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lunes, 13 de diciembre de 2021

Dos crónicas, una foto y un monólogo



La agencia de prensa independiente Cuba Press nació el sábado 23 de septiembre de 1995, día del cumpleaños de Blanca Reyes, Blanquita, la esposa del poeta, escritor y periodista Raúl Rivero, quien se nos acaba de ir en Miami, también un sábado, cuando le faltaban diecisiete días para cumplir 76 años.

No estuve presente en el nacimiento de Cuba Press, en el apartamento del matrimonio Rivero-Reyes, en Peñalver 466, apartamento 9, entre Oquendo y Francos, Centro Habana. Pero cuando Raúl me preguntó si aceptaba que mi nombre apareciera entre los fundadores de Cuba Press, en una nota que ese mismo día o al siguiente, divulgaría Radio Martí, le dije que sí. El primer trabajo que redacté, El príncipe azul, era sobre una jinetera que me contó su vida en las cuatro horas que estuvimos esperando una ruta 4 en Prado y Cárcel.

A partir de entonces, y durante los ocho años (1995-2003) que reporté desde La Habana como periodista independiente de Cuba Press, los 23 de septiembre mi hijo Iván García y yo felicitábamos a Blanquita, los 10 de noviembre ellos me felicitaban a mí y los 23 de noviembre felicitábamos a Raúl. En 2015, por sus 70 años, Iván escribió Taller de prensa con Raúl Rivero.

Ahora, a mis 79 recién cumplidos, me gustaría compartir con los lectores, dos crónicas que me dedicara mi querido Raúl. La primera, Tania, palabra de mujer, la pueden leer en este blog. En la segunda, de las tres periodistas mencionadas, aunque yo era la más vieja de las tres, soy la única superviviente. Por eso quiero recordar aquella crónica femenina de Raúl Rivero, y rendirle un modesto homenaje a mis colegas que ya no están, Ana Luisa López Baeza e Iria González Rodiles y, por supuesto, a su autor. Se titula Tres mujeres al tiro y salió el 23 de abril de 2002 en la web Encuentro en la Red:

Esta es una galería pobre y opaca. Las personas que aparecen son unas damas de apellidos llanos. Sus maridos, sus novios, sus amantes, ya han muerto o viven en el olvido, es decir, en la sabiduría. Son mujeres que ya saben que el odio tiene su latido particular y se refugian en dos latitudes inconquistables: la familia y el trabajo. Tienen sus picardías y pequeños vicios soportables. Por caminos diversos y desde puntos distantes entre si y, a veces, muy opuestos, fueron llegando al sitio donde están.

Tania Quintero aparece en primer plano. Profesional y, desde luego, apasionada, es, a mi modo de ver, la más libre del periodismo alternativo cubano. Escribe a toda hora o toma nota y a sus ojos que algunas tardes parecen que dormitan no se les escapa nada. Es agnóstica, pero no llega a la herejía y ama el cine y la música. Tiene el don de narrar seis historias a la vez en medio de una corriente de incidentales y alegorías.

Cuando oye decir la palabra ‘política’ no saca su pistola porque anda siempre desarmada. Cocina mal y, sin embargo, come bien. Le gusta leer reportajes y testimonios. Odia la televisión.

Viene Ana Luisa López que está lejos, aunque estuvo tan cerca que se tuvo que ir. Con mucho oficio y una capacidad de trabajo que porfía con la salud y el sueño, enseñó a decir la verdad sin complicar las cosas. Su voz fue emblema en los años noventa y ahora es otro. Como es de Camagüey, lo añora y lee poesía.

Dios la ayudó a salir de la mentira y a quitarse unos espejuelos oscuros que le pusieron de joven. Con ellos se pasó años en la creencia de que aquello que veía era la vida. Tiene la ambición de ser pobre y lo consigue.

Iria González Rodiles llegó disfrazada de Ernestina Rosell a mediados de 1995. Venía de unas ruinas y estaba ilesa. Se sentía arrasada, pero con fuerzas y recursos para, en más o menos la mitad de la vida, empezarla otra vez. Contaba, cuenta, con su profesionalismo y talento especial para la crónica y el análisis.

La acompañaban, la acompañan, sus lecturas, la experiencia de sus viajes, sus encuentros con mucha gente y otros mares y la fidelidad al amor que según Margarita Yourcenar es la única fidelidad posible.

Estas señoras, cuyos leves retratos dibujo ahora a toda velocidad, le han dado fuerza, presencia y virtud al periodismo cubano. Ellas ayudan a iluminar nuestro país y sus amarguras, sus desvelos y el coraje que sustentan sus trabajos es una sustancia donde se diluye la miseria, la simulación y la maldad.

Como en los cumpleaños siempre hay fotos, he encabezado este post con una foto que dos periodistas suizos nos hicieron en el transcurso de unas grabaciones que estaban realizando en La Habana para un reportaje sobre el periodismo independiente cubano, a mediados del 2000. Raúl Rivero, a la derecha, con su habitual camisa de mezclilla, Iván García, de espalda a la izquierda, con un pulóver de los Bravos de Atlanta, y yo, en primer plano, con el veintiúnico vestido veraniego, en la casa de Ricardo González Alfonso, en la calle 86 entre 7ma. y 9na., Miramar.

Y como en los cumpleaños tampoco puede faltar algo risueño y dulce, termino con la guinda del pastel: el Monólogo del policía que a Raúl Rivero le publicaron en el número 16/17 de la revista Encuentro de la Cultura Cubana correspondiente a la primavera del 2000:

¿Queseto, Compay? Eta gente de labana no dise paletino a nojotro polque nazimo en Oriete.Yo no sé ni dónde etá la paletina esa y pa mi eta ila e una sola y toj lo que nazimo en ella somo iguale, dise el gobielno. Yo soy polisía del gobielno. A mí me llamaron a un lugal ahí de mi pueblo, Contramaestre, y cuando bine a ber ya etaba betío e polisía y uno me dijo, bueno Compay, ya etá, ere la autoridá y aora te ba pa labana.

Qué cosa, la pitola, el unifolme, unas botas de baquero y dociento cincuenta peso, catre y jama y lo que se buca uno con lo litero de la bolita, con la jente de lo negosito y si se puede, se le mete una belosidá a una jineta y te tiene que diñal uno fula pal jabón y una cobita. Estoy bibiendo en la unidá pero no hay momento fijo pa que me empate con una de esa de labana y me embase en el gabinete.

Ya yo tengo veintidó año y no boy pa trá pa Contramaestre, a la cañandonga y e solibio arriba e ti ocho hora y lo que diñan e uno sellito y cuando ma una bentana o una piedra fina. Quebá, Compay, aquí etá el turimo y lo etrangero y eto abanero alaldoso y bretero que ponen malo el picao de be en cuando polque la han cogío con nojotro. "Paletino, bete pa tu gao", diseme un negrón el otro día y me le rebiré y le soné un gomaso poel lomo que ese no le dice paletino a ma nadie.

Soi la autoridá y no le pelmito a ningún abanerito de eso que me diga paletino ni que eté preguntando diresiones polque e pa bulalse de uno. Te dise: "Ben acá, dónde etá el etadiu del serro y el opital calito galcia?". Eso e pa que tu no sepa y depué te dise: "Ben acá, asere, tu no ere polisía?".

Cuando se me benza lo mese del serbisio, yo rengancho y si a mano biene estoy trabao con un materialito y lebanto mi barbacoa, mando a bucal a mi helmano ma chiquito y lo meto en la unidá a barrel o a cocinero, él se le cuela eso. La cosa e -con el mayol repeto- no cogel pal berdolaga. En labana se le pega a uno de to, su selvecita boba, su uisqui sonso, su taquito ribú... Oigame, ese Oriete etá que alde.

En labana etán lo abanero que son uno pesao y alaldoso, se creen mejol que toel mundo, eso sí, yo soi la autoridá y ello me respetan. Ete gobielno me bitió de polisía y lo que diga ete gobielno e la beldá y en la actividade política de la unidá yo digo mi consina to lo día y folmo mi gritería que si el imperialismo, que si la revolución que si el paltido, que si la lei jelbuton, polque yo no estoy en ná. Pero lo mío no me lo pone malo ninguno de deso de lo derecho humano ni lo batitiano ni lo yuma, Soi la autoridá y decojono al pinto de la paloma, Compay.

Tania Quintero

2 comentarios:

  1. Buenos días, Tania
    Me he reído mucho con el monólogo. Eso de lo abanero son alaldoso me ha matado, pero de risa.
    Un abrazo.

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  2. Este post es un banquete. Mis tardias condolencias a los familiares y amigos de Raul Rivero.

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