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miércoles, 20 de noviembre de 2013

La marihuana genera controversia en Suiza


Desde el 1 de octubre de 2013, un adulto que sea descubierto fumando marihuana (cannabis) en Suiza deberá pagar una multa, pero ya no tendrá que someterse a procedimientos legales formales. Las reacciones a la nueva ley están a favor y en contra.

Espirales de denso humo de sabor dulzón se perciben desde un patio aislado en el barrio de Les Grottes, no muy lejos de la estación de trenes de Ginebra.

“Seguro que este cambio es bueno. Ya una vez la policía me había pillado con 5 gramos encima. Pensaron que era un traficante. Conozco a un montón de personas que han tenido problemas similares”, dice Dani, joven fumador de marihuana.

Suiza prohíbe el cultivo, el consumo y la venta de cannabis. Pero desde el 1 de octubre, cualquier persona mayor de 18 años que la policía descubra en posesión de hasta 10 gramos de cannabis deberá pagar una multa de 100 francos, sin quedar inscrita en el registro de antecedentes penales. Un trato similar a cuando un conductor comete una infracción simple de tráfico.

Los partidarios de esta revisión, aprobada por el Parlamento hace un año, sostienen que es un pequeño acercamiento a la realidad del consumo del cannabis en este país.

La modificación coloca a Suiza en el grupo de países europeos que toleran el consumo de marihuana en pequeñas cantidades. Medio millón de los 8 millones de habitantes que tiene la nación alpina han admitido ser fumadores ocasionales. Y la tendencia es que cada vez menos personas consumen esta hierba.

Dani no está totalmente satisfecho con la nueva disposición: “Francamente, creo que el Estado debería legalizar y controlar el consumo de cannabis. Así habría, por lo menos, menos delincuencia”.

Alrededor de 180 millones de personas en el mundo utilizan el cannabis como droga, indica el Informe de Estupefacientes de Naciones Unidas, de junio de 2013. En Suiza, el 28% de la población mayor de 15 años afirma haberlo consumido al menos una vez en su vida (el 25% en la Unión Europea).

El 5,1% dice haberlo consumido en los últimos doce meses. El grupo de jóvenes entre los 15 y los 24 años de edad es el más proclive a consumir hachís: el 17% lo ha fumado en los últimos doce meses.

Para los detractores, la despenalización va contra de la voluntad del pueblo helvético. Hace cinco años, los electores rechazaron una propuesta gubernamental para legalizar la posesión, el consumo y el comercio controlado del cannabis. Cuatro años antes, el Parlamento se había negado a discutir el asunto.

En en el parque ginebrino de Cropettes, Jean-Philippe, de 45 años, dice que la ley ha sido un paso en la dirección equivocada: “Diez gramos es mucho y cien francos suizos no es en absoluto una medida disuasiva. Simplemente creo que esto contribuirá a generalizar y trivializar el consumo de esta sustancia”.

En Zürich, la otra gran ciudad de Suiza, también descubrimos posiciones encontradas sobre la nueva ley. “Esta legislación hace más fácil la posesión de drogas, sin castigarla. Creo que la marihuana puede ser la antesala para el consumo de otras drogas”, indica Michael, de 40 años.

Para los expertos en salud, una ley menos restrictiva no tendrá un impacto que provoque mayor consumo del cannabis. Al contrario, si se mira lo ocurrido en Portugal y Países Bajos, que toleraron el consumo de drogas suaves, como el hachís, el consumo entre los jóvenes se redujo.

Pero el debate continúa, e incluso se muestran indecisos aquéllos que fueron consumidores de esta hierba. “Hace diez años hubiera estado a favor de su despenalización”, indica Marie, hoy madre de dos hijos adolescentes. “Pero actualmente creo que deberíamos minimizar los peligros. En la década de 1990, la hierba tenía un nivel bajo de THC (el tetrahidrocannabinol, compuesto químico psicoactivo de la droga). Su nivel era de un 5%, y esto ya era suficientemente poderoso. Ahora alcanza hasta el 30%, casi como una droga dura”.

Cabe señalar que los tribunales suizos dirimen cada año alrededor de 30 mil casos de consumo de cannabis. Algunos cantones ya han despenalizado el consumo y exigen una multa por un delito menor, mientras que los narcotraficantes se enfrentan a procesos judiciales y multas superiores a los 3 mil francos, en cantones fronterizos como el Ticino, perteneciente a la Suiza italiana.

“El cambio político debe permitir liberar recursos para dirigirlos a la lucha contra el tráfico de estupefacientes”, indica Corine Kibora, portavoz del Centro para Adicciones de Suiza.

Las policías de Zürich y de Berna consultadas por Swissinfo opinan que, aparte de reducir el papeleo, la nueva ley no tendrá un impacto significativo en su trabajo diario ni en su estrategia para tratar el consumo del cannabis.

“Este cambio político valida también la transformación del estatus del cannabis en la sociedad. En la práctica, para la policía resulta complicado aplicar el concepto”, comenta Jean-Félix Savary, secretario general de Grea, un grupo dedicado al estudio de las adicciones en la Suiza francesa.

Savary teme que las policías cantonales no implementen la ley de modo uniforme, por lo que el objetivo primario de la armonización corre el riesgo de fracasar. “No se trata de una revolución. En general, el enfoque sigue siendo vacilante y conservador. Aún se emplean recursos policiales considerables para garantizar el respeto de la ley sobre el cannabis, lo que ha llevado a ver menos fumadores en la calle”.

Un grupo al que no afecta la revisión es el de los menores de 18 años. Aún pueden establecerse procedimientos legales en su contra y un fiscal local puede multarles por el consumo de cannabis.

Pero hay algunas medidas especiales dirigidas a ellos en la nueva ley, explica Corine Kibora: los traficantes a los que la policía descubra con clientes menores de edad recibirán castigos más severos. Y los jóvenes consumidores deberán tener acceso más fácilmente a un experto que les aconseje y asesore para abandonar la dependencia.

La idea de mayor prevención es muy bella en teoría, advierte Jean-Félix Savary: “Debemos terminar con la hipocresía. El gobierno invita a los cantones a hacer más, pero no les apoya con un solo franco. La semana pasada decidió cortar un cuarto del presupuesto para la prevención del consumo del alcohol y lo mismo puede pasar con las drogas. Si los políticos quieren resultados, necesitan cofinanciarlos”.

Simon Bradley
Swissinfo en Español, 2 de octubre de 2013.

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