El de Leonel Bravet es un nombre desconocido para muchos de los que siguen la música cubana. No fue famoso. Sin embargo, esas doce letras que lo componen recorren transversalmente unos pocos, pero significativos períodos en la música cubana desde finales de los años cuarenta del siglo XX.
En la medida en que me acercaba a algunos que le conocieron y le escucharon cantar, las opiniones se hacían coincidentes: su voz y estilo le ganaron, casi desde sus mismos inicios en el camino de la música, el calificativo de “el Nat King Cole cubano”. En efecto, el cantante negro norteamericano fue siempre su gran referente y buena parte de su repertorio estuvo incuestionablemente influenciado por la canción norteamericana de finales de los 40 e inicios de los 50, de quien Cole fue uno de sus más auténticos exponentes.
El musicólogo Leonardo Acosta afirma que el estilo, el timbre, la dicción -esa peculiar “manera de decir” de Cole, más como cantante que como pianista, “fueron también característicos de los mejores cantantes de feeling como Miguel de Gonzalo, Pepe Reyes, Reinaldo Henríquez y sobre todo, Leonel Bravet, quien al cantar en inglés parecía una réplica de Nat King Cole”
Su nombre real era Leonel Cepero Bravet, y como Leonel Cepero aparecerá en los primeros anuncios y noticias que promovían al naciente grupo Loquibambia Swing, el precursor de las formaciones integradas por músicos con inclinaciones jazzísticas y filineras, del que Bravet fue miembro fundador, junto a su creador José Antonio Méndez.
El diario Mañana, adelantaba el 28 de noviembre de 1948: “Actualmente en boga por ser los mejores intérpretes de la música norteamericana que han sabido imponerse por ser cubanos y haber captado en todo su esplendor la variedad de la música norteña. Loquibambia Swing es un cuarteto de voces ajustadas y muy bien preparadas, haciendo de su música y sus interpretaciones verdaderas creaciones, y son actualmente los mimados del público. Su director es José Antonio Méndez, joven compositor que se está destacando a pesar de ser casi un adolescente y que con maestría dirige este conjunto, siendo a su vez la primera guitarra; Frank Emilio Flynn en el piano; Alberto Menéndez, segunda guitarra; Oscar González, bajo; Leonel Cepero y el Dr. Eligio Varela como vocalistas, los cuales se destacan por sus magníficas voces.”
Poco después, se les uniría una joven de portentosa voz, que sería bautizada por el locutor Manolo Ortega -entonces a los micrófonos de la Mil Diez, la Emisora del Pueblo- como Omara Brown, pero que en realidad no era otra sino la gran Omara Portuondo, en su faceta primigenia de cantante de swing.
Eran ya los años en que un grupo de muchachos, la mayoría negros y mulatos, peregrinaban por varias casas de Cayo Hueso, Colón, El Cerro, guitarra en ristre, voz presta, entusiasmo como mayor fortuna, y pobreza para repartir, hasta terminar desgranando sus más recientes creaciones ante un improvisado auditorio, siempre interesado, donde confluían bardos, musas conscientes o esquivas, diletantes y amigos.
Eran los muchachos del feeling, y entre los que solían frecuentar aquellas reuniones se encontraba también el joven Leonel. Y digo joven, porque en 1946, el habanero Leonel Cepero Bravet tenía sólo 18 años, pero ya sabía muy bien que lo suyo era y sería cantar. Siempre en el entorno del feeling, en la primera mitad de la década de los 50, funda Los Leoneles, una de aquellas formaciones vocales que surgieron en la etapa temprana del feeling, integrado por Roberto Lausán en el piano; Ernesto Cordobés, en el contrabajo y entre sus integrantes, estuvieron el guitarrista Alberto Menéndez, esta vez en la percusión menor, con el güiro y el cencerro, pues en la guitarra se destacaba el mítico Froilán Amézaga, en la posteridad como guitarrista de Elena Burke.
Cuenta Leonardo Acosta que al abandonar Cordobés el grupo, Froilán pasa al contrabajo y entra como guitarrista quien llegaría a ser uno de los más importantes compositores del género: César Portillo de la Luz. Los Leoneles trabajaron en Sans Souci, el Chez Merito del Hotel Presidente, el Calypso Club y Pigalle, un club muy frecuentado por los músicos de jazz. De estos años data un par de registros realizados para el sello Panart por el fugaz Conjunto de Luis Yáñez, que dirigido por Andrés Echevarría 'Niño Rivera'. tuvo a Bravet como voz principal, al menos, en estas grabaciones: el bolero Besos de Nieve y el son-guapachá Guapachando mi son. Estos dos temas fueron editados en discos de 78 rpm bajo el número de referencia 2113 (y registros consecutivos 2817 y 2816 respectivamente).
Luego de una temporada en el cabaret Bambú, en la carretera de Rancho Boyeros, con cierta fama entonces, Bravet y su grupo son acogidos en el Club Atelier, donde actuaría en marzo de 1956. También se animaban las cenas en el Max, siempre con repertorio de standards norteamericanos al estilo de su ídolo Cole, según reseñaba Don Galaor en la revista Bohemia en abril de ese mismo año.
Sin embargo, la situación económica y política en la Isla se complica, los trabajos escasean y Bravet decide probar suerte, siguiendo una de las rutas que tomaban los músicos cubanos, y ese mismo año emprende viaje hacia Estados Unidos. Pero allí ya no sería ni el jazz ni el feeling, sino los ritmos cubanos populares los que tendría que asumir Leonel Bravet. Esta circunstancia vincula su nombre de modo directo con el surgimiento de las primeras orquestas charangas en los Estados Unidos, tras el triunfo arrasador de sus mejores exponentes cubanos: la Aragón de Cienfuegos y Fajardo y sus Estrellas.
Por ese tiempo, marzo de 1956, el percusionista cubano Armando Sánchez está formando en Chicago la Orquesta Nuevo Ritmo, la segunda charanga creada en territorio norteamericano -la primera, siempre según Max Salazar, fue la Orquesta Gilberto Valdés, creada por el cubano en 1952. La Orquesta Nuevo Ritmo estaría integrada por el también cubano, pianista y arreglista extraordinario René Hernández; Cuco Martínez en las pailas; Julián Cabrera en el güiro; Elizardo Aroche y Pupi Legarreta en los violines; Víctor Venegas en el contrabajo; Rolando Lozano en la flauta y como vocalistas, el puertorriqueño Pellín Rodríguez y los cubanos Rudy Calzado y Leonel Bravet, quien acude al llamado del drummer cubano, se inserta y comienza a ensayar con la Nuevo Ritmo, que finalmene debuta en la ciudad de Petit Lounge.
Max Salazar cuenta que "la orquesta conquista Chicago y graba un disco de 45 rpm -Tumba la caña- lo que le permite a la Nuevo Ritmo presentarse en el Palladium de Nueva York el 15 de julio de 1959. Poco más de un mes después, el 31 de agosto, entran a los estudios Capitol en esa ciudad para grabar el álbum Heart of Cuba, para el sello GNP (Gene Norman Presents). Parecía que la Nuevo Ritmo estaba en el camino del triunfo, cuando de modo inesperado y sin motivo aparente, Armando Sánchez dejó la banda, dejó Chicago y regresó a Nueva York.” Vale aclarar que los datos encontrados no nos permiten afirmar con certeza que estuviera Leonel Bravet entre las voces que hicieron esta grabación.
En esta circunstancia, Leonel Bravet está libre para sumarse al proyecto que fraguaba el pianista de origen puertorriqueño Charlie Palmieri, a quien ya el formato de la orquesta charanga lo había seducido, tras escuchar alguna vez a la Nuevo Ritmo. La formación con Palmieri en el piano, y asumiendo además los roles de director y arreglista, se completaba con los violines de Rafael Muñoz, José Andrey, Daniel González y Rafael Araoz; el contrabajo de Evaristo Baró; Julián Cabrera en la tumbadora; José Rodríguez en las pailas; John Palomo en percusión menor, las voces de Bravet junto a Vitín Avilés y en la flauta quien llegaría a domar los destinos de la música latina en Nueva York y más allá de sus fronteras: el dominicano Johnny Pacheco, quien ya había integrado una anterior formación dirigida por el boricua. Y Palmieri llamó a esta banda La Duboney (confesaría años más tarde que quería un nombre que se pareciera a Siboney).
Charlie Palmieri y su orquesta (aún sin el nombre de La Duboney) graba al año siguiente con este formato su primer disco: Let’s dance the Charanga!, para el sello United Artist (UAL-3082) en cuya contraportada aparece el crédito de Leonel Bravet como vocalista junto a Vitín Avilés, donde se puede escuchar la voz de Bravet en temas de compositores norteamericanos, como en los muy cubanos Ay! Qué mate, de Frank Grillo 'Machito' y Bruca Maniguá, de Arsenio Rodríguez. Con La Duboney, Leonel Bravet subiría al escenario del famoso Palladium de Nueva York algunas noches de 1959 y sería parte de los inicios del meteórico triunfo de la segunda orquesta charanga creada en Nueva York, al estilo de los ases isleños, las cubanas Aragón, lidereada por Rafael Lay, y Fajardo y sus estrellas, con José Fajardo en la batuta.
Pero Bravet sólo estuvo en esos inicios luminosos, porque quizás los cambios iniciados en Cuba y la añoranza por su familia (muy temprano se había casado con Regla E. Zayas Aguiar, madre de sus tres hijos y quien le esperaba en La Habana), lo hicieron regresar cuando apenas avanzaba el año 1960. También había regresado, pero desde México, otro amigo 'filinero': José Antonio Méndez. Como él, Leonel Bravet se integra con rapidez a la vertiginosa vida musical habanera.
Son los años de la última etapa del Club Cubano de Jazz en Tropicana y, según Leonardo Acosta, aparece nuevamente la combinación jazz-feeling, y en las sesiones dominicales del CCJ a salón repleto participan figuras ya conocidas del movimiento del feeling y otras que surgían con fuerza. “Por las sesiones organizadas por CCJ desfilaron Elena Burke, Omara Portuondo, Leonel Bravet, el dúo Las Capellas (Marta y Daisy), Dandy Crawford, Ela Calvo, Froilán Amézaga, y otros, sin contar con el homenaje a José Antonio Méndez a su regreso de México en 1960 y celebrado en el Copa Room del hotel Riviera”.
Jazz y feeling centrarían nuevamente la vida musical de Leonel Bravet, que serían también, en buena medida, elementos del andamiaje de una parte de la vida nocturna habanera, en la franja que delimitaba las cercanías de la famosa Rampa en la calle 23, el Malecón y otras zonas de El Vedado. En marzo de 1961 figura en el excelente cartel que protagonizaba la famosa Descarga del Capri (Frank Emilio Flynn y su grupo, Bobby Jiménez, Maggie Prior, Ela Calvo, Víctor Franco). El entonces famoso club La Red -predio de la visceral Lupe- acoge en marzo de 1962 a Bravet en un espectáculo que incluía a Los Armónicos de Felipe Dulzaides y a Caridad Cuervo, entre otros, y durante los meses de abril, mayo junio y julio es figura puntual en el popular y jazzístico Descarga Club, junto a Armandito Zequeira y su grupo, Maggie Prior y Mercy Hernán.
Al concluír 1962, el periódico Revolución elige a Leonel Bravet como el más destacado en la categoría de Cantante de Jazz (masculino).
En agosto de 1966, en el Cabaret Parisién del hotel Nacional se organizan los Martes de Jazz, con Leonardo Timor y su banda, el Noneto de Pucho Escalante, y Leonel Bravet como invitado. También en agosto vuelve a la pista del Salón Rojo del Capri, junto a las Hermanas Valdivia, Yolanda Brito y Senén Suárez y su combo, y permanece ahí hasta octubre, ahora compartiendo escenario con Elena Burke, Los Zafiros y Senén Suárez, en el show "En tiempos de mamá y papá", una producción que permaneció en cartelera hasta el mes de diciembre, dando paso a un espectáculo de transición con Elena Burke, Voces Latinas y Leonel Bravet.
En marzo de 1967 regresa al Salón Rojo del Capri, de nuevo con Elena Burke y Los Bucaneros y en agosto lo acompañan el Cuarteto del Rey y César Sánchez y su combo. En enero de 1968, a Bravet podía vérsele en el club Scherezade, compartiendo cartel con Elsa Balmaseda, Samuel Téllez y su piano y el combo de Oney Cumbá.
Serían, quizás, sus últimas presentaciones al público, porque sin saber cómo ni por qué, repentinamente, Leonel Bravet fallece en La Habana, en el hospital Calixto García, el 12 de diciembre de 1969, a consecuencia de una cardioesclerosis. El hijo de Basilio Cepero y Margarita Bravet nació en la misma ciudad donde murió a los 41 años, según los archivos del Cementerio de Colón.
Hasta bien entrada la década de los 60, Leonel Bravet, junto a Regino Tellechea, Nelia y René, Ezequiel Cárdenas contribuirían con fuerza a la difusión del repertorio del feeling y también a la sobrevivencia del jazz vocal en un ambiente que entonces no se caracterizaba precisamente por la amabilidad. Sin embargo, defendieron estos géneros desde la nocturnidad del club y el cabaret, desde la comunicación directa, probablemente sin saber que arrostrarían la marca indeleble de lo no comercial, lo que quizás fue dominante a la hora de que los directivos del único sello discográfico entonces decidieran quiénes grababan y a quiénes se difundirían.
Todo indica que no se conservan imágenes audiovisuales que den fe de su presencia, alguna vez, en los estudios de la Televisión Cubana. En lo sonoro, en los Archivos EGREM permanecen las cintas matrices de los quince temas que que entre 1964 y 1965 Leonel Bravet grabó como solista en el Estudio EGREM de la calle San Miguel (antiguo Panart), de varios compositores del feeling, como José Antonio Méndez, Andrés Hechevarría 'Niño Rivera', Jorge Mazón, Pablo Reyes, Armando Peñalver, Rosendo Ruiz, el binomio Yáñez y Gómez, y también otros de autores cubanos, como Senén Suárez y Urbano Gómez Montiel.
La tarjeta de grabación no consigna la formación orquestal que le acompañó, ni la señas del productor musical. El disco aparece en el catálogo EGREM con la referencia LP-3241. Sin embargo, ni en los archivos históricos de esta casa discográfica, ni en la memoria de coetáneos –familiares, músicos y melómanos- existe el más vago recuerdo que permita asegurar que el disco, llegó a publicarse y a venderse. Nadie puede decir cómo era su carátula y si alguna vez lo vio a la venta en algún sitio.
Se cuenta que era costumbre asignar la referencia a algunos discos aún sin estar completamente terminados, pero ¿fue esto, en realidad, lo que ocurrió con este fonograma? De ser así, ¿qué motivó que se engavetara para siempre? ¿Llegó a ser una realidad el LP de Leonel Bravet, que fue o hubiese sido su único registro comercial en Cuba?
Queda, pues, abierta la interrogante y la incitación a continuar la pesquisa y la interactividad. De momento, como brindis a su memoria, cuatro grabaciones de Leonel Bravet:
Why Pretending; Hay que volver a empezar, de Yáñez y Gómez, EGREM (1964-65); Mack The Knife y Bruca maniguá, Leonel Bravet y Vitín Avilés con la orquesta Duboney de Charlie Palmieri (1959-1960).
Rosa Marquetti Torres
Desmemoriados. Historias de la música cubana, 28 de enero de 2015.
Foto: Leonel Bravet en los años 60, cantando en el club Barbaran, en la Avenida 26, Nuevo Vedado. Tomada del blog.
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el pianista de la nuevo ritmo de chicago era rene 'el latigo' hernandez y no rene hernandez el arreglista q estuviera con machito y luego en puerto rico con tito rodriguez.
ResponderEliminarGracias por la aclaración, ranyi, se lo haré saber a la autora del trabajo, Rosa Marquetti.
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