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lunes, 19 de mayo de 2014

Mirelle quería jugar con Messi



Saltar la valla de Melilla ya no es una cosa sólo para hombres. Mirelle, una camerunesa introvertida, pero con gran decisión, consiguió el mismo objetivo que persiguen miles de inmigrantes cada año en las dos únicas fronteras terrestres que Europa tiene en África, las de Ceuta y Melilla.

Ella salió de su país hace poco más de un año con idéntica meta. Y aunque le ha costado kilómetros de camino, meses de espera en el bosque y otras penalidades marcadas para siempre en su cuerpo y recuerdo, al fin el 28 de febrero demostró a todo el mundo que las mujeres también pueden superar el enorme obstáculo fronterizo que separa Marruecos de Melilla.

"Me decían que yo no podría cruzar siendo una chica, pero me sentía capaz de cruzar las tres barreras y decía que iba a intentarlo con todas mis fuerzas. Y he conseguido el reto, entrar con esos hombres y atravesar la frontera", afirma Mirelle orgullosa, pero sin abandonar el gesto serio e introvertido que caracteriza su forma de ser.

Porque al contrario que la mayoría de los inmigrantes, que desbordan alegría y adrenalina en cuanto logran pisar suelo español, esta chica de Camerún sólo esbozó una tímida sonrisa cuando por fin se vio en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla y los medios se posaron en ella.

La primera mujer en saltar la valla dijo que era menor de edad y eso la condujo directamente a un centro tutelado por la ciudad autónoma. Pero las pruebas oseométricas practicadas a todos los menores que llegan solos a Melilla detectaron su mentira.

Mirelle siguió la misma estrategia que la mayoría de los jóvenes inmigrantes, que ven en la barrera de los 18 años la posibilidad de obtener un final más favorable a su situación irregular. Y, de paso, no sufrir la masificación del CETI, que ahora está al triple de su capacidad habitual.

Hasta que no se ha comprobado que Mirelle tiene más de 18 años, ha permanecido en el centro de menores de la Gota de Leche. Quienes la conocen dicen que se sentía como un león enjaulado. Por eso su retorno al CETI ha sido otro motivo de felicidad para ella, que ha vuelto con los hombres que la ayudaron a saltar la triple valla con una pierna lastimada por una reciente fractura de tibia de la que se recuperó en el Monte Gurugú.

Allí, en el bosque, Mirelle estuvo viviendo más de nueve meses, aunque su aventura como inmigrante empezó antes. Concretamente, en enero de 2013, cuando cogió a su hermano pequeño y los dos se echaron a la carretera.

Aquel día empezó un camino de miles de kilómetros que les llevaron por varios países y "sin pagar un solo franco", para dejar claro que ella no pagó a las mafias para que la pusieran a los pies de las vallas.

La perseverancia que caracteriza a esta camerunesa fue una de las llaves que le dieron acceso a Melilla, tras aguantar estoicamente meses de comentarios poco alentadores respecto a sus planes de saltar la valla y vivir en el monte entre intento e intento.

Uno de los que pensaban que aquello no era lo mejor para ella era el sacerdote Esteban Velázquez. Este hombre, uno de los ángeles guardianes de los inmigrantes que esperan en las inmediaciones de Melilla, es el delegado de Migraciones del Arzobispado de Tánger, en la ciudad marroquí de Nador.

"Considerábamos que vivir en el Gurugú no era adecuado para ella". Es mujer, estaba herida y decía ser menor de edad. Demasiados handicaps para aguantar la dura vida en ese monte marroquí.

Por eso la intentaron convencer de que lo mejor era buscar la vía burocrática para que el gobierno accediera a dejarle pasar sin tener que saltar, un trámite en el cual varios parlamentarios españoles ejercieron como intermediarios.

"Pero con el gesto de su cara, daba a entender que tenía la decisión tomada. Ella iba a saltar", recuerda el padre Esteban, cuyo equipo arropó a Mirelle no sólo en el monte, sino también en el hospital de Nador, donde llegó después de ser agredida por fuerzas auxiliares marroquíes.

Sus meses en Marruecos, donde asegura haber sufrido un racismo mayoritario, son ya parte del pasado. Fueron días en los que solo el fútbol la sacaba de la tristeza, incluso lesionada por una fractura de tibia. A esta apasionada del deporte le gustaría jugar en el F.C. Barcelona junto a Messi, Xavi e Iniesta, sus ídolos.

"Tengo potencial para jugar allí", asegura con el mismo convencimiento con el que consiguió saltar las vallas. Esta vez, además de su físico, cree que necesitará ayuda oficial para regularizar su situación.

Aparte de marcar goles, su sueño es que el gobierno español le dé papeles para llegar a "ser alguien importante" y ayudar a otros inmigrantes africanos.

El Mundo, 17 de marzo de 2014 (publicado con el título "La escaladora de vallas que quería jugar con Messi").
Foto: Mirelle, momentos después de saltar la triple valla de seis metros de altura que separa Marruecos de Melilla. Foto de Blasco de Avellaneda tomada de El Diario.

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