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lunes, 24 de marzo de 2014

Mujeres, la carne barata de la revolución



A pesar de que la propaganda del régimen comunista cubano afirma lo contrario, la realidad cotidiana de las mujeres en la isla no es precisamente la de luchar contra la agresión económica de Estados Unidos.

En su lugar, se esfuerzan por satisfacer necesidades básicas como alimentos y ropa para su familia o lujos ocasionales como cosméticos, y que a veces tienen que pagar con su propia dignidad.

Con el título Cheap Flesh Of The Revolution, el sitio digital Worldcrunch, radicado en París y que difunde artículos en inglés y traducciones de todo el mundo, el 5 de octubre de 2013 publicó un reportaje que Lukasz Woznicki hizo en La Habana. A continuación, tres de las historias contadas al periodista.

Felina, 34 años, prostituta. "¿Sabes cómo la mayoría de las mujeres cubanas se suicidan? Prendiéndose fuego. Como si quisieran purgarse de toda esta mierda. La semana pasada una amiga mía se dio candela. Era una puta, como yo. Su hija dijo que estaban viendo la televisión y de repente Yoana la besó y se fue al baño. Salió corriendo del mismo ardiendo como una antorcha viva. Pienso en el suicidio todos los días. Pero no me gustaría sufrir. Si lo hago, voy a saltar desde el balcón.

"Jorge era el único hombre que realmente me ha encantado. Hoy es mi marido, pero todo lo que ahora siento por él es lo que una prostituta puede sentir hacia su proxeneta: desdén. Nos encontramos en el aeropuerto. Yo era camarera en la cafetería de la zona, él era un mozo de equipajes. Antes de que las maletas se fueran en el carrusel de equipaje, Jorge robaba alcohol, ropa, perfumes.

"Un día me dijo que tenía una idea de cómo podríamos ganar más dinero: que debía dormir con turistas que él y su amigo, un conductor de taxi, los reclutarían en el aeropuerto. Me dijo que teníamos que usar mi belleza para seguir adelante.

"Los clientes siempre alaban La Habana después de tener relaciones sexuales. Odio esto. Mi ciudad se parece al día después de una guerra. Somos la carne barata de la revolución. Cobro 50 dólares por sexo clásico, 80 por sexo anal, pero hay chicas que cobran menos de 30 dólares.

"Estudié filosofía marxista durante cinco años. Me gradué con honores. Hablo varios idiomas. La mayoría de mis colegas tienen diplomas universitarios. Probablemente somos las putas más cultas del mundo. Todavía tengo la esperanza de que un día voy a ganarme la vida de una manera decente, como traductora, por ejemplo. Pero hay días en que salgo al balcón, miro hacia abajo e imagino que me tiro" .

Laura, 23 años. "Andar con un extranjero no era mi sueño. Siempre he querido ser una mujer independiente, estudiar, conseguir un trabajo para poder pagar mis cuentas. Después de dos años en una oficina cultural en una gran ciudad, me di cuenta de que todas mis compañeras tenían novios extranjeros. Cuando le pregunté a una de ellas cómo era posible, ella dijo: "Por internet, estúpida".

"En Cuba, están prohibidas las conexiones a internet en la casa. Hay puntos de acceso controlados por el Estado, pero una hora cuesta 6 dólares, cantidad que no está al alcance de un cubano promedio. Con suerte, en el trabajo se puede navegar todo el día. Solo están prohibidos los sitios pornos y contrarrevolucionarios. Mis amigas me convencieron para crear un perfil en Facebook.

"Un día recibí un mensaje de Hans. Los hombres cubanos me desaniman. Son demasiado agresivos. Tratan a las mujeres como propiedades. Además, beben demasiado. Lo que me gusta de los alemanes, franceses, suizos o austríacos es que usted puede hablar con ellos sobre cualquier cosa.

"Hans es ingeniero y tiene 34 años. Es alemán, pero aprendió español durante estudios en México. Después de año y medio chateando, vino a verme por primera vez, sin previo aviso. Hace dos años empecé a aprender alemán. Mi primera visita a Alemania fue en 2012. He oído que muchos turistas mienten, dicen que son ricos y no lo son. He tenido suerte. Hans es un buen hombre. En un mes me voy para siempre, a vivir con él."

Matilda, 42 años. "La vida de una mujer cubana es más difícil que la del hombre. Las mujeres cuidan de la casa y eso significa que cuidan de los niños, el marido y la comida. El 90% de la jornada diaria se nos va tratando de conseguir algo para comer. Ésa es nuestra tarea: sobrevivir con 15 dólares al mes.

"He trabajado como peluquera desde hace 20 años, pero junto con unas amigas abrí mi propio negocio, año y medio atrás. Las ideas de los peinados las tomamos de revistas extranjeras. La última que tenemos es una edición española de la revista Glamour de 2008.

"Los cubanos llevan el optimismo en la sangre. Trabajamos mucho y no obtenemos nada a cambio. Sin embargo, nos encontramos con amigos y mantenemos la sonrisa. Siento pena por los hombres de mi país. Están frustrados. Ellos no pueden mantener a sus familias, por lo que tratan de confirmar su masculinidad con el engaño.

"No quiero salir de Cuba. Mis raíces, mi familia, mis amigas están aquí. La triste realidad es que la mayoría de las mujeres cubanas sueñan con conocer a un extranjero y salir. Es la única oportunidad de mejorar sus vidas. Mi hija sueña con eso también".

Martí Noticias, 7 de octubre de 2013.
Foto: Jineteras jóvenes con extranjeros viejos en una playa habanera. Tomada de Cubanet.

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