El maní podría dejar de ser uno de los cinco productos más vendidos de manera callejera en Cuba.
La subida del precio del maní y la del carbón al por mayor, unido al de la patente, ha causado una baja en la calidad y la cantidad de la oferta, y ha reducido el número de vendedores de maní dentro de la ley, según declaró a Cubanet una fuente de la Oficina Nacional de la Administración Tributaria en la nororiental provincia de Holguín. Esto ha provocado un incremento de personas que han entregado la patente y ahora lo venden de manera ilegal.
“Nuestros inspectores están aplicando más multas por la venta de maní fuera de la ley”, declaró un funcionario de la Dirección Integral de Supervisión del territorio.
De todos los gastos de un manisero en el desempeño de su labor, el que más le afecta es el pago de la patente, fijado en 150 pesos, que junto a los 87.50 de seguridad social suman un total de 237.50 pesos mensuales que por ley están obligados a entregar al Estado. Maniseros consultados dijeron que el promedio de venta per cápita es de 60 cucuruchos diarios a un peso por lo que consideran que la patente está muy alta y proponen bajarla a 30 o 40 pesos.
“Hemos solicitado al gobierno que la baje, pero hasta ahora no hemos tenido respuesta. Por eso la mayoría ha entregado la patente y ha decidido correr el riesgo de vender ilegalmente. Otros echamos menos granos de maní en el cucurucho sin alterar el precio”, confiesa Irene, una vendedora.
Dagoberto, un manisero con casi tres décadas en el oficio, afirma que durante mucho tiempo la patente estuvo a 100 pesos, después la subieron a 130 hasta llegar a los 150 actuales. “Es altísima para nosotros. Y seguirán subiéndola, porque lo que el gobierno no es capaz de lograr con eficiencia, lo obtiene elevando el precio, los impuestos y las patentes. Al final, el perjudicado es el pueblo”.
Vender maní no alcanza para el sustento diario. “Los maniseros estamos obligados a tener otro trabajo para sostener a la familia. En el campo he desyerbado o recogido yuca y boniato por 40 o 50 pesos diarios y una merienda”, confiesa Mestre.
La venta de maní en las calles cubanas, una tradición autóctona, inspiró a Moisés Simons a componer El manisero, pregón estrenado por Rita Montaner 1928, pero hoy muchos afirman que su permanencia hasta nuestros días es el resultado de la penuria económica.
“Los vendedores callejeros de maní son el reflejo del atraso económico de un país incapaz de ofertar productos básicos a precios asequibles en cafeterías o tiendas”, opina Gustavo, mientras come maní a la espera del ómnibus.
Con disímiles pregones, los maniseros caminan por el centro de Holguín transportando el producto en una lata, a la que amarran por debajo un caldero con carbón encendido para mantener calentito el maní dentro del cucurucho.
Sin embargo, los clientes no están satisfechos porque la cantidad y la calidad ofertada es menor. “He comprado a varios maniseros en diferentes días y lugares, y en todos los casos los granos de maní eran pequeños y no pasaban de veinte”, asegura Doralkis, una joven sentada en uno de los bancos del parque Calixto García.
Sergio, un abuela que pasea con su nieta por el Boulevard, recuerda que años atrás los cucuruchos traían más maní y se vendían a un peso. “Ahora vienen con menos cantidad, son de mala calidad y al mismo precio”.
Sobre el tema, Dagoberto dice que esa es la única forma de obtener ganancia.“Si echamos más granos de maní en el cucurucho entonces tenemos que subir el precio y nadie lo compraría”, alega.
Él y otros maniseros entrevistados, coinciden en que el problema, además del pago de la patente, radica también en la subida casi al triple del precio de la libra de maní en menos de un año. “Antes costaba 8 o 9 pesos, actualmente cuesta 20 pesos".
En Cuba, el maní siempre ha sido cultivado y comercializado por el sector privado. “Se siembra en cualquier época del año y se recoge a los tres meses. Pero a inicios de 2018 todas las cosechas se perdieron por el exceso de lluvia. Al escasear el producto, vendemos a 20 pesos la libra, al por mayor”, explicó Melquiades, un campesino del poblado de Melones, a 25 kilómetros al norte de la ciudad de Holguín.
Los maniseros se encargan de tostar y envasar el maní. “Compramos el cucurucho de papel a cinco centavos la unidad, la sal a cinco pesos el kilogramo y el carbón, que también subió de precio, a 20 pesos la lata”, explica el vendedor Moisés.
Ya pocos se acuerdan que hubo un tiempo que un cucurucho costaba 0.20 centavos, después subió a 0.40, más tarde a 0.50 centavos hasta llegar a un peso en la actualidad. Para Moisés, “el hecho de que menos personas vendan maní legalmente, por la subida del precio del producto y de la patente, es un indicador de la crisis económica irreversible que vive Cuba”.
Texto y foto: Fernando Donate
Cubanet, 18 de septiembre de 2018.
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