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lunes, 29 de noviembre de 2021

La esquina de L y 23



Una intersección importante del área donde residí en La Habana fue la céntrica esquina de L y 23 en el Vedado. Durante poco más de cuatro años, viví a cuatro cuadras y media de allí, en la calle 27. Recuerdo cuando en 1958 inauguraron el hotel Habana Hilton en el número 401 de la calle L, esquina sureste, obra del ingeniero cubano Manuel Ray Rivero con un mural de azulejos azules y blancos de Amelia Peláez en la fachada, y el portero lucía sombrero con penacho de plumas.

En el último piso del Habana Hilton estaba el Sugar Bar con ventanas o paredes grandes de cristal por tres costados y una vista lindísima. En los bajos, por la calle 23, los restaurantes Trader Vic’s, estilo marino, decorado con sogas, redes y boyas, especializado en mariscos, y El Polinesio. En la esquina de M y 23, una sucursal del Banco Pedroso, en la que tenía mi cuenta corriente.

Ahí empezaba La Rampa, hacia el este, cinco cuadras hasta el mar. Por la calle M se localizaba también el restaurante español La Cibeles. Cruzando la calle 25 en dirección sur, en la esquina de L, había una sucursal del Banco Godoy-Sayán.

El edificio Radiocentro, perteneciente a la emisora y al Canal 6 del circuito CMQ, de los hermanos Abel y Goar Mestre Espinosa, se inauguró alrededor del año 1948. Las guías que conducían los recorridos por los estudios usaban sobrios uniformes de chaqueta, y el creyón de labios y el esmalte de uñas del mismo color. El cine en la esquina noreste se llamó originalmente Warner, donde exhibieron después Cinerama y vi cantar a Los Chavales de España , con Luisito Tamayo y José Lara. En los bajos estaba Radio Reloj CMCB, cuyos dos locutores de turno se podían ver por la vidriera desde el corredor.

A mí me llevaban a la transmisión de La Comedia los domingos a las 9 con Marta Casañas, José de San Antón, y a ver otros programas con Luis Echegoyen, Jesús Alvariño, Luis Carbonell y José Bohr. En la entrada por M conocí y les pedí su autógrafo, entre otros, a los actores Gina Cabrera, Lupe Suárez, Carlos Badía, Obdulia Breijo, Alberto Insua, Cascarita y al senador Eduardo Chibás quien se diera un tiro el 5 de agosto de 1951 y moría once días después, el 11 de agosto.

En M llegando a 23 había un café concurrido y en la misma esquina de M y 23, una farmacia, que estaba de turno los martes. Por 23 quedaba también la joyería L’Art Mondial, que en la vidriera exhibía relojes con manilla de oro "martillada", la sastrería Azor y una oficina del Trust Company of Cuba. En los altos estaba el restaurante chino Mandarín, al que se subía por una escalera ancha, tenía una barra y un piano, cuyo pianista acompañaba a Alba Marina). Desde el Mandarín podía verse una vista de la Calle M, con la Asociación de Ganaderos con la baranda de su portal de balaústres de madera barnizada, y el edificio Alaska. Al lado del cine Radiocentro (hoy Yara), por L quedaban la farmacia de la doctora Isabel Rico y la cafetería Kimboo. En los bajos del edificio del Retiro Odontológico, sede de las salas de teatro Talía e Idal, había una sucursal del Banco de Nueva Escocia.

Por la esquina de 23 y L pasaban los ómnibus de las rutas 32, 26, 27, 2, 57, 10 y 20, de color crema con franja verde, y los autobuses V-7 y V-5, blancos con franja azul prusia, que habían sustituido en 1954 a los tranvías de la antigua Havana Electric Railway.

En la esquina suroeste estaba el establecimiento de equipos quirúrgicos de Saúl Díaz, en 23 No. 301. En la azotea podía verse un anuncio lumínico del cabaret Tropicana con la popular ballerina. Por L, varios acogedores edificios de dos plantas con cuatro apartamentos cada uno, que 1957 tenían un alquiler mensual de 125 pesos. Más al sur quedaba el Café d’Artists, que en un tiempo fue una empresa de Otto Sirgo, más tarde la pizzería Embers de Paxton. La calle M pasaba frente a la escalinata de la Universidad de La Habana.

Por 23 quedaba el Laboratorio J. Márquez, donde en 1960 me hicieron el análisis de sangre para la solicitud de visa de residencia en Estados Unidos. También, varios comercios y más al oeste hasta la esquina de la calle K estaba la furnia, en la cual se podían ver restos de unos escalones de lajas que bajaban al fondo. Me intrigaba si habría existido alguna estructura abajo. Recientemente me enteré lo que hubo en el fondo de la furnia de 23 y K: la residencia del Sr. Bartolomé Aulet, propietario de los terrenos de La Rampa.

En 23 No. 302, estaba el Tropicream, establecimiento de helados, con mostrador, mesitas al aire libre, unos toldos con aire parisino y postes inclinados rojos y blancos, al estilo de los canales de Venecia, donde servían sabores variados y no había que hacer cola. En la manzana comprendida entre las calles 23, 21, M, L y K radicó el antiguo hospital Reina Mercedes, donde está el Coppelia, donde un ortopédico me reconoció la columna vertebral cuando tendría unos diez años. Mucha gente tiene la memoria confundida de ese lugar. Una amiga me porfía que en esa esquina, antes de la heladería Coppelia, con su cola y sus sabores de fresa y chocolate, hubo el parqueo del hospital, y "unas casuchas de madera" (salí de Cuba en julio de 1961 y nunca vi la heladería Coppelia).

Por la calle L ,hacia el norte, después de 1959, estuvo el Parque del INIT, que inauguraron en 1960 con una exposición de fotografías. Al llegar a esta cuadra, me percato que me he pasado de sus límites: al cruzar la calle 21 en dirección norte estaba el restaurante Las Delicias de Medina, antiguo, fresco, alto, sobre unas rocas, que recuerdo con simpatía en la misma esquina de L, una calle L que nace en el Malecón, a nueve cuadras de L y 23.

Zilia L. Laje
Foto: Febrero de 1957. Vista de la Calle 23 casi esquina a L. Al fondo, el hotel Habana Hilton en construcción. Tomada de Society of Architectural Historians (Scaffolding and a City in Section: An Introduction to La Habana (sah.org)), que a su vez la tomó de los archivos de la Universidad de La Habana.

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