Tras el devastador tornado de la noche del 27 de enero y de los pedruscos cósmicos que hace unos días llovieron sobre Viñales y otras regiones de Pinar del Río, presuntamente debido a la explosión de un meteorito, los supersticiosos, que son muchos en Cuba, andan con los pelos de punta.
“Son señales del fin de los tiempos, la venida de Jehová se acerca”, asegura Antonia, una vecina de mi barrio, sexagenaria y adventista del Séptimo Día que antes fue católica. Conmina, Biblia en mano, a los que quieran salvarse, a acudir al Señor, arrepentirse de sus pecados y entregarse a Él, a su misericordia infinita, antes de que sea demasiado tarde.
Lo repite con fervor, gesticulando, con el rostro transfigurado, en las esquinas, en la bodega, en la cola del pan o de la guagua. En mi barrio, donde abundan Testigos de Jehová, nazarenos, adventistas, bautistas, pentecostales, la escuchan atemorizados y le dan la razón. Incluso cuando afirma que los cubanos (aun si están en Hialeah, donde también hubo un tornado) se merecen un castigo divino. “Por tantos años de negar a Dios, por tanta impiedad e idolatría, por tantos santeros como hay, por tanto desenfreno sexual, tantos abortos… Ahora, para colmo, quieren legalizar que los homosexuales se casen y romper el diseño de la familia original”.
Esto último, a propósito del matrimonio igualitario y la posibilidad de que parejas homosexuales puedan adoptar niños, se lo escucho repetir a muchos miembros de las iglesias evangélicas como principal motivo de la ira de Dios con los cubanos.
Los cristianos fundamentalistas, aunque envalentonados por haber conseguido la retirada del artículo 68 de la nueva constitución, no se dan por vencidos. Saben que el régimen hizo un malabarismo para cambiar de lugar en el articulado de la Constitución –del 68 al 81- y aplazar, siempre a su conveniencia, la cuestión del matrimonio igualitario. Y con eso, si bien logró desviar la atención de otros asuntos, quedó muy mal parado, tanto con la comunidad LGBTI como con los cristianos, que ahora auguran todo tipo de penalidades divinas, cual si Cuba fuese el equivalente caribeño de Sodoma y Gomorra.
Cuando le comenté los apocalípticos anuncios de Antonia al pastor Manuel Morejón, de la Alianza Cristiana, me dijo que interpretaba que Dios, con el tornado, quiso castigar a los idólatras. Para él, resulta significativo que Guanabacoa y Regla, las zonas más castigadas por el tornado, son los baluartes de la santería en La Habana.
Los santeros andan asustados y hacen ofrendas a sus santos para aplacarlos. Particularmente a Shangó y Yemayá. Aun así, esperan eventualidades peores en los próximos meses. La letra del año, que hace la Asociación Yoruba, predijo para este 2019, regido por Oshún y Oggún, además de enfermedades, desastres, catástrofes, destrucción…
Guillermo, un cincuentón residente en Boyeros al que le ha dado por el espiritismo luego de que lo desmovilizaran deshonrosamente de las FAR, atribuye el tornado y también el accidente aéreo del pasado año a la ira del espíritu de José Martí, y argumenta: “Martí está cansado de que este gobierno lo utilice y manipule para sus fines: que si el autor intelectual del ataque al Cuartel Moncada, que si el antimperialismo, que si el partido único…Ya se cansó, no aguanta más. Fíjate, el accidente del avión, el año pasado, ocurrió el 19 de mayo, en el aniversario de su muerte en Dos Ríos, y el tornado, que se formó en el Reparto Martí, fue el 27 de enero, la víspera del aniversario de su natalicio. ¡Tú verás que en mayo, en el aniversario de la muerte del Apóstol, va a haber otro desastre!
Luis Cino
Cubanet, 4 de febrero de 2019.Foto de Hansel Leyva tomada de Periodismo de Barrio.
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