Google
 

lunes, 14 de octubre de 2013

De cierta manera: La Habana



Otra vez he tenido la paciencia de acercarme a De Cierta Manera (1974), el filme de la cineasta cubana y afrofeminista Sara Gómez. Es un filme maldito que desnuda demasiadas cosas a la vez, continúa siendo un espacio de la memoria que constantemente nos recuerda la marginalidad que habita la sociedad cubana y el precio de la desigualdad que aún con la revolución están pagando muchas personas.

Treinta y nueve años han pasado y la cinta nos alerta que todavía los negros y mestizos en su mayoría continuamos con desventaja social, que todavía la herida de la desigualdad es un tatuaje que nos marca y la humedad del látigo no ha dejado de filtrarnos los huesos.

La Habana no ha dejado de ser la gran incubadora de la marginalidad y lo primero que violenta, al ver el filme, es un cartel que reza: “La Revolución ha terminado con la marginalidad”.

Hoy la Habana suele ser más insegura que cuando se exhibió esta joya de la antropología audiovisual. Ni la marginalidad ni las ciudadelas o barrios insalubres, como Las Yaguas, desaparecieron. Las Yaguas es hoy una gran maqueta que se reproduce en los más íntimos escenarios de esta ciudad.

Mientras el Plan Maestro, de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que dirige Eusebio Leal Spengler, está empeñado en la restauración de la Habana Borbónica e impone su franja de acción económica mediante boutiques con precios del primer mundo, las ciudadelas y las cuarterías crecen hacia adentro, siempre distantes de la geografía donde están las oportunidades.

La Oficina Nacional de Estadísticas solo reconoce la existencia de 60 barrios marginales y 114 focos insalubres, pero son cifras que no responden a la realidad. Desde hace mucho tiempo, La Habana está sintiendo que sus músculos están fatigados. La Habana no aguanta más y los asentamientos son juegos de cinturas que flotan sobre sus ruinas.

En esta ciudad, solo basta asomarse a lugares como La Isla del Polvo, Alturas del Diezmero, El Tropical, Ruta 11, Indaya, Los Pocitos, Carraguao, El Canal, El Plátano, Las Cañas, Atarés, El Casino, Los Bloques y un sinnúmero de asentamientos que se dibujan sobre un mapa de muchísimo silencio para darse cuenta como los seres humanos viven hacinados en cuarterías, como cucarachas, y se reproducen como conejos, mientras la Dirección Provincial de Vivienda cuenta con un fondo habitacional envidiable echándose a perder por más de 20 años.

Los asentamientos son lugares sin brillo, donde la administración del Poder Popular siempre tiene garantizada la pipa de ron o de cerveza, para anestesiar el alma de quienes habitan estos sótanos en los que, ni la pedagogía revolucionaria, ni los llamados Talleres de Transformación Integral del Barrio, han logrado modificar el paisaje, pues la guapería es una carta de triunfo. Son paisajes donde el precio de la desigualdad naturaliza las enfermedades psíquicas, el consumo de drogas y la violencia intrafamiliar.

Estos son algunos de los demonios que habitan nuestra ecología social, demonios alimentados por la ortodoxia revolucionaria que también apuntaló la marginalidad, al poner fuera del juego a figuras como el cineasta Nicolás Guillen Landrián, a la artista de la plástica Clara Morera, a los escritores Reinaldo Arenas, Lidia Cabrera y Carlos Victoria, a los investigadores Walterio Carbonell y Carlos Moore, al escultor Agustín Cárdenas, a Ediciones el Puente; reprimió las sexualidades disidentes, desmanteló la narrativa discursiva del hip hop para imponer el reggaetón, y continúa penalizando la ecología política.

De Cierta Manera, Barrio Cuba, del desaparecido Humberto Solás, y Buscándote Havana, de la joven realizadora Alina Rodríguez, son algunos de los testimonios audiovisuales que incomodan al poder, pues le dan voz a la otra ciudadanía; desnudan su naturaleza pornográfica y descubren sus límites apenas interrogados por la sociología revolucionaria.

Mientras, La Habana no deja de besar sus propias heridas y de enseñar sus partes más escandalosas.

Texto y foto: Juan Antonio Madrazo Luna
Cubanet, 23 de agosto de 2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario