Cary Roque
Testimonio tomado del libro Todo lo dieron por Cuba, de Mignon Medrano, Miami, 1995.
Una viva muestra del peso que cargó sobre sus hombros la juventud cubana es Caridad Roque. Con solo 19 años de edad, trabajaba como locutora y actriz en CMQ Radio, actriz de telenovelas en CMQ Televisión y en la exitosa obra teatral Los Malditos. Además, estudiaba periodismo en la escuela Márquez Sterling. Como tantos otros jóvenes de su generación, Cary creyó honestamente que la revolución traería a Cuba un estado de derecho, sin golpes militares y con un absoluto respeto a la Constitución de 1940.
Poco le duró la ilusión. Casi desde el primer día, comenzó a ser testigo de la violencia desatada dentro de la propia CMQ. Se sintió defraudada por la revolución, pero aún más por las represalias contra quienes querían desligarse del sistema. El director de la escuela de periodismo, el Dr. Quintana, fue destituido y reemplazado por Carlos Rafael Rodríguez. Los alumnos que no simpatizaban con el nuevo régimen fueron depurados y se les prohibió acercarse a la escuela. Algo similar sucedía en la CMQ.
A diario, las también actrices Violeta Jiménez, Raquel Revuelta y Maritza Rosales presionaban a todas las demás para que se inscribieran en las recién estrenadas milicias. "Cuándo vas a unirte a las milicias, Cary. El domingo hay guardia", preguntaban con marca insistencia. Un día, en tono conminatorio, Violeta Jiménez la emplazó: "Estoy hablando contigo, Cary Roque, cuándo vas a ser miliciana?". A lo que Cary ripostó: "Nunca, porque yo no nací para andar con un fusil arriba, yo tengo una carrera, una educación y me gustan los pantalones como ropa de sport, no como uniforme". El círculo se cerraba más.
Cary había prometido a su madre no involucrarse en actividades contrarrevolucionarias y trataba de mantenerse alejada. Pero las promesas se las lleva el viento cuando hay que tomar decisiones mayores. Conoció a Margot Roselló y de inmediata se produjo identificación política entre ellas. Margot y su hermana Mercedes conspiraban con el Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR). Cary comenzó a conspirar en acción y sabotaje.
"El 17 de abril de 1961 Margot y yo nos encontrábamos en la clínica Sagrado Corazón con Mercedes, quien había tenido un embarazo extrauterino. La casa de Mercedes, al lado del Parque Zoológico, era el cuartel general de operaciones, de ahí salían armas para el Escambray. Desgraciadamente, nuestro grupo fue infiltrado por un muchacho llamado Pepe Silva, a quien Mercedes defendía. Silva trabajaba en la Base de San Antonio de los Baños y tenía un contacto que nos suministraba granadas y armas. Nos denunció a todos y denunció la casa.
"En la clínica, Mercedes nos pidió que nos fuésemos para la casa porque Betty, su niña, estaba sola con la tata. Qué sorpresa nos llevamos. Allí estaba escondido un sobrino de Mercedes, fugado de la cárcel de Santa Clara. Y dentro de la casa todos estaban presos. La tata de la niña, asomada a la ventana de la cocina, nos abría los ojos, indicándonos que algo andaba mal, pero no nos dieron chance. Saltaron sobre nosotras con armas largas y al grito de 'Cogimos a las que esperábamos' nos apresaron. Hasta el abuelo de las Roselló, con las medallas de veterano de la Guerra de Independencia en su pecho, cayó preso.
"Tras permanecer ocho horas detenidos en casa de Mercedes, de madrugada nos llevaron para el MINFAR (Ministerio de las Fuerzas Armadas), donde nos esperaba Barba Roja, como le decían a Manuel Piñeiro y junto a él, Pepe Silva. Margot y yo nos miramos y pensamos: 'Bueno, se confirma lo que tanto dijimos y Mercedes negaba: Pepe nos ha denunciado'. Años más tarde, supimos que lo habían fusilado por robar armas para venderlas. Caer presas el 17 de abril, con todos los cuadros de la resistencia listos para cuando llegara la invasión, nos tomó por sorpresa, nos agarró desarticulados y sin información.
"Barba Roja me lanzó a la cara un montón de fotos tomadas por Pepe Silva durante un trasiego de armas, instándome a confesar que las mujeres en las fotos éramos Mercedes y yo. Yo hasta llevaba puestos los mismos espejuelos que en una foto, pero lo negaba una y otra vez. Fueron momentos muy duros. Fusilaron a muchos sin juicio. Por suerte, el esposo de Mercedes ni sabía que ella estaba conspirando, así que el infiltrado no pudo delatarlo. El pobre hombre estaba lívido al saber lo que estas tres mujeres venían haciendo en su casa y a sus espaldas. Así y todo, estuvo preso varios meses y salió loco.
"En aquellos días de Bahía de Cochinos, el paredón no dejó de funcionar. La consigna era 'Paredón, paredón, para saya y pantalón'. Todo preso que tú te encuentres hoy en Miami y que estuvo en La Cabaña en aquella época, te contará cómo llegaban a las galeras y decía: 'Tú, tú y tú, Fulano, Mengano y Zutano', sin juicio ni nada. Pero igual sucedía en cualquier estación de policía y en el MINFAR. A Mercedes la arrestaron en la clínica. Le querían quitar los sueros, transfusión y demás, pero su médico se les encaró y les explicó que ella estaba muy grave, tras haberla operado por un embarazo extrauterino. Dijo que la mantuvieran bajo custodia, pero que no la movieran. A Margot y a mí, por separado, nos llevaron para el G-2.
"Aquello era terrible, en un solo cuarto habíamos más de 70 mujeres. Me encontré con una conocida, Juanita, que trabajaba en la CMQ. A su esposo le ocuparon una planta de radio, logró escapar, pero la agarraron a ella. Allí comencé a conocer a quienes con los años se convertirían en mis hermanas. Gloria, mi verdadera hermana, trabajaba en la Pan American y la sacaron para Miami, no volví a verla en veinte años. Después de un mes en el G-2, junto con un grupo me trasladaron para una casa tapiada, a unas dos cuadras, creo que había sido la residencia de uno de los dueños de la tienda El Encanto. La habían subdividido en celdas, con dos literas en cada una. A mí me tocó compartir mucho tiempo con María del Carmen Muñoz y Grau, una muchacha muy inteligente que logró salir en libertad. Era de la Juventud Católica, de la Universidad de Villanueva y el Directorio, pero nunca lograron ubicarla y la soltaron. Ahí conocí a Reina Peñate y a Noelía Ramírez, a quien apodaríamos La Preciosa.
"Durante dos meses y medio estuve bajo interrogaroios constantes, de día y de noche, a veces me sacaban y me dejaban sola horas y horas, en un salón helado. El peor de los interrogadores, el más sinvergüenza, era Idelfonso Canales. Me presionaba mucho, amenazándome con fusilar a mi padre si yo no hablaba. Mis padres no sabían de mí desde el 17 de abril, seguro me daban por muerta. Pero Saturno se come a sus propios hijos y al igual que a Pepe Silva, a Canales lo fusilaron por traficar con dólares. Un día me dejaron ver a mis padres durante 15 minutos. Mi madre estaba destruida de los nervios y mi padre era un anciano: en un mes se había puesto blanco en canas. Le habían robado la vida. A su pregunta, les confesé que yo era culpable y que estaría presa por muchos años. No volví a ver a mis padres hasta que me trasladaron para Guanabacoa.
"El 22 de septiembre de 1961 se dictó nuestra sentencia en un juicio con Pelayito Paredón de juez y Flores Ibarra de fiscal, una combinación clave para la pena de muerte, que se la pidieron a 18 hombres y las condenas más severas para Margot y Mercedes Roselló y para mí. Fue un juicio desgarrador, con la sala atestada de familiares que gritaban cuando dictaban sentencia de muerte. Al finalizar el juicio, procedían a la apelación, a nosotras nos rebajaron las condenas a 20 años. Nos habían sentado en orden alfabético y a mi lado quedó Ángel 'Polín' Posada Gutiérrez, joven lleno de vida, revolucionario y ex capitán del Ejército Rebelde, para quien pidieron pena de muerte.
"Su esposa Norma Albuerne, presa y con tres meses de embarazo, quedaba en primera fila. Él me tomó la mano y apretándomela fuertemente me dijo: 'Lo único que voy a pedirte, Cary, es que la cuides y que mi hijo nazca en un país libre'. En ese juicio condenaron a muerte a Aldo Vera estando prófugo, al comandante Gonzalo Miranda, de la Marina de Guerra Revolucionaria le conmutaron la pena de muerte. Muchos venían del Movimiento 26 de Julio, era una conspiración netamente salida de las filas de la revolución. Era un juicio de mucha fuerza, por estar involucradas las tres armas, el Ejército, la Marina y la Policía. Importantes personalidades y varios embajadores estaban presentes, como el de Inglaterra. Tras cada sentencia de muerte, el preso quería abrazar por última vez a sus hijos, a su esposa, sus padres...
"Cuando terminó el juicio, los familiares se tiraron arriba de los que iban a fusilar y los policías, los cascos militares, a culatazo limpio nos golpeaban a todos. Los nuestros nos halaban para que no nos metieran en la jaula. Cuando a empujones nos montaron en la jaula para llevarnos a la cárcel de Guanabacoa, los familiares le cayeron atrás, mientras se oían los gritos de los que iban a fusilar. Horrible, horrible. Éramos 110 acusados y casi 400 familiares. Nunca olvidaré la cara de mi padre apretándose los puños y mordiéndose los labios, cargado de impotencia.
"En un nuevo traslado de Guanajay para Guanabacoa, nos pusieron con un grupo de las comunes, Ya habían reformado Guanabacoa y tenía un muro. La parte de atrás estaba repleta de las comunes y nosotras éramos 30 y pico en la galera 4. En la 5 estaba sola, separada, La Niña del Escambray. Todos los días hacían recuentos.
Un día cuando al fin había logrado baño, me estaba bañando cuando un miliciano me gritó que saliera para el recuento. Yo le dije: 'No, yo no puedo salir desnuda, por lo tanto, cuéntame desde aquí si quiere y si no, no me cuentes'. A los tres días nos llamaron a una corte disciplinaria. Llegaron cuatro milicianos al patio y nos hicieron un juicio por indisciplina y nosotras lo rechazamos, no lo admitimos. Aquello terminó a piñazos. Entró la guarnición y a ocho nos mandaron para las tapiadas: Gladys Hernández, Riselda 'La Chavala' Martínez, María Magdalena 'Maruca' Álvarez, María Amalia Fernández del Cueto, Teresita Vidal, Dora 'Japón' Delgado, Olguita Morgan y yo.
"Una tapiada de Guanabacoa es como una bartolina, con una hermética plancha de hierro por puerta, tiene un muro como cama de piedra y en el piso un hueco con dos planchitas de concreto, llamadas 'patines', para poner los pies, agacharte y hacer tus necesidades, cuando puedes y las ratas no te saltan desde el hueco para morderte. Del techo cuelga una cadena para soltar agua sobre ese hueco y es el mismo hueco donde cae el agua para bañarte, cuando te dan agua. Estando allí con Teresita Vidal se tupió el hueco aquel, salió el excremento y nosotras pidiendo a gritos que nos sacaran de aquella podredumbre que ya nos llegaba a las rodillas. Nos tuvieron así 48 horas, nos sacaron y nos llevaron para otra tapiada donde estaba Gladys Hernández. Nos turnábamos para dormir en la cama de piedra y las otras dos nos poníamos en cuclillas junto a la pared, porque no había espacio para sentarnos en el piso y estirar las piernas.
"Las celdas tapiadas de Guanabacoa tienen una peculiaridad sobre las de otras cárceles: son soterradas. Están bajo tierra, a mucha profundidad y sin ventilación, con una humedad indescriptible, por eso las llaman Los Pozos. Estuvimos un mes completo. Cuando cumplimos el castigo y nos regresaron a la galera, María Amalia me confió que tenía un plan de fuga. Se lo dijimos a las del grupo nuestro, Mary Martínez Ibarra, Japón y La Chavala. María Amalia tenía un contacto, una miliciana, para pasarle una segueta dentro de un colchón. Todo funcionó a la perfección. Durante una semana segueteamos los barrotes de la ventana sobre la cama de Japón, y para que no se oyera el ruido, las muchachitas cantaban o hablaban en voz alta. Entonces, ya en plan de fuga, nos trajeron a Aida Valdés Santana, que era de la microfracción, grupo de la vieja guardia comunista, molesto con la línea unipersonal con que gobernaba Fidel Castro. Nos llamó la atención que en vez de llevarla con Hilda Felipe y su gente a una cárcel especial, nos la plantaran, para que ella contara cómo pensábamos, cómo vivíamos.
"Entra la miliciana y nos dice: 'Aquí tienen a una presa que no es igual que ustedes porque ella es comunista arrepentida y por eso está aquí'. Aida aclaró su posición y le dijimos: 'Nosotras creemos que los comunistas te trajeron para acá pensando que íbamos a comerte por una pata porque eres comunista, pero aquí hay un respeto absoluto al derecho de cada como ser humano. Tienes tu espacio, pero aquí hay leyes, aquí no se chismea con ellos, no se habla con el verdeolivo. O tu eres plantada o te tienes que ir'. Pero teníamos la fuga metida por el medio. Yo me senté frente a Aida Valdés Santana y se puso más blanca que una vela. Le dije: 'Mira, tu ves esa ventana? La estamos segueteando. Nos vamos cinco y el resto lo sabe. Llevamos juntas muchos años y no desconfiamos unas de otras. Si esto se sabe es por ti y tu cabeza rueda por el polaco (el hueco)'. Se llenó de pánico, si la llamaban para ir al médico se negaba a ir sola, pedía que la acompañara otra presa, para tener testigos de que ella no hablaba.
"Yo sí creo que ella era del G-2, pero no delató la fuga. Eventualmente la sacaron de entre nosotras y la pusieron en la otra galera con La Niña del Escambray y Polita Grau, que ya había llegado. La Niña tuvo a Aida entre ceja y ceja desde el primer momento y a pesar de su hermetismo, tuvo con ella una fuerte bronca y alertaba a Pola: 'Te la han echado para conocer cosas de tu causa que el G-2 no pudo averiguar'. Fue una presa común, una negrita llamada Ileana Ruiz Terry, la que nos ayudó en la fuga, amontonando arena bajo la ventana por la cual nos tiraríamos desde la tercera litera. Al ser la más alta y delgada del grupo, salí la primera, descolgándome por una sábana para ir recibiendo a las otras en la caída. Como La Chavala era gordita, dos tendrían que subirla al techo.
"El primer guardia estaba borracho como una uva porque se había vaciado una botella de ron. Cuando Mary Martínez se agarró al techo, esa parte estaba rota, cayó sobre un cable de 220 que le quemó la nariz, le partió la boca y la lanzó por el aire contra el pavimento. El choque hizo parpadear las luces y esto alertó a los guardias. Japón era la única que ya estaba sobre el techo y pudo haberse fugado, pero al vernos imposibilitadas de seguirla, no quiso brincar el muro. Empezaron a tirarnos fuerte durante varios minutos, nuestras compañeras les gritaban Asesinos, asesinos... De nuevo para las celdas tapiadas. Para colmo de males, cogimos piojos. Japón y yo nos pelamos al rape con unas tijeritas. Si daban visita era cada seis meses, si daban jabas eran cada seis meses también".
Como puedo encontrar a mi madre? Fue una presa Rusa en la carcel de Mujeres de Guanabacoa.
ResponderEliminarNaci en el ano 1964. ?
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