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jueves, 6 de marzo de 2014

Yulia Tymoshenko


La ex primera ministra de Ucrania Yulia Tymoshenko y una de las líderes de la Revolución Naranja, con una carrera política impecable y mujer valiente donde las haya, recién fue liberada. Salió de una cárcel ucrania, enferma, en una silla de ruedas.

Hizo un discurso a los ucranios, la prensa se hizo poco eco del discurso, desde entonces ha dado algunas entrevistas (contadas con los dedos verdaderamente para las que merece) y en una de ellas ha expresado que “hay que tener mano dura con Putin”, lo que es una verdad como un templo, añadiendo otra verdad como otro templo: que las tropas rusas en Crimea son un tremendo peligro para la paz en Europa y para la paz mundial.

Pese a su claridad, no sé por qué esta señora ha sido tan poco oída y tan poco protegida por los medios de comunicación masivos internacionales. Por la trenza no será, porque otras llevan el pelo de su mismo largo, y sin hacer ni la mitad de lo que ha hecho esta mujer ya son consideradas heroínas y hasta posibles presidentas, en fin…

Claro, tal vez es que como la trenza es rubia, y todo lo rubio desde un tiempo a esta parte va convoyado con lo de “fascista”, la palabra mantra de Nicolás Maduro, o su leit motiv autista (con perdón de los autistas), pues igual por eso le han hecho tan poco caso a Yulia. A Yulia y a su hija, quien no es tan rubia como su madre, pero que es una joven tan valiente como su madre, que tanto hizo por movilizar al mundo para conseguir la libertad de Tymoshenko. En vano.

La revista Time, que yo recuerde, no la sacó entre sus personalidades famosas, ni tampoco ha sido retratada en su portada. Y es que es una mujer muy bella y elegante. Tal vez por eso. Ya saben que la prensa de ese tipo adora todo lo feo, sucio y de “look” pobretón, aunque con los bolsillos millonarios.

Yo misma escribí muy poco sobre Yulia, reviso mis posts en mi blog personal y sólo la he mencionado en dos o tres artículos. Le pido disculpas. Debí ocuparme más. Aunque mis palabras no la habrían liberado. No porque yo sea rubia, ni tenga trenza, sino porque soy abiertamente anticomunista y anticastrista, y políticamente incorrecta, como soy también antifascista y antireaccionaria.

O sea, de vez en cuando soy, citando a Guillermo Cabrera Infante, una “reaccionaria de izquierdas”, y ni eso. Soy nada, o nadie, con mis palabras. ¿Y qué pueden las palabras hoy en día en contra del oro de Putin, el oro de los Castro (robado a Venezuela), el petróleo de Maduro (birlado a su pueblo). Nada, no son nada. Y yo, nadie.

¿Es Yulia Tymoshenko alguien? Nadie. Es una mujer, enferma, que se enfrentó al espanto, y ha sido liberada. ¿La oirán cuando alerte y siga haciéndolo sobre el peligro de Putin? Ni por asomo. El último que querrá oírla será Obama, por supuesto. Ya conocen la reflexión del ajedrecista Garry Kasparov: “Yo todavía sería un ciudadano soviético si Obama hubiera sido presidente en lugar de Reagan”.

Con mujeres como Yulia Tymoshenko dirigiendo su país, y siendo atendida por el resto del mundo, la humanidad sería otra, mejor. Pero ella ha sido una rebelde en contra del sistema del tirano, no le ha aceptado ni una sola de sus proposiciones ni uno sólo de sus supuestos cambios fraudes, por eso pasó años de cárcel.

Estoy segura que si Yulia Tymoshenko fuese opositora cubana habría estado de acuerdo con el embargo norteamericano y hubiese exigido de inmediato una investigación sobre los asesinatos de todos los opositores cubanos. Pero ya lo dije: su trenza es rubia, y no negra, o sea, no es oscura.

Zoé Valdés
Libertad Digital, 6 de marzo de 2014.
Foto: El 22 de febrero, recién liberada de la cárcel y en silla de ruedas, Yulia Timoshenko se dirigió a la multitud congregada en la Plaza de la Independencia de Kiev, la capital de Ucrania. Tomada de ABC News.

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