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lunes, 30 de enero de 2023

Antes de 1959, en Cuba no había acaparadores ni revendedores




Leo esto en CiberCuba: "Encuentran gran cantidad de alimentos y productos de aseo en dos ómnibus en La Habana". Mientras haya escasez, habrá ilegalidades, acaparamiento, corrupción, soborno, revendedores, contrabando (extraperlo le llamaban en España durante el franquismo). Como en Cuba no hay comercio privado, todo es estatal, para sobrevivir a la gente no les queda más remedio que acudir al mercado negro, subterráneo, informal...

No solo en busca de alimentos, también de artículos de aseo y medicamentos. Esta nueva cruzada comenzó después de lo que el puesto a dedo y el marrano dijeron en el último Consejo de Ministros. No sé en el resto de la isla, pero los mandamases de la capital enseguida empezaron la persecución. Al primer lugar que se le tiraron fue a La Cuevita, en San Miguel del Padrón, a donde diariamente acudían habaneros y residentes en provincias cercanas como Artemisa, Mayabeque, Pinar del Río e inclusive Matanzas.

Antes de 1959, en Cuba había otros delitos, pero los cubanos no tenían necesidad de acaparar ni de revender y menos de hacer cola para adquirir bienes de consumo. Las bodegas, mercados de abasto, carnicerías, puestos de chinos, tiendas de ropa, peleterías, ferreterías, mueblerías y farmacias, entre otras, estaban bien surtidas los doce meses del año.

En todas las barriadas había vendedores ambulantes de frutas, cafetines, guaraperas, bares, quincallas y timbiriches donde por menos de 20 centavos te podías comer un pan con bistec, una frita, un pan con tortilla o un hot dog. A diario pasaban carros vendiendo helado. Al amanecer, los lecheros te dejaban el litro de leche en la puerta de tu casa. Si tenías nevera, cada cierto tiempo te traían un botellón de agua mineral La Cotorra, se llevaban el vacío y te colocaban el nuevo. Y si no tenías refrigerador, el hielero te traía una piedra de hielo, de un medio (5 centavos) o un real (10 centavos).

En 2008, al final de La Habana de mi infancia, además de poner la foto que encabeza este post, escribí:

"Muy parecida a ésa era la bodega donde comprábamos cuando yo era niña. Quedaba en la esquina de Monte y Romay, Cerro. Había dos bodegueros, no recuerdo sus nombres, pero sí que todo se despachaba en cartuchos, de distintos tamaños. Entonces no se conocían las 'jabitas de nailon'. La bodega abría de lunes a domingo, desde la mañana hasta la noche. Casi todos los bodegueros llevaban un lápiz en una oreja, para sacar cuentas y anotar cuando fiaban (las calculadoras tampoco estaban de moda).

"A la derecha, encima de la cabeza de la mujer, puede verse el molino de café: aunque vendían café Pilón o Tupy en sobrecitos de celofán, también se acostumbraba comprarlo a granel, por onzas o libras. Era cuando el bodeguero, que siempre tenía un gran cartucho de café en grano puesto bocabajo, apretaba el botón y la máquina molía una cantidad acorde a la solicitada por el cliente. Al lado del niño, grandes pomos de cristal con aceitunas, pasas, alcaparras, que se podían comprar por separado o juntas, para echarle al picadillo. En otra parte estaban las chucherías: caramelos, bombones, africanas, naranjitas, boniatillos, coquitos, chiclets (los de bola, para inflar, estaban en un aparato que uno echaba un centavo y además del chiclet podía salir una figurita). A la izquierda vemos la nevera, donde los bodegueros guardaban queso, jamón, jamonada, mortadella, tocino y otros productos perecederos".

En esa foto, que por la ropa es de mediados o finales de la década de 1950, el bodeguero está agregándole al cartucho de la compra un pomo de Nescafé, de Nestlé, marca suiza que se conoce en Cuba desde el siglo XX, por las tabletas o barras de chocolate, que los cubanos llaman 'peter' y por la leche condensada.

En el artículo Las productoras de leche condensada en Cuba, Álvaro J. Álvarez ofrece informaciones poco conocidas:

"Cuba importaba toda la leche condensada que consumía hasta el año 1930, cuando se inauguró la primera fábrica en la zona de Bayamo, luego crecerían las fábricas hasta el número de seis. La primera con 260 trabajadores, propiedad de la Compañía Nacional de Alimentos, filial de la firma Anglo-Suiza Nestlé, integrada por accionistas, con Alberto Almasqué Domenech (1888-1976) como su presidente en Cuba. La oficina principal estaba en O’Reilly #104, La Habana. Tenía líneas en el City Bank y en el Royal Bank of Canada, por $3 millones en cada caso.

"En 1927, Francisco Soto Izquierdo, un emigrante gallego (Mondoñedo, Lugo) cedió una finca de su propiedad, llamada Villa Rita, a la firma Nestlé para que instalase allí esa fábrica. En ese momento, Soto Izquierdo era uno de los hombres más ricos de la región y presidía la poderosa Asociación de Ganaderos.

"El presidente de la república, Gerardo Machado, inauguró la nueva industria el 1 de junio de 1930. Su apertura significó una importante creación de puestos de trabajo y un mercado seguro para los propietarios de ganado que tenían, un lugar donde vender la leche fresca que producían. Cuba contaba entonces con 6 millones de cabezas de ganado.

"La finca donada medía 13 hectáreas (32 acres ó 130,000 m²) y estaba situada a un kilómetro al norte de la ciudad, al lado de su principal vía de acceso, del río Bayamo y de otras fincas de Soto Izquierdo en el llamado Barrio Azul.

"La fábrica de Nestlé fue construída por la Compañía Albarrán y Vivar y alcanzó un costo de $421,325. Los suizos habían escogido a Bayamo para construir la primera fábrica de leche condensada en Cuba porque sabían que estaba al finalizar la construcción de la Carretera Central, inagurada por Machado el 24 de febrero de 1931. Una carretera que permitiría transportar el producto sin muchas complicaciones. Y como la producción de leche en esa zona era muy abundante, no les faltaría la materia prima".

Tania Quintero

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