Por Tania Quintero
DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ, reza el título de esta foto colgada en Flickr el 31 de marzo de 2008. Pertenece a Visentico/Sento. Y su pie dice:
Los niños están enseñados a pedir a los turistas. Suelen pedir caramelos, galletas o cualquier cosa que se puedan llevar a la boca.
Las madres suelen pedir jabón, lápices o bolígrafos, libretas, cuadernos, ropa usada (vieja) o cualquier cosa que puedan cambiar por un poco de comida.
La escena que más me conmovió fue cuando estuvimos viendo desde fuera de un colegio cómo los alumnos hacían una coreografía con sus profesoras. Al acabar, les dimos un buen puñado de lápices y nos recompensaron con caras llenas de felicidad. No quiero imaginar cómo deben estar las cosas en los colegios cuando el regalo que más agradecen los niños es un lápiz.
No se menciona el país. Mas los autos al fondo lo delatan. Ocurrió en Cuba. Ocurre en Cuba. En el mismo país donde desde el lunes los poseedores de divisas hacen colas para comprar un celular que cuesta el salario de casi un año de trabajo de un empleado. Donde desde hace unos días se adquieren ollas arroceras, televisores de plasma, reproductores de dvd y motos, entre otros artículos ahora al alcance de cubanos con cuentas en pesos cubanos convertibles, familiares pudientes en el exterior o dólares debajo de los colchones.
Así que tengamos cuidado a la hora de hablar de los meninos de la rúa en Brasil o de los niños de la calle en cualquier país latinoamericano. Porque los nuestros, por ahora, son más educados, van más limpios y no suelen emplear la violencia, pero en cualquier momento pueden comenzar a cambiar.
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