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miércoles, 14 de agosto de 2013

Peripecias de un viaje


El 11 de enero de 2013, el periódico Venceremos, órgano del partido en Guantánamo, anunció que a partir del mes de marzo, entre esa ciudad y La Habana, comenzaría a volar un moderno avión AN 158, fabricado en Rusia y Ucrania. Según el propio periódico, la nave, con capacidad para 96 pasajeros, realizaría cinco vuelos semanales.

Aunque el AN 158 estuvo operativo dos meses después de lo anunciado, desde entonces han sido muchas las cancelaciones del vuelo. El viernes 5 de julio fui víctima de otro de los incumplimientos de Cubana de Aviación.

Antes de viajar a La Habana había sido advertido en el aeropuerto Mariana Grajales, en Guantánamo, de que debía reconfirmar mi pasaje de regreso. O sea, con 72 horas de antelación, confirmarlo personalmente en las oficinas de Cubana de Aviación, en Infanta entre 25 y 27, Vedado, o por teléfono, gestión bastante complicada pues te responde una contestadora automática, corriendo el riesgo de que nadie atienda tu llamada, como a mí me pasó.

El martes 2 de julio fui a las oficinas de Cubana, en el Vedado. Solo habían dos o tres personas. Con prontitud me atendió un empleado, parado en el centro del salón. Me remitió a otro, sentado detrás de un buró, al parecer molesto por tener que atenderme, me respondió que mi vuelo no tenía problema, que estuviera en el aeropuerto a las 11 y 30 am.

El viernes 5 de julio llegué al aeropuerto a las 11 de la maña. A las 12 y 30 todavía no había comenzado el chequeo, así que me dirigí al departamento de información. Allí no sabían qué ocurría y me indicaron que viera al supervisor, quien me informó que el avión que iba a volar a Guantánamo tenía problemas técnicos, que nos iríamos en el vuelo de Santiago de Cuba, que saldría a las 3 y 40 de la tarde.

A la 1 y 40 comenzó el chequeo. En el salón de última espera, a las 4 y 15, dos trabajadores de Cubana nos entregaron un bocadito de jamón con queso y una lata con refresco de cola, pero no nos dieron ninguna explicación. A las 4 y 50 llamaron para abordar un avión bimotor, de hélice, modelo ATRC, que nos llevaría a Santiago de Cuba. Aterrizamos en esa ciudad a las 6 y 45 de la tarde. Ninguno de los funcionarios de Cubana, a quienes reiteradamente preguntamos por qué no nos llevaban hasta Guantánamo, nos respondió.

En el aeropuerto de Santiago de Cuba nadie de Cubana de Aviación estaba esperándonos para ofrecernos disculpas por lo ocurrido o para explicarnos cómo proseguiría nuestro viaje. A las 7 y 10 comenzó la entrega de equipajes. A las 7 y 30, la empleada que atiende los servicios sanitarios nos informó que en el parqueo había un ómnibus de TRANSTUR que nos llevaría hasta Guantánamo.

Luego de más de veinte minutos parados en la acera, esperando a que abrieran los maleteros del ómnibus, llegó un chofer y abrió el compartimiento de equipajes. Ya dentro del bus, ese mismo chofer nos informó que sólo harían dos paradas, una en la terminal de ómnibus Guantánamo y otra frente a la oficina de Cubana. Y aclaró que los pasajeros que llegaran hasta la oficina, debían bajarse en la terminal, para vigilar sus equipajes, pues ellos no se responsabilizaban con las pérdidas.

Alrededor de las 9 y 10 de la noche llegamos a Guantánamo, casi seis horas después de lo previsto. Una palabra amable, una información oportuna, habrían causado un buen efecto, pero es evidente que a los funcionarios de Cubana de Aviación no les interesa ni preocupa. Este suceso demuestra, una vez más, lo desprotegidos que estamos los consumidores cubanos, lo que amerita otro comentario.

Cercano ya el congreso de los periodistas oficiales, y que por estos días tanto hablan de la necesidad de que la prensa sea objetiva y veraz, de que el pueblo necesita ser informado y de que es necesario eliminar el secretismo, sería bueno que alguno de ellos indagara sobre lo que ocurre con el avión AN 158, que cinco veces a la semana debía estar volando entre las provincias de Guantánamo y La Habana.

No importa si nuevamente la primicia la tienen los periodistas independientes. Lo que importa es que comiencen a ser coherentes con lo que pregonan.

Roberto Jesús Quiñones
Cubanet, 10 de julio de 2013

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