario de derecho.

Pero nunca más ha podido entrar al apartamento. Mientras él vive en la casa de una amiga, su nieta vive en una lujosa residencia.

La PNR y la Dirección de Vivienda no han tomado en consideración las medidas dictadas por el tribunal, que por testamento lo acreditan como dueño legítimo del apartamento y a su nieta como conviviente.

Michel Iroy Rodríguez
Primavera Digital, 9 de julio de 2013
Leer también: Revolucionarios ayer, mendigos hoy.

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