A cien años de su primera grabación, Mujer perjura, pieza antológica de la trova cubana, con el crédito autoral de Miguel Companioni Gómez, sigue animando serenatas y descargas musicales.
"Escucha esta basurita", le dijo Miguel Companioni a su amiga, la trovadora María Teresa Vera. Sin darse mucha importancia, el espirituano tomó la guitarra y mientras cantaba, parecía sacarse una historia que le hincaba el alma: Si quieres conocer, mujer perjura/ los tormentos que tu infamia me causó/…
María Teresa, también compositora, solo respiró al caer la última nota. "Será un éxito", le pronosticó aquel día en el entonces hotel Pasaje, donde ella solía hospedarse cuando venía a Sancti Spíritus a brindar sus conciertos.
Más de una vez, Miguelito, como le decían, relató la anécdota sobre el descubrimiento hecho por María Teresa Vera de Mujer perjura, que “por su texto, estructura formal y rítmica, es uno de los boleros más perfectos de la cancionística de principios del siglo XX”, le dijo otra figura relevante de la cultura nacional, la doctora María Teresa Linares, al musicógrafo Cristóbal Díaz Ayala.
En la casa de José 'Lalito' Cardoso Jiménez, cronista de la trova espirituana y miembro del trío D’Gómez, el periodista que intenta componer la historia de Mujer perjura, en el centenario de ser llevada por primera ocasión a una placa fonográfica.
A diferencia de Pensamiento, de Rafael Gómez Mayea (Teofilito), recuerda Cardoso, la partida de nacimiento de esta canción de Companioni y las circunstancias que la inspiraron siguen extraviadas. Pero al menos la historiografía musical cubana recoge que su primera grabación la asumió el dúo de María Teresa Vera y Rafael Zequeira en febrero de 1918 en los estudios de la Victor Talking Machine Company (VTMC), más tarde la RCA Victor, en Nueva York, como María Teresa le contó al crítico e investigador Jorge Calderón González.
La trovadora le aseguró a Calderón que Companioni, le solicitó que le grabara Mujer perjura; pero existía un inconveniente: la negativa de las compañías a aceptar la “interesante obra”. Un año se pasó María Teresa con la canción lista para entrar a un estudio.
"Mire, le quiero obsequiar un número; no le voy a cobrar por grabárselo", le dijo al señor Lacalle, técnico de la VTMC, a María Teresa. Unos minutos después, el bolero estuvo impreso. “Yo tenía fe en aquella grabación. Cuando llegó a Cuba, de la noche a la mañana, se convirtió en lo que ahora llamamos hit”, le manifestó la cantante a Calderón.
Pero, de las 25 mil copias vendidas ni un centavo fue a las manos de su autor, el espirituano Miguel Companioni, porque aún no había inscrito legalmente la pieza musical, circunstancia aprovechada por la compañía para llevarse al bolsillo las ganancias por el expendio del fonograma.
Una historia peculiar ocurrió en la Columbia, cuyo disco -en voz de Vera y Zequeira- acredita a Manuel Corona como el creador de Mujer perjura. Al estudioso musical Gaspar Marrero Pérez-Urría le sorprende que en fecha tan cercana como junio de 1954 una placa discográfica de la Panart atribuya de nuevo a Corona la autoría de Mujer perjura, en esta ocasión interpretado por Barbarito Diez con la orquesta de Antonio María Romeu. ¿Por qué esa confusión? La interrogante permanece sin dilucidar.
-¿Y quién fue la mujer perjura?, le pregunto a 'Lalito' Cardoso
-No hay claridad sobre eso, responde Y menciona las confesiones que el trovador Alfredo Varona le hiciera a Armando Legón Toledo, historiador de tradiciones, años atrás difundidas por el periódico Escambray: “Me contó Varona que Companioni tenía una enamorada y que un buen día al visitarla oyó la voz de un hombre en una habitación contigua y montó en cólera sin aceptar las explicaciones de la dama. De allí surgió la perjura que tanta fama alcanzó con el tiempo”, contaba Legón Toledo.
'Lalito' me extiende un fragmento de la introducción de la entrevista realizada por Vicente Cubillas a Miguel Companioni, publicada el 27 de febrero de 1957 en un periódico habanero -no aparece el nombre-, con el titular “Se llamaba Eloísa la que inspiró Mujer perjura”, y más adelante una acotación: “Ella regresó triste y abatida, pero él no la aceptó”. Una inoportuna tijera nos privó de conocer el resto de la historia.
No obstante, para el poeta, ensayista e investigador espirituano Juan Eduardo Bernal Echemendía (Juanelo) existe una certidumbre, explicitada en su libro Razones de la ciudad que canta, donde señala que el autor “incluye en su discurso la presencia de tres personas, porque perjurio, infamia y senda cubierta de dolor enmascaran con sutileza la presencia de un tercer sujeto”.
Mujer perjura lleva acordes inconclusos desde lo vivencial si se suscribe el guión del programa De costa a costa, transmitido en la década de 1980 en la entonces emisora CMHT Radio Sancti Spíritus, escrito por el periodista y locutor Pedro Andrés Nápoles, defensor de la tesis de que la citada canción tuvo una segunda parte con la obra Carmela, rebautizada por Sigue adelante.
El mismo criterio lo tiene Dayssi Pérez Bernal, viuda de Miguel Companioni hijo y, para acentuarlo, tararea la primera parte del número: Sigue adelante, mujer desdichada/ sigue la senda trazada por ti/ y cuando te encuentres rendida y cansada/ entonces, Carmela, te acuerdas de mí. “Cuando los trovadores empiezan a interpretar la canción en los bares,, el padre de esa muchacha, llamada Carmela, conversa con Miguelito, y le dice que, por favor, hiciera algo, porque el nombre de su hija estaba en todas partes. A raíz de eso, Miguelito le puso Sigue adelante”.
“Mujer perjura no pasa de moda”, dice Dayssi, mientras busca un documento valiosísimo en un file envejecido por el tiempo: la carta que remitiera el maestro Gonzalo Roig al bardo espirituano el 9 de noviembre de 1952: “Muy admirado amigo (déjeme llamarlo así, ya que desde mis años mozos he sentido devota admiración y afecto por el feliz autor de 'Mujer perjura' y tantas obras cubanísimas) y le decía yo al Sr. Cobos (su barbero), que el honor más grande de mi vida, lo había recibido de Usted, ya no puedo ser mejorado, siendo usted, como lo es, uno de los más cubanos compositores y uno de los mejores cultivadores de la verdadera canción cubana".
Quiso el azar que fuera el Gonzalo Roig, el creador de la zarzuela Cecilia Valdés, la pieza más representativa del teatro lírico cubano y hombre de no muchos amigos, quien le diera el último adiós a Miguel Companioni el 21 de febrero de 1965 en La Habana: "Ha muerto uno de los más prolíferos compositores de la trova cubana y no lo dejarán mentir las más de 300 obras con el timbre del bardo espirituano, buena parte de estas con título de mujer: Herminia, Rosalba, Esther, Serafina y Lilí, su última obra, compuesta en 1959.
"Mire esto, me dice Dayssi Es el programa del concierto-homenaje a Miguelito que se le hizo en La Habana al año de morir. La amarillez del papel delata la autenticidad del documento, donde el musicógrafo Ezequiel Rodríguez Domínguez sostiene que Mujer perjura fue una de las dos interpretaciones escogidas por Cuba en un homenaje (lamentablemente no se precisa la fecha) ofrecido en Londres a Winston Churchill, primer ministro británico, durante la Segunda Guerra Mundial, por todas las representaciones de Naciones Unidas.
Como pocos, el profesor y musicólogo Juan Enrique Rodríguez Valle ha seguido los caminos de Miguelito Companioni, en los cuales se entrecruzaron los oficios de panadero, vendedor de medicamentos y telegrafista con la música: estudió guitarra y piano; fundó el coro de clave de Santa Ana; formó y dirigió las orquestas Francesa (1920) y La Argentina (1921).
En opinión del historiador Segundo Marín García, Companioni “fue el precursor de la cantata en el danzón, al menos en esta región central de Las Villas”. Y relata que después que en 1911, en un hospital de Nueva York, el trovador recibió la confirmación de que no recuperaría la vista, se refugió aún más en la música, pero sin lamentaciones. “Aceptó el infortunio con la serenidad de filósofo adulto”.
Enrique Ojito
Escambray, 5 de mayo de 2018.
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