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lunes, 25 de abril de 2016

¡Tata, métele uña!



A Federico Arístides Soto en Nueva York le decían Manos de Oro. Pero universalmente fue conocido por su nombre artístico, Tata Güines, fundador de un estilo único en la tumbadora.

El 4 de febrero de 2016 se cumplieron ocho años de la desaparición física de un hombre que revolucionó la forma de tocar los cueros, colocando golpes sueltos en la melodía como nunca antes se había escuchado. Mientras él se ganaba al mundo tocando, las nuevas generaciones de cubanos no teníamos conciencia de su arte y que dejó en la descarga Pa gozar. Todo un clásico cuando se habla de jazz latino.

Tata es venerado en Güines, su pueblo natal, hoy uno de los once municipios de la provincia Mayabeque, al sur de La Habana. Cuentan quienes le conocieron, que en una procesión en honor a la virgen de Santa Bárbara, salió antes que el cura vestido de rojo y blanco.

Algunos vecinos todavía recuerdan que sus primeras tumbadoras fueron dos latas vacías, una de chorizos y otra de leche condensada. Por sus venas corría la música: su padre tocaba el tres y durante mucho tiempo dirigió el Sexteto Partagás. Allí debutaría el Tata.

En la década de 1940 toca con Arcaño y sus Maravillas. En 1953 lo hace en otra orquesta famosa, Fajardo y sus Estrellas, con quien viaja a Nueva York, donde triunfa y es apodado Manos de Oro.

La influencia del jazz en los tres años que pasó en Estados Unidos (tenía su cuartel general en el hotel Waldorf Astoria), fue decisiva en su forma de hacer música. Tata regaló su virtuosismo a un exigente y y renombrado público entre los que se encontraban estrellas como Carmen Miranda (1909-1955), Antonio Gades (1936-2004) y Alicia Alonso (1921).

En aquella época, dentro o fuera de la isla, tocó con grandes de la música cubana como Cachao (1918-2008), Machito (1908-1984), Chico O'Farrill (1921-2001)y el gran pianista Frank Emilio Flynn (1921-2001), con quien hizo historia en el Quinteto de Música Moderna.

"Tata, métele uña", se podía escuchar en sus conciertos, con Frank Emilio o con el pianista Ernan López Nussa, con quien también compartió escenarios en los últimos años de su vida.

"Yo me dí a la tarea de modernizar las tumbadoras, la tarea de colocar los golpes sueltos en un tema. Porque los golpes sueltos los haces cuando el cuerpo te lo pide, pero con mucho respeto a quien está soleando. Tocar con las uñas no me costó tanto trabajo, se trataba de sacar un sonido nuevo", le explicó Tata a un periodista.

Y le contó que "se me ocurrió en el cabaret Montmartre, en un tema que se llamaba La chancleta, donde se hacía la clave con una chancleta de palo para que sonara a madera. Luego los hacía yo con las uñas. A partir de entonces me decían: ¡Tata, métele uña!

Liz Beatriz Martínez Vivero
Agencia Cubana de Noticias, 4 de febrero de 2016.

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