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lunes, 17 de junio de 2024

El ingeniero cubano que echó a andar la industria en Colombia

Bien se sabe que cubanos por el mundo hay muchos, ahora y antes. Lo que no siempre se conoce es la huella que han dejado allá donde sus pasos han pisado firme. No son pocas las contribuciones anónimas del inmigrante cubano al progreso de otros países. Afortunadamente, a algunos sí se les recuerda en el lugar de acogida, aunque en su tierra se desconozca la trayectoria que tuvieron en el nuevo destino. Este es el caso de Francisco Javier Cisneros, ingeniero civil santiaguero que propulsó la economía cafetalera colombiana.

Su legado vive en Colombia, donde se recuerda entre los impulsores de la red de ferrocarriles, como actor clave en el desarrollo de la navegación fluvial de carga y de pasajeros, creador del tranvía de Barranquilla y diseñador de uno de los puertos más importantes del país a inicios del siglo XX: Puerto Colombia. Por eso Cisneros nombra dos municipios colombianos, dos plazas, un colegio, una estación ferroviaria y tiene una escultura en bronce en la plazoleta Arcada Pública de la estación de Medellín, originalmente en la plaza principal de Medellín que llevaba su nombre, hoy Parque de las Luces.

Del café colombiano sí se ha escuchado hablar, porque desde los albores del siglo XX se comenzó a comercializar internacionalmente, reportando grandes beneficios a la economía colombiana y siendo uno de los rubros que más contribuyó al progreso industrial de ese país. Sin embargo, para llegar a ello tuvo que vencer grandes retos, ya que la principal zona productora se encuentra en el macizo andino y la transportación hacia la costa estaba llena de obstáculos naturales. Esto frenó el despegue de la exportación cafetalera hasta finales del siglo XIX.

La transportación del grano se hacía de manera combinada por los arrieros, que desde las fincas cargaban en mulas los sacos por la accidentada geografía montañosa hasta los puertos fluviales donde continuaba en barcos hasta los puertos de mar. Era un desplazamiento lento e interrumpido de cantidades muy limitadas. Además, el río Magdalena, principal cauce de este tráfico comercial, no es navegable completamente, pues tiene zonas de grandes saltos y rápidos que entorpecen el tránsito continuo hacia la costa.

Por esta razón, la introducción del ferrocarril fue determinante para el avance de la industria cafetera. En las últimas décadas del siglo XIX se fue estableciendo una red que comunicó con eficacia las zonas de plantación del eje cafetalero, facilitando una mayor capacidad de carga en menor tiempo. Aun así la difícil geografía andina impuso la combinación de medios. Para que se tenga una idea, uno de los principales trayectos del café de exportación, partía desde el centro de acopio de la ciudad de Manizales en un cable aéreo que conectaba con los ferrocarriles, para luego hacer trasbordo en el río que conducía la carga hasta Barranquilla, donde continuaba por otro tramo ferroviario hasta el puerto marítimo.

Francisco Javier Cisneros tuvo un papel importante en esta empresa. Contratado por el Gobierno, diseñó en 1872 el tramo del ferrocarril del Pacífico que unía Cali con el puerto Buenaventura; y en 1874, el ferrocarril de Antioquia que unía el puerto fluvial de Berrío con Medellín. En ellos adecuó la normativa internacional a la topografía colombiana, utilizando vías más estrechas (91,4 centímetros) que facilitaban las curvas y giros en la montaña. A su vez realizó obras complementarias por aquellos terrenos vírgenes, como caminos, puentes y la instalación del telégrafo. Hacia 1877 tenía su propia compañía ferroviaria e invirtió en la navegación fluvial. En 1884 era dueño de nueve vapores que optimizaron el tráfico por el río Magdalena. Dos años después fusionó a su empresa otras tres, conformando la Compañía Colombiana de Transporte. En 1890 introdujo el tranvía en la ciudad de Barranquilla, donde tenía su residencia.

Con este sistema combinado de transportación logró sacar de su aislamiento natural a muchas zonas del Gran Caldas y del valle del Cauca, potenciando el despegue del eje cafetero y el desarrollo de poblaciones asociadas a la producción de café. Tuvo además participación en las obras de los dos puertos principales de exportación: el de Buenaventura, en el Pacífico, y el de Colombia, en el Caribe. En el primero construyó un muelle en 1882, en funcionamiento hasta 1915 cuando fue modernizado. Pero su obra más reconocida fue la de Puerto Colombia, fundado por él en 1888 al igual que la población anexa.

En este puerto construyó, entre 1891 y 1893, un muelle de estructura de hierro y acero de 1.219,2 metros de largo que se adentraba en el mar facilitando la carga y descarga de mercancías. En su extremo tenía un atracadero de 180 metros de largo, donde los productos podían trasladarse directamente hacia los vagones del tren que comunicaba con Barranquilla (ferrocarril de Bolívar). Se dice que en 1911 se recubrió de hormigón, ya que hasta entonces solo empleaba hierro y madera.

Este muelle, considerado en su tiempo el segundo más largo del mundo, el tercero de mayor calado y el primero de su tipo en América, era la obra de ingeniería civil más importante de Colombia. A través de él se realizaba el 60% del comercio exterior del país a inicios del siglo XX.

Lamentablemente, en 1936, el Gobierno colombiano decidió desactivar este puerto al habilitar el de Bocas de Ceniza, que comunicaba directamente la navegación marítima y fluvial en la desembocadura del Magdalena. En 1942, levantaron los rieles del muelle de Cisneros y Puerto Colombia cesó su actividad. Asimismo, en 1949 se retiró el tranvía de Barranquilla y en 1948 se comenzó a desmantelar el sistema ferroviario, que quedó completamente desarticulado en la década de 1960.

Estas medidas hoy se perciben como un error y con nostalgia se recuerda la época de oro de la industrialización colombiana, en la que el cubano Francisco Javier Cisneros tuvo un papel determinante. En 1956, se creó una Junta Pro Defensa de Puerto Colombia, y comenzaron los reclamos para su conservación. En los 90 se peatonalizó habilitándolo con barandillas y luminaria, y se declaró Bien de Interés Cultural en 1998. Sin embargo, su mal estado de conservación provocó que a partir de 2009 comenzara a desplomarse por tramos. En 2014 comenzó un proyecto de recuperación para esta gran obra de ingeniería, y en 2021 se restauraron los primeros 200 metros del muelle.

Aunque hoy Puerto Colombia se rediseña como destino turístico de sol y playa, presenta el muelle de Cisneros como símbolo del progreso industrial que marcó el país, y como recuerdo de aquellos inmigrantes que contribuyeron a ese proceso; por lo que en 2022, en sus inmediaciones se ubicaron varias esculturas que los recuerdan, una de ellas dedicada especialmente a Francisco Javier Cisneros.

Yaneli Leal
Diario de Cuba, 14 de abril de 2024.

Foto: Monumento a Francisco Javier Cisneros en Colombia. Tomada de Centro Medellín.

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