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miércoles, 9 de diciembre de 2015

La "revolución leñergética"



Mientras el mundo aboga por disminuir la contaminación ambiental y el gobierno de Cuba pregona haber alcanzado una mejor calidad de vida con la revolución energética, en cientos de miles de hogares cubanos se retoman los fogones de leña y carbón, como la vía más económica de cocinar los alimentos.

La llamada 'revolución energética' sustituyó equipos electrodomésticos obsoletos por otros más ahorradores. Sin embargo, los equipos para la cocción de alimentos vendidos a la población a partir de mayo de 2004, no estaban diseñados para el uso diario como única manera de cocinar.

La rápida puesta en práctica del experimento fidelista y la falta de previsión respecto al poder adquisitivo, la calidad y disponibilidad de piezas de repuesto, convirtió el aparente mejoramiento de la calidad de vida en un verdadero trampolín al pasado.

Los escasos recursos de un obrero, que no permiten la compra de nuevos equipos, el alto precio de la electricidad y la desaparecida venta normada de combustible, dejan como única opción viable para muchos cubanos el retorno a los tradicionales fogones de leña y carbón, el tizne y la buscadera de leña. Por tal razón, el precio del carbón en el mercado interno ha subido notablemente.

El humo es nocivo para la salud, afecta la higiene y la limpieza de la cocina, paredes y ropa. La quema de maderas aporta una considerable cantidad de gases contaminantes a la atmósfera, pero ante la carencia se impone la necesidad.

La actual venta de los módulos de cocción que incluye varios electrodomésticos, genera pocas expectativas entre la población. Precios altos y artículos no acordes a las necesidades, pero al no existir competencia, la gente acepta con desgano la única oferta estatal en el mercado.

“Como es costumbre en la distribución de lo que sea en Cuba, primero van los casos sociales, luego los socios y amigotes, jefes, empresas, etc, y luego de una larga lista de sanguijuelas priorizadas es que llegan a manos del pueblo”, explica Daiquelín Santoya, ama de casa residente en Bayamo que tuvo que recurrir al fogón de leña.

Y añade: “La mayoría de las personas tiene poco poder adquisitivo, pero como tienen memoria suficiente para recordar la malísima calidad de los equipos anteriores, no se apurarán por comprarlos y continuarán tiznando sus vasijas con sus fogones de ‘palón’. Total, marabú es lo que más sobra en Cuba. A mí me da lo mismo, para lo que duran es mejor seguir cocinando con leña”.

Carmen Reyes, quien vive en la periferia de Bayamo señala: “Nada más tienen que mirar las vasijas para saber cómo yo cocino. Nunca he podido usar esas ollas que dieron, pues esta casa no tiene servicio eléctrico. Por eso no me preocupa, porque casi todo el mundo las tiene rotas o han tenido que arreglarlas un tongal de veces. Déjeme a mí con la leña, que siempre aparece y es más barata”.

Al respecto, Midelmis Naranjo, ama de casa y madre de varios hijos expresa: “Las ollas que me dieron las tengo tiradas en un rincón, gasté más en los arreglos que lo que ellas costaban. Hace más de tres años que estoy cocinando con leña y aunque el humo molesta, gasto menos que cuando tenía esas ollas que enseguidita se rompen, no sirven para cocinar todos los días".

Yolanda, una jubilada de Manzanillo que es considerada caso social priorizado por una enfermedad respiratoria, mientras nos atiende a través de la cerca que separa su casa de la calle, nos dice: “Con leña se cocina con menos gastos, yo no puedo darme el lujo de mandar a arreglar ese tarequero con los particulares que cobran carísimo y en los talleres (estatales) nunca tienen piezas de repuesto”.

Luego de atizar el fogón ubicado en el suelo en un rincón del patio y a la intemperie, Yolanda añade: “Por mi salud no debo cocinar con leña, pero si no lo hago me muero de hambre. Tengo una hornilla eléctrica nueva que me dio mi hija, pero no puedo usarla porque si no, la cuenta de la corriente llega por las nubes y de dónde voy a sacar el dinero. Si muchas veces termino el mes con las cosas que me regala los vecinos y aun así ya no sé qué hacer con las deudas”.

En Bayamo, variadas son las razones que tiene la población para mirar con recelo la venta de ese nuevo módulo de electrodomésticos de cocina anunciado por la prensa. La experiencia les hace desconfiar de su calidad y durabilidad y las posibilidades económicas suelen imponerse a la decisión de compra.

Mientras, amas de casa del interior de la isla vuelven al pasado y se suman a la 'revolución leñergética’ y los 'fogones de palón'.

Marelis Fonseca y Roberto Rodríguez
Cubanet, 29 de octubre de 2015.
Foto de Marelis Fonseca tomada de Cubanet.


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