En su afán por mantenerse aferrados al poder a como dé lugar, los mandamases de la continuidad fidelista han perdido, además del contacto con la realidad, todo rastro de cordura y coherencia. Van de disparate en disparate, de papelazo en papelazo.
Pero peor aún es la actuación de sus abyectos servidores de la prensa oficial, que no se cansan de decir despropósitos, como el joven periodista de Villa Clara que, hace varios días, dijo que la revolución tenía que ser cool y sexy para ganarse la voluntad de la gente en las redes sociales.
Óiganme, eso es más difícil que conseguir que la llamada Tarea Ordenamiento saque a flote a la economía cubana.
¿Cómo harán para lograr que la revolución sea cool y sexy? Porque, evidentemente, con los tweets de Díaz-Canel no es suficiente. Y ni hablar de las insidias, los improperios y las amenazas con profusión de faltas de ortografía de las ciberclarias.
Se me ocurre que, si de ser cool y sexy se trata, yendo de lo simple a lo profundo, como decía aquel bolerón de Osvaldo Rodríguez, los dirigentes, que son los que ponen la cara por esa abstracta entelequia que llaman “la revolución”, para empezar, deben ponerse a dieta, para bajar las panzas y poder -aunque no aspiren a imitar en gracilidad a la difunta Farah María-, moverse más ágiles, amén de mejorar su ropero, su dicción y sus modales, a ver si no los confunden con rufianes y charlatanes de feria.
Ese es el primer paso. Digo, para los menores de 80 años, los disciplinados y obedientes cincuentones y sexagenarios del relevo generacional continuista. Los mayores de 80 no tienen remedio. Que aprovechen el próximo congreso del Partido Comunista para jubilarse e irse a esperar su turno para el crematorio y luego el panteón o el mausoleo, en dependencia de su rango.
El segundo sería, despojándose de prejuicios y manías ideológicas, en vez de dar manotazos, aprender a escuchar, leer mucho, estudiar y dejarse asesorar por personas que sepan, aunque sea Abel Prieto (pero sin hacerle demasiado caso, que el tipo es demodé). Eso los mejoraría algo, los haría parecer menos patanes, pero, ¿dar una imagen cool y sexy de un régimen dictatorial de 62 años que cada vez hace más infelices y miserables a sus súbditos?
La revolución de Fidel Castro, que una vez fue fotogénica, envejeció muy mal. Y le falta dignidad para aceptar que fracasó.
Los barbudos con olor a pólvora y manigua, en 1959, resultaban sexys para burguesitas aburridas. Luego, enfrentados al Tío Sam, se disfrazaron de libertarios para seducir y ganarse el apoyo de los progres de medio mundo. Hoy, convertidos en ancianitos mezquinos, caprichosos y retrógrados que no consiguen ponerse al día con este tiempo que no entienden porque ya no es el suyo, solo engañan a los que siguen queriendo dejarse engañar.
Al jet set de la llamada “dirigencia histórica”, se sumaron generales convertidos en gerentes y tecnócratas de nuevo cuño. Muchos, emparentados entre sí y casi todos vecinos en sus barrios lujosos y segregados, comparten negocios y privilegios. Burgueses que tienen de astucia lo que les falta de clase, son más una oligarquía que políticos profesionales. Una casta rabiosamente conservadora, inmovilista, que para congelar el tiempo a su conveniencia y seguir embaucando habla el lenguaje de “la revolución” y mantiene sus señas de identidad: el desafío a los Estados Unidos, la fidelidad a Fidel Castro y la retórica socialista en el discurso.
Prometen “un socialismo próspero”, como si fuera posible componer el comatoso socialismo castrista con parches y tisanas, con mentalidad de bodeguero avaro y látigo de mayoral. Que le pregunten a mis paisanos, hambreados de solemnidad, ahora que con el ordenamiento eliminan “los subsidios indebidos”, se multiplican los precios y les siguen imponiendo trabas, si creen en el socialismo próspero que les auguran los mandamases.
Pero, allá por las alturas, de donde bajan, con terrible verticalidad, indiscutibles, abrumadoras, las "orientaciones de arriba”, no interesa lo que pensamos y queremos por acá abajo.
No sé cómo rayos se la arreglarán para, con disfraz cool y sexy chapuceramente diseñado por ciertos jóvenes musulungos domados por el partido único, engatusarnos y que nos traguemos el cuento de la factibilidad de un socialismo perfeccionado, con swing, que no sea chato y aburrido.
Al menos a mí, todo esto de la nueva imagen a la que aspira el régimen de continuidad me deja anonadado, confundido, sin saber qué pensar.
¿Cool, sexy? Siendo tan rico en vocabulario el castellano, no hay por qué recurrir al inglés. Sobran los calificativos para este régimen, que cada vez es más chapucero, absurdo, disparatado, acartonado, rufianesco, abusivo, amén de ridículo, papelacero y cheo.
¿Cool, con swing? ¿De qué hablan? ¿De jazz? ¿Cool, y también con sordina, como las trompetas de Miles Davis o Chet Baker? ¿La pachanga castrista con swing, como en la orquesta de Count Basie?
¡Qué babosada! ¡Aspirar a que los viejitos del buró político y el comité central y sus continuadores, típica “gente sin swing”, como diría Fito Páez, se comporten como un piquete de frikis, emos y durakos en el Parque de G!
Luis Cino
Cubanet, 9 de febrero de 2021.
Foto: Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel y su esposa Lis Cuesta. Tomada de CubaNet.
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