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lunes, 13 de enero de 2020

De la genealogía


Compilar una genealogía es una tarea larga y lenta.

Teniendo apenas once años, comencé a preguntarle a mi mamá sobre mis tíos. Mis abuelos paternos habían muerto antes de que mis padres se casaran; pero ella me proporcionó lo que sabía. Mi tío materno mayor, Ismael, había ido anotando datos de la familia Bello celosamente en una libreta, y me los facilitó. Una prima cuarta materna, Renée, me ofreció información sobre mi bisabuelo materno, Riquelme.

Cuando me casé, una tía paterna política menor, la Madre María Asunción, me envió de Pontevedra los lugares de nacimiento de todos sus hermanos, Domínguez. En Genealogías habaneras, de Rafael Nieto Cortadellas, encontré al abuelo paterno de mi abuela materna, Hortensia, mi tatarabuelo, y por medio de la genealogista Mayra F. Sánchez-Johnson, en Taylorsville, Utah, obtuve la partida de su matrimonio en 1834 con mi tatarabuela.

En Historia de familias cubanas, de Francisco X. de Santa Cruz y Mallén, en la biblioteca pública del Condado encontré al bisabuelo materno de mi abuela materna. Encontré datos biográficos de un antepasado de mi abuela materna en Cuba en la mano de Esteban Roldán Oliarte y datos sobre otro en Economía y Sociedad de Leví Marrero y Artiles. Le debo los nombres de los esposos e hijos de mis primos segundos, los hijos de mi primo materno Ismael en Cuba, a una prima materna, Beba. Mi primo materno Chicky, en New York, me brindó los nombres de los esposos e hijos de sus hijos, mis primos segundos.

Encuentro investigar nuestras raíces fascinante, pero es una labor agotadora que nunca se termina.

Investigando la genealogía, me tropecé con una coincidencia sorprendente: Expuesto en términos sencillos, mi quinto abuelo paterno Gregorio Hidalgo-Gato y Vergara y mi quinta abuela materna María Micaela Fernández de Zaldívar y Ximénez eran concuños. Hé aquí cómo eso ocurrió:

El hermano menor de mi quinto abuelo paterno Gregorio, Nicolás José Hidalgo-Gato y Vergara, dos de once hijos de José Matías Hidalgo-Gato y Salazar y de Leonor de Vergara y Córdova, se casó en febrero de 1734 en la Catedral de La Habana con la hermana menor de mi quinta abuela materna María Micaela, Eugenia Fernández de Zaldívar y Ximénez, hijas ellas de Francisco Fernández de Zaldívar y Trimiño, de la casa de los condes de Zaldívar, y de Ana Apolonia Ximénez y Borroto. Gregorio Hidalgo-Gato y Vergara se había casado en febrero de 1733 con Ana María Rodríguez-Morejón y González de Alverja, mi quinta abuela paterna. María Micaela Fernández de Zaldívar y Ximénez estaba casada en noviembre de 1721 con José Armenteros-y-Guzmán y Sotolongo, Capitán de Caballos de la Plaza de La Habana, mi quinto abuelo materno.

Pero mi abuela paterna, María Mercedes Hidalgo-Gato y Flores, y mi abuela materna, María Hortensia Riquelme Roca, ambas naturales de La Habana en el siglo XIX, nunca se conocieron. Cómo se entrelazan las vidas de las personas a través de las generaciones.

Hay otras coincidencias curiosas: las esposas de mi tío materno mayor, Ismael Daniel, se apodaban Chicha y Cheché, ambas de pelo castaño claro y ojos verdes, y las dos suegras, Caridad Arias y Mary Rooney, eran ciegas.

Las esposas de los hijos de mi primo materno Ismael Francisco, en Cuba, se llaman ambas Lourdes, López y Cabrera. Las segundas esposas de los hijos de mis dos primos en Estados Unidos, Chicky y Lílliam (que no se conocen), norteamericanas, las dos se llaman Barbara, Gilbert y Shayeb.

En Estados Unidos, Mi primo Chicky, en Estados Unidos, y mi primo segundo Roberto Fausto, en Cuba, tienen dos hijas nombradas Karen. Dos tíos políticos maternos, Julio y Paco, tenían hermanas nombradas Aurora.

Las esposas de dos primos maternos, Ismael y Heriberto, tenían hermanas nombradas Hilda Hernández. Mi prima paterna Isolina Delgado se casó, consecutivamente, con dos hermanos, Luis y Guillermo Penelas Lage.

El bisabuelo paterno de mi hijo, Francisco Domínguez Núñez, se casó con dos hermanas, Matilde y Dula González Fernández. Segundo, mi primo tercero paterno, al quedar viudo se casó con una sobrina de su esposa, Toñita.

Hay todavía algunos datos que me eluden, como el nombre de la aldea de origen de un antepasado paterno, la iglesia de bautizo de mi padre y las fé de bautismo de mis bisabuelos maternos.

Mucho mas enredado y no tan curioso, pero me pareció aún lo suficientemente interesante, que José Armenteros-y-Guzmán y Sotolongo, hijo de Graciana Sotolongo y Calvo de la Puerta, mi sexta abuela materna, se casó en 1721 con María Micaela Fernández de Zaldívar y Ximénez en la parroquia de San Matías de Río Blanco del Norte, en el término municipal de Consolación del Norte, en la provincia de Pinar del Río.

Las hermanas Sotolongo y Olivera, de la calle Primelles, en el reparto Las Cañas, en El Cerro, eran naturales del barrio de San Antonio de Río Blanco del Norte, en el término municipal de Jaruco, en la provincia de La Habana. En 1808 se edifició la iglesia de San Antonio of Río Blanco del Norte en terrenos que cedió Antonio García, tomando el nombre de la población de San Matías de Río Blanco del Norte, a cuatro kilómetros, a la orilla este del río Jaruco cerca del ingenio Río Blanco. ¿Confuso? Sin duda.

Zilia L. Laje
Foto: Blasonario de la Consanguinidad Ibérica, 1980, libro donde encontré el escudo de armas del apellido.

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