Por Tania Quintero
De las fotos de la Jornada por la Diversidad y la Integración celebrada el 21 de marzo en la sede del comité Ciudadanos por Diversidad y la Integración, una me llamó la atención. La de una joven risueña que mira a la cámara. En el pie dice: Eleanor Calvo, directora del Observatorio Ciudadano contra la Discriminación.
Por el apellido y el parecido, deduje que era hermana de Leonardo Calvo Cárdenas, historiador y reconocido activista en favor de los derechos de los negros cubanos.
Cuando el 22 de mayo en Cubanet vi la foto de Eleanor tras las rejas, pensé sobre el mal rato que habría pasado Leonardo, al ver a su hermana detenida en una estación de policía. No porque hubiera cometido un delito, si no por haber querido participar en el acto conmemorativo por el centenario de la matanza y represión ejercida por las autoridades de la época contra miembros del Partido Independiente de Color, en 1912.
Ese día por tarde, Leonardo me pasaba un correo donde me aclaraba que Eleanor Calvo Martínez no es su hermana, sino su hija y estaba muy orgulloso de ella. Y me imagino que también triste, impotente, indignado, al ver a su hija injustamente detenida durante unas horas en el calabozo de una estación de policía, como si fuera una vulgar delincuente, cuando es una joven muy bien preparada, que en vez de escoger la vida fácil -como tantas jóvenes en la isla, que han hecho del jineterismo una profesión- decidió seguir los pasos de su padre y defender a los los ciudadanos negros, los más marginados dentro de la sociedad.
Esa imagen, de una mujer inocente arrestada, es una vergüenza y una ignominia para el régimen cubano. Algún día la historia y la humanidad le pasarán la cuenta a los hermanos Castro y a sus descendientes. Por ésa y por tantas injusticias.
Mientras llega ese momento, recordemos la mirada digna, altiva y serena de Eleanor Calvo Martínez.
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