Por Ileana Medina y Manuel Zayas
Vilma Espín velaba por todas las publicaciones sobre sexualidad y se reunía con personas que, de acuerdo con su criterio, debían dar sus opiniones al respecto -yo las llamo despectivamente "la censura"-, que constituían realmente los escollos más grandes.
No puedo responder el acápite de la pregunta con una cita literal de Schnabl, que debe encontrarse en la página 329, otra en la página 330, pues solo está a mi alcance el libro de la segunda edición, que solo tiene 314 páginas. Es probable que Schnabl se haya expresado en una versión vieja de su obra de la manera que usted describe. No solo Vilma Espín fue capaz de revisar totalmente su actitud frente a la homosexualidad, también los sexólogos de otros países "modernos" han tenido que cambiar sus criterios y sus actitudes.
En 1988 se practicó la primera operación de cambio de sexo en Cuba. ¿Cómo reaccionó el gobierno a esta operación? ¿Cuál era la posición del CENESEX sobre la transexualidad?
No fue hasta finales del 1983 que pude conocer el programa tal vez más sólido y consecuente de tratamiento del transexualismo: en Suecia, donde pude realizar un viaje de estudio, financiado por la SIDA (Swedish International Development Agency), se me permitió conocer todas las instituciones que participan en la implementación del programa de reasignación de género. El Dr. Bengt Nylen, jefe del equipo de cirugía de reasignación de sexo en el Karolinska Hospital de Estocolmo se ofreció a realizar la intervención quirúrgica de transexuales cubanos y a capacitar a los cirujanos, sin cobrar. Solo solicitó poder pasar unos días de vacaciones en Cuba después de realizado el trabajo.
Vilma Espín recibió toda la información con satisfacción y nos encargó al Dr. Lajonchere y a mí elaborar un proyecto de programa sobre el transexualismo. En el momento indicado tratamos de contactar al Dr. Nylen, y recibimos la terrible noticia de que había fallecido, víctima de un accidente. Esta situación significó un gran paso para atrás, un freno de nuestra labor y un golpe fuerte para los candidatos a ser sometidos a la intervención quirúrgica.
Cuando en Cuba se produjo la primera intervención quirúrgica de reasignación de género, se estaba celebrando una reunión del Comité Nacional de la FMC -yo era también miembro del Comité- y alguien sacó a discusión la noticia de la intervención quirúrgica practicada por primera vez. Yo estaba una vez más en el banquillo de los acusados. "¿Cómo pudiste autorizar esto sin consulta previa?" -se me reprochó una y otra vez.
El asunto es que yo no sabía de la operación. Lo supe cuando ya estaba hecha. Conozco al cirujano, un urólogo muy competente. Pero actuó sin coordinar el asunto conmigo ni con el Dr. Lajonchere. Tampoco él conoció el programa sueco que estábamos aplicando -en una versión adaptada- en Cuba. Él desconocía que la cirugía debe ser el último paso, por lo menos debían pasar dos años de "vida en el rol del otro género".
Esta etapa de dos años es sumamente necesaria, porque sirve para demostrar la condición de transexual del (la) afectado(a). La medida se debió también al hecho de que en Cuba, con la homofobia extremadamente agresiva, muchos homosexuales se declararon "transexuales", porque la prensa había hecho declaraciones en el sentido de que los transexuales -a diferencia de los homosexuales- no son "desviados", sino que nacieron con un sexo que es incompatible con el sexo psíquico y necesitan una reasignación quirúrgica.
La intervención quirúrgica debe ser el último paso porque es irreversible. Una vez quitado el pene y los testículos y fabricada una vagina artificial, no puede fabricarse un pene nuevo. Y si una persona supuestamente transexual no ha realizado la prueba más importante -que es vivir por lo menos dos años en su papel de persona del otro sexo, con el control y la evaluación de personal (psicólogo o psiquiatra) calificado-, existe el peligro de que su condición de transexual no quede demostrada.
En Cuba no encontramos condiciones idóneas para someter a los candidatos a la prueba descrita, que lleva implícita varias medidas: facilitarle una vivienda en otra provincia; facilitarle un trabajo en su nueva sede; mantener discreción absoluta, de forma que nadie en el nuevo entorno del candidato conozca de su problema; y facilitarle un tratamiento permanente con hormonas y las facilidades de realizar la epilación duradera.
El debate sobre la homosexualidad, la igualdad entre géneros o la no discriminación, sigue hoy activo en todas las sociedades, incluidas las europeas y las de democracia madura. ¿Cree usted que Cuba tiene algo que aportar al respecto?
Es cierto que el debate sobre la homosexualidad, la igualdad entre géneros o la no discriminación sigue ocupando espacios importantes en las agendas de muchos países. Según mis conocimientos, los países escandinavos reportan los mayores éxitos. En los países de la Unión Europea, el aspecto legal está resuelto -al igual que en Cuba-, pero la realización de los objetivos sucede a niveles diferentes.
Interesante para mí fue conocer los logros de España en los últimos veinte años, en cuanto a la igualdad, los derechos y la salud reproductiva de la mujer, la despenalización y los derechos de los homosexuales han alcanzado niveles impresionantes. Rusia, país con una homofobia escandalosa, no reporta ningún cambio en lo tocante a la homosexualidad y tiene resultados muy pobres en lo referente a la igualdad, a la no discriminación. No voy a referirme a la situación en África, la India, los países de religión islámica, ni a América Latina, porque no pienso escribirle un libro, respondiendo a sus preguntas.
Es interesante saber que en la RDA, antes de caer el Muro en 1989, se quitó del Código Penal la ley que castigaba la homosexualidad. En la RFA esto sucedió dos años más tarde. También es interesante conocer que en gran parte de los Estados de Estados Unidos, la homosexualidad sigue siendo un delito.
Es posible que Cuba pueda aportar algo en lo que a igualdad de géneros, a la no discriminación y a la disminución de la homofobia se refiere, sobre todo en América Latina, pero no se crea que con discursos, cambios de leyes y con disposiciones pueda lograrse el fin de la homofobia. Y en Cuba, como en muchos países de América Latina y África, en Rusia (hay leyes violentas que castigan la homosexualidad ) y en muchos países europeos, la homofobia está muy profundamente arraigada.
Para el logro de cambios son necesarios esfuerzos mancomunados de toda la sociedad, y el ejemplo vivo de los políticos tiene gran importancia. En Alemania, el Ministro de Relaciones Exteriores es homosexual, numerosos parlamentarios lo son, el alcalde de Berlín lo es también. En los últimos veinte años se ha producido un cambio tremendo en la actitud de toda la población frente a la homosexualidad. Según la ley, los homosexuales pueden casarse, pueden adoptar niños, tienen los mismos derechos que los matrimonios heterosexuales. Y no existe ya la homofobia ni abierta ni encubierta que todavía se observaba hace treinta años. Hay un ambiente muy franco al respecto: la prensa, la TV, el arte, todos los sectores participan. Difícilmente encontrará un maestro que se atreva a manifestar su homofobia, si la tuviera. No obstante, creo que la homofobia nunca desaparecerá del todo. Quedarán residuos y mucho depende del trabajo que realicen los homosexuales ellos mismos.
Para poder actuar necesitan, sin embargo, la autorización de formar asociaciones, o partidos, o como quiera llamárseles, que reciban el apoyo político y también el respaldo en cuestiones legales. En muchos países europeos, este trabajo de los homosexuales, por ejemplo, en asociaciones o en clubes o agrupaciones de interés, tiene una importancia enorme. En Cuba no se permite este tipo de agrupación, no hay espacio legal ni el apoyo político, que se reduce a declaraciones, discursos, al cambio formal de alguna ley que está sobre el papel, que lo aguanta todo.
Me sorprendió leer en su libro autobiográfico Monika y la Revolución que en la década de los 80 muchas mujeres y hombres cubanos ni siquiera conocían la naturaleza del orgasmo femenino. Esto contrasta ampliamente con el imaginario de la cultura popular cubana: "machos" que se creen "máquinas sexuales" y mujeres con fama de "calientes" y liberadas. ¿Pone usted fin al tópico y al mito?
Efectivamente, muchas mujeres y hombres cubanos desconocían "la naturaleza del orgasmo femenino". En miles de cartas recibidas, en mis programas radiales de debate "en vivo y directo" (Radio Rebelde) conocí esta situación. A raíz de la publicación de En defensa del amor, de Schnabl, recibí no solo amenazas de hombres airados por haber "echado a perder" a sus mujeres, por haberles hablado de algo de cuya existencia (el orgasmo) ellas antes ni siquiera sabían, sino también se quejaron muchas mujeres.
Ellas no querían que les metiera el diablo en el cuerpo, que estas cosas del orgasmo, del placer -tal vez era algo real en Alemania, pero en Cuba, por Dios-, no sigas hablando estas tonterías: las mujeres tienen el deber de estar a la disposición de los hombres; ellos necesitan satisfacer su necesidad sexual, las mujeres tienen que estar a la disposición de ellos, sino ellos se enferman. Y no solo opinaban así mujeres de edad avanzada, no, jovencitas, alumnas de pre o de institutos tecnológicos.
En las consultas de pareja de toda Cuba recibimos la confirmación de esta situación. Es cierto que los cubanos se consideran los machos omnipotentes, las máquinas sexuales que funcionan a toda hora, pero la calidad de este rendimiento para la pareja, o sea, para ambos, yo la sigo cuestionando (lo cual no quiere decir que todas las mujeres cubanas desconozcan o no hayan experimentado orgasmos.)
Es cierto también que en Cuba, en los últimos veinte años se ha observado un relajamiento de la ética y de la moral sexual, del nivel de responsabilidad en la pareja, un auge de la prostitución. Yo no diría que estoy poniéndole fin al tópico y al mito, sino que debería hacerse una serie de investigaciones, de estudios, para poder encontrar respuestas relevantes a los muchos mitos y a las verdades a medias, así como a la situación real.
También es un hecho que, tanto en cartas como también en debates radiales, he recibido muchos mensajes de agradecimiento, de satisfacción por haberse editado en Cuba libros con información muy importante y valiosa, por haber publicado artículos, por haber hablado en debates y haber respondido preguntas "difíciles" por escrito o hablando en la radio.
En 2000, el CENESEX comenzó a ser dirigido por Mariela Castro Espín -hija de Raúl Castro y Vilma Espín- y cobró una importancia política inusitada, desconocida para centros de estudios semejantes en otros países. Un año después, y siguiendo una directiva del Comité Central, a ese centro se le encomendó la tarea de desmentir las denuncias de persecución a los homosexuales, y de trabajar a favor de éstos. Como algo paradójico, el mismo régimen que los reprimió, acabó desarrollando políticas de Estado como la autorización de operaciones de cambio de sexo, jornadas contra la homofobia, un proyecto de ley para uniones civiles (todavía no aprobado), entre otras medidas. ¿Qué opina de la labor de Mariela Castro al frente del CENESEX y de esa operación de lavado de cara?
Mariela Castro es una mujer inteligente, posee una formación profesional sólida y ha lanzado a debate en "la cúspide" la cuestión de la homosexualidad. Esto lo encuentro bien, pero -y aquí tenemos otra vez un pero- a la par de cambios de leyes y disposiciones y reglamentos, continúa la homofobia bajo los más diversos pretextos.
La homofobia está arraigada en la "cúspide", y la población cubana se caracteriza por ser eminentemente homofóbica y se ha visto respaldada por los jefes en el poder durante decenios. Mariela tiene el respaldo del padre -quien también ha desempeñado un papel importante en lo referido a la cuestión de la homosexualidad en las fuerzas armadas.
A cada recluta se le practicó no solo un examen médico sino también se le entregó un cuestionario, con el objetivo de asegurar el mantenimiento de la limpieza del ejército de homosexuales. Una vez encontrada la condición homosexual de un recluta, se le archivó para siempre, se le excluyó del servicio y se le dio un documento que tenía que enseñar obligatoriamente cada vez que solicitara un trabajo. Este papel constituía la barrera más infranqueable en cualquier centro de trabajo. Al mismo tiempo estaba vigente la ley contra la vagancia. Al "vago" que no trabajaba, se le castigaba; al homosexual se le castigaba doblemente, pues por ley no tenía acceso al trabajo y por ley tenía que trabajar. ¡El surrealismo cubano!
Volviendo al trabajo de Mariela, me parece que se están centrando las actividades, la labor del CENESEX, en la cuestión de la homosexualidad y de la transexualidad, como si Cuba no tuviera miles y miles de problemas que afectan a una gran parte de la población: el embarazo en adolescentes, el problema de las madres-niñas, el problema del aborto, el problema de la inestabilidad de la familia cubana, de los elevadísimos índices de divorcios, del relajamiento, de la promiscuidad, del alto índice de enfermedades de transmisión sexual, del SIDA, de la falta de responsabilidad, de los baches en el suministro de medios anticonceptivos, de la falta de continuidad en el trabajo de calificar a especialistas para el funcionamiento de los centros de orientación y terapia en todo el país, la falta de medios de información actualizada para especialistas…
La revista del CENESEX es excelente, pero ¿cuántas personas tienen acceso a ella? Internet ofrece posibilidades incontables para recibir información y para intercambiar experiencias, pero ¿cúantos profesionales tienen acceso? ¿Cuántos cubanos, viejos o jóvenes, tienen acceso?
Preocupante es también la situación referente a la prostitución. Niñas, mujeres profesionales, jóvenes, homosexuales, se están prostituyendo. Excepto reprimiendo, persiguiendo, encerrando a las (los) prostitutas(os) no veo que utilicen otras medidas para erradicar este problema.
Efectivamente, la prostitución es otro de los temas sociales candentes en la sociedad actual cubana. ¿Cuáles cree que son las claves para entender el fenómeno de la prostitución en Cuba?
A mi entender, las claves para entender el fenómeno: falta de ingresos, falta de perspectivas no solo para los jóvenes sino también para las muchísimas personas desempleadas, incluso para muchas mujeres profesionales; a menudo, prostituirse con turistas extranjeros es el medio más fácil de conseguir "una lasquita de la torta". Una economía, infraestructura desastrosas y destruidas -todo esto contribuye a que surja una sociedad enferma. Y para mí, la sociedad cubana está gravemente enferma.
Cuando se crea el CENESEX en 1989, usted se convierte en su primera directora; un año después sale de Cuba. ¿Cómo pudo regresar a Alemania?
Regresé a Alemania con mis dos hijos, aprovechando una conferencia internacional en Rostock, que me habían autorizado un año antes. Mi hijo mayor estaba trabajando en Nicaragua, viajando a La Habana con frecuencia. Tenía pasaporte de servicio, con permisos de entrada y salida no limitados. El problema era mi hijo menor: no tenía pasaporte ni pasaje ni documento alguno que le permitiese viajar al extranjero. Como nació en La Habana, no le sirvió para nada su pasaporte alemán, era preciso conseguirle un pasaporte cubano.
Aproveché las buenas relaciones con Vilma Espín a quien le pinté un drama familiar -mi madre de casi 80 años de edad, enferma y ya cerca de la muerte, había pedido ver a sus nietos antes de abandonar la tierra. La verdad es que sí, mi madre ya estaba vieja y enferma, pero no tanto como para temer su fin. Y es verdad también que ella quería estar cerca de mí y de mis hijos.
Vilma prometió conseguirme los papeles necesarios y mi hermana, viviendo en aquel entonces en la RFA, me situó el pasaje para el muchacho. A Vilma le dije que pensaba tomarme algunos días de vacaciones después de la conferencia y que mi hijo y yo regresaríamos a La Habana después. Fue la única y última vez que me ví en la necesidad de abusar de la buena voluntad de Vilma Espín. Claro, no tuve otra opción. No había alternativa.
¿Sigue al tanto de la evolución de las políticas sexuales y de género en Cuba en los últimos años?
Trato de mantenerme al tanto, aunque no de forma sistemática ni profunda. A fin de cuentas, le he dedicado a Cuba casi treinta años de mi vida, esto no se olvida ni se borra. Pero ya tengo 70 años y me tomo la libertad de disfrutar mi vida de jubilada.
¿Cree que algo ha ido avanzando frente al persistente machismo tropical?
Francamente, no sé qué decirle. Por un lado, Cuba tiene un Código de Familia como existen pocos o ninguno en el mundo. Pero -¡de nuevo!- la puesta en práctica está lejos, como de aquí a la Luna.
¿Qué hace ahora Monika Krause? ¿Recuerda con nostalgia su época cubana, usted que trabajó tan cerca de las familias del poder?
Monika Krause vive ahora en un lugar paradisíaco, a orillas del Mar Báltico, en una ciudad que es la cuna de las casas reales de Europa. En un castillo, construido en medio de un lago, viven todavía hoy los integrantes de la familia real danesa, quienes, por ser bastante pobres, encargaron a la comunidad el mantenimiento del castillo, ofreciéndole a la ciudad el derecho de usar el edificio como museo y como escenario de actividades culturales diversas.
En cinco minutos de caminata estoy a la orilla del mar, en la playa. Lo único que limita el sentirse feliz en este rincón, es el clima. Hay muchos huracanes, muchos días de lluvia y oscuridad (de noviembre a marzo), pero también tenemos días de frío -como ahora, de 15 °C bajo cero-, sol, nieve: los niños patinando sobre los lagos congelados, las aves marinas sobre el fiordo de Flensburgo, que está totalmente cerrado.
Desde hace 13 años estoy nuevamente casada. Tengo un esposo maravilloso. Viajamos mucho. Sobre todo en la estación "fea" del año, nos vamos a una de las Islas Canarias, dándole tiempo al invierno alemán a retirarse. Dedico mucho tiempo a la lectura (literatura especializada, las menos de las veces): literatura contemporánea, nacional como internacional, donde ocupan un lugar cimero los Premios Nobel. Y he descubierto una nueva "droga": colecciono fósiles del Mar Báltico, del Mar del Norte, del Atlántico, y de todas las aguas que tengo el privilegio de visitar.
Recuerdo a menudo mi época cubana, pero no con nostalgia, sino con el distanciamiento que permite la edad. Estoy viviendo la etapa más feliz de mi vida.
Video: La cantante cubana Osdalgia en un videoclip del documental La reina del condón.
(1) Sobre los hombres homosexuales decía Schnabl: "Su andar suele ser gracioso: a pasitos cortos acompañados de contoneo. Muchos tienen el pelo suave y largo, la piel delicada y caderas relativamente anchas (…) Se considera que los homosexuales son muy sensibles, se ofenden con facilidad, son irritables, desequilibrados, fáciles de influir, nerviosamente inestables y hasta neuróticos" (pag. 329). Y sobre las lesbianas: "Las lesbianas activas conquistan y defienden a veces a su amante contra las competidoras, desplegando una gran agresividad en esto. Entre las mujeres homosexuales pueden darse violentas escenas de celos" (pag. 330).
Diario de Cuba, 12 de abril de 2012
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