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martes, 6 de diciembre de 2016

¿Festejar la muerte?


Sobre la 1 de la madrugada la noticia corre de boca en boca en Miami, luego de que los medios radiales y televisivos la propagan. No pocas personas hacen saber en entrevistas televisadas, en uno y otro rincón de Miami, que están de pie a esas horas porque las llamó por teléfono un amigo o el hijo o el hermano o el cuñado o el vecino de enfrente.

Los reporteros de la televisión local e internacional continúan su labor no solo pidiendo pareceres a unos y otros de los ciudadanos que han acudido a lugares emblemáticos de la ciudad, como el Versailles o La Carreta, sino además divulgando imágenes que dan fe del júbilo de pasajeros de automóviles que pasan tocando el claxon, muchos de ellos llevando la bandera cubana y gritando como si estuvieran en un festejo.

El nombre del occiso aparece en carteles en manos de los van los carros y entre los que en las calles saludan con fervor a las caravanas de autos. El nombre del occiso aparece junto a palabras realmente impublicables que patentizan un odio viejo. Un rencor casi feroz.

Sobre las 2 de la mañana, Juana Castro, hermana del difunto, es entrevistada vía telefónica para un canal local de televisión y expresa que está en desacuerdo con todas esas personas que han salido a “celebrar”, pues antes debieron haber luchado para terminar con el régimen que estableciera el ahora finado. Y agrega que ella continuará en el exilio y de ningún modo visitará la Isla.

Al amanecer, crece el número de personas en las calles. Tal parece que se han puesto de acuerdo: salen de uno y otro sitio y convergen como si cumpliesen un mandato y al mediodía ya son multitud.

Igual que ocurrió en la madrugada, no solo los cubanos festejan, también venezolanos, mexicanos, peruanos, nicaragüenses... Sus nacionalidades se descubren por sus vestimentas, las banderas exhibidas o cuando son entrevistados por los medios.

Y, como durante la madrugada, los festejantes son hombres, mujeres, ancianos, jóvenes, niños que acompañan a sus padres. Y siempre hay quienes hacen su agosto en eventos de cualquier índole, en este caso los vendedores de banderas cubanas: unas a 10 dólares, otras a 20 dólares. Y no paran de vender, no dan abasto. ¿Desde cuándo las tendrían confeccionadas o compradas para esta oportunidad?

Comienza la noche del sábado y los medios televisivos muestran más y más personas en las calles, más y más anécdotas de los entrevistados: cada uno hace su cuento, remueve su dolor antiguo por una u otra causa.

Catarsis. El ruido es ensordecedor. Gritos. Las bocinas de los automóviles. Sirenas. Cohetes de artificio. Un maremágnum. Y suben los insultos, tantos procaces, contra el fallecido.

Y las preguntas son: ¿Se vale festejar una muerte? ¿Es de humanos alegrarse de la muerte de alguien? ¿Puede y debe convertirse en una celebración la muerte de un hombre?

Félix Luis Viera 
Cubaencuentro, 27 de noviembre de 2016.


Exiliados cubanos desbordaron la Calle 8 de Miami.
Celebran en el restaurant Versailles la muerte de Fidel Castro.
Cubanos de Miami celebran que ya Castro está en el infierno.
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Sobrevivir a Fidel, Jorge Ramos.
Por él fui refugiado, Mario García.
"Fidel Castro me prohibió ver a mis hijos por más de 25 años", María Elena Alpízar.
¿Se esperan cambios en Cuba?, Abelardo Moreno y Deborah Ramírez.
Es hora de puentes, no de cizañas, José Manuel Pallí.
Ajuste de cuentas, Daniel Morcate.
"Quiero que haya un cambio en Cuba", Willy Chirino.
Juan Manuel Cao, el periodista que hizo enfurecer a Fidel Castro.
El negocio de Fidel, Silvia Ayuso.
Una niña que creció entre la pérdida y la furia, lejos de La Habana, Lizzette Álvarez.
Por qué los chicanos aman a Fidel Castro, pero odian la política del exilio cubano, Gabriel San Román.

2 comentarios:

  1. Buenas noches Tania, yo soy católica y tendré que ir a confesarme. Me alegré y mucho de la muerte del dictador. Todos tenemos algo de maligno, y a mí se me salió el otro día con la noticia. No es cristiano alegrarse de la muerte de un ser humano, pero ¿Y el sufrimiento que ese mismo ser humano le causó a mi padre, a mi familia, a mí misma, sin contar a muchas personas de mi entorno? Sé que la muerte del dictador no hará que yo regrese a Cuba y mucho menos que recupere parte de mi vida, pero ya le digo un tilín sí que me alegré y no bebí porque no puedo. Ahora como dijo Julio Iglesias: La vida sigue igual.
    Saludos.

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  2. Nunca celebraría la muerte de un ser humano, pero Fidel Castro no lo era.

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