Por Tania Quintero
Los viejos, como las mujeres y los niños, pertenecen a los segmentos más endebles y vulnerables de un país. Cuba no es una excepción.
Toda la isla está llena de ellos, pero en La Habana, son más visibles. Cientos de personas de la tercera edad vendiendo cigarros, periódicos o cualquier cosa que les permita ganarse diariamente unos pesos. Casi todos son jubilados, aunque no faltan amas de casa que han tenido que dejar a un lado la pena y sentarse en un portal con una cajetilla de Populares, ofertando a 0.35 centavos cada cigarro.
Algunos que tienen la dicha de formar parte de un núcleo familiar con buenas entradas y los hay que periódicamente reciben una remesa en dólares. Pero, en general, los viejos cubanos no se han podido acostumbrar a la nueva realidad: un alza de precios que no ha sido acompañada de aumentos de salarios y pensiones. Muchos desgranan su tiempo haciendo comparaciones: cómo era antes de 1959 y cómo es ahora.
Los ancianos suelen reunirse en portales o parques, mientras esperan la llegada del periódico, que a veces demora horas. Si uno se acerca a escuchar sus conversaciones, casi siempre sale a flote el mismo tema: recuerdan que una vez fueron personas, porque podían desayunar café con leche y pan con mantequilla.
Ahora la mayoría tiene que contentarse con un buchito de café mezclado con chícharos, una taza de cocimiento de hojas de cualquier yerba o un vaso de Cerelac, un preparado a base de soya, leche en polvo y cereales, que tiene un sabor particular: sabe a rayo. Como mejor se traga es caliente, con azúcar, canela y una pizca de ralladura de limón o naranja.
Una buena alimentación no sólo es necesaria para retardarles la partida hacia el viaje final, sino para proteger a los que pasen los 60 de los contínuos cambios climáticos a consecuencia del fenómeno del "Niño" y que en Cuba ha provocado lluvias, vientos e inesperadas bajadas o subidas de temperaturas.
Muchos viejos no poseen abrigos ni tienen con qué protegerse de los aguaceros. No pocos han enfrentado el mal tiempo en la calle. Es común verlos tapandose con sacos de yute o pedazos de nylon. Las enfermedades respiratorias atacan con frecuencia a los ancianos. Neumonía, asma, bronquitis y casos de tuberculosis se reportan. Y no siempre son personas de la tercera edad.
A las condiciones precarias de vida, se suma que una buena parte de las personas mayores fuman y últimamente también se han aficionado al alcohol, ron barato de pésima calidad. Por eso, cuando uno entra en una funeraria, descubre que en una de las salas siempre hay tendido un abuelo o una abuela.
Una señora que acaba de enterrar a su esposo de 70 años, víctima de un accidente de tránsito, declaró que "si el período especial se prolonga varios años más, en la población cubana irán quedando los más jóvenes. Porque con dólares la gente se resuelve, pero la mayoría de los viejos dependemos de las raquíticas pensiones que mensualmente cobramos para hacer frente a una existencia cada vez más dura y más cara".
Publicado en Cubafreepress el 13 de marzo de 1998.
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