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lunes, 8 de julio de 2013

Grandes pedagogos cubanos (II): Alfredo M. Aguayo


Alfredo Miguel Aguayo Sánchez, pedagogo y erudito de vasta cultura que ejerció gran influencia en la pedagogía cubana de la primera mitad del siglo XX, nació en Ponce, Puerto Rico, el 28 de marzo de 1866 y murió en La Habana, a los 82 años, el 30 de abril de 1948. Fue descendiente de dos notables familias puertorriqueñas, y su abuelo paterno llegó a ser uno de los educadores más eminentes de su país natal.

A los 13 años se trasladó a vivir a Cuba con su familia. En 1885, fue matrícula de honor en la Universidad de La Habana, donde obtuvo los títulos de Doctor en Leyes, y en Pedagogía, en las facultades de Derecho y Pedagogía. Realizó las más disímiles labores como aprendiz de tipógrafo, empleado de correos y traductor de noticias cablegráficas, las que alternaba con el estudio, lo que le permitió ir construyendo la amplia cultura que llegaría a poseer.

Con 18 años se inició como profesor en el Colegio La Divina Caridad y en la escuela del Círculo de Trabajadores de La Habana, de la cual llegó a ser director. Durante los años finales de la Colonia, fue amenazado y perseguido por las autoridades españolas, lo que le obligó a emigrar a los Estados Unidos en 1895. Volvió a Puerto Rico y ocupó los cargos de juez de instrucción y magistrado, e incursionó en estudios filosóficos y literarios, pero muy pronto se dedicó plenamente a la enseñanza.

Libre Cuba del colonialismo español, retornó a su patria adoptiva, que sería ya, para siempre, su patria, y continuó ejerciendo el magisterio en los años de la república. Durante la tiranía de Gerardo Machado, fue acusado de conspirar e intentaron obligarle a firmar un acta donde se le acusaba a él y a sus hijos, lo que le llevó a enfrentar de forma airada y valiente a los sicarios.

Hablaba y escribía, con pleno dominio, en francés, italiano, inglés, alemán y latín, lo que le permitía nutrirse de las corrientes del pensamiento pedagógico de su época, y se le consideraba un erudito, dada su vasta cultura.

Trabajó en el Instituto San Manuel y San Francisco, posteriormente denominado Instituto Hoyo y Junco. Allí conoció métodos y procedimientos que revolucionaban las concepciones de enseñanza imperantes y se declaraban en contra del escolasticismo y el aprendizaje memorístico, y llevó a cabo sus primeros ensayos y experiencias pedagógicas, que le hicieron sentir profunda aversión por la pedagogía tradicional.

Fue profesor de las Escuelas Normales para Maestros y puso en práctica métodos didácticos que le permitieron enriquecer su formación. En los años 1901 y 1902, fue Superintendente Provincial de Escuelas y en 1903, creó la primera Escuela Normal para Maestros por correspondencia, en la que se prepararon más de mil maestros. Un año después, en 1904, participó en la elaboración del Manual o Guía para exámenes de maestros cubanos.

Contaba con veinte años de experiencia cuando en 1904 publica su Tratado de Pedagogía y el 23 de abril de 1906, alcanzó el Doctorado en Pedagogía, con la defensa de la tesis titulada "La doctrina de la percepción en las principales interpretaciones y su aplicación a la doctrina del método".

En 1906, obtuvo una cátedra de profesor auxiliar en la Escuela de Pedagogía, y en ella dictó semanalmente conferencias de extensión universitaria, en las que aborda aspectos relacionados con la organización de la enseñanza en las naciones más desarrolladas, la crítica a la educación contemporánea, la pedagogía en la educación superior y otros temas de interés pedagógico.

Después de una tesonera labor, recibió la autorización que en 1909 le permitió, gracias a su esfuerzo y dedicación, inaugurar el Museo Pedagógico anexo a la Escuela de Pedagogía de la Universidad de La Habana y, en 1910, el Laboratorio de Paidología, que ocupó un local en el mismo museo, y para el cual logró reunir algunos equipos que se usaban en esa época en las investigaciones psicológicas y antropológicas.

En 1912, obtuvo la condición de profesor titular de las cátedras de Psicología, Historia de la Pedagogía e Higiene escolar de la Universidad de La Habana y fue profesor de dichas materias de forma ininterrumpida, hasta 1943. Con edad avanzada y serias limitaciones físicas, fue designado de forma unánime por el Consejo Universitario como Profesor Eméritus: por primera vez era entregada esta categoría.

Las primeras influencias pedagógicas recibidas por Aguayo, provenían de la pedagogía alemana, pero en 1932, apareció publicada su Didáctica de la Escuela Nueva, en la que se asumen los postulados de dicha corriente de renovación educativa. Con ella, se inicia una nueva tendencia pedagógica en su obra, basada en la pedagogía norteamericana, a partir de los trabajos de Dewey, Kilpatrik y otros. Está dividida en dos partes: la primera aborda la didáctica general y la segunda se refiere a los métodos de aprendizaje en las diferentes materias de enseñanza.

En 1932, se publicó su más importante obra de filosofía de la educación, Filosofía y nuevas orientaciones de la educación, que aborda la nueva disciplina filosófico-pedagógica, argumenta acerca de la importancia de la filosofía para la educación y da a conocer las tendencias existentes en otros países.

Asumió una posición de enfrentamiento a las concepciones escolásticas y al autoritarismo, responsables del atraso educativo, tanto en los aspectos teóricos como en la práctica escolar. En todo momento una posición en defensa de la tradición pedagógica cubana, nacida desde las raíces de nuestra nacionalidad.

Fue maestro y director de escuelas, profesor universitario y director de la Escuela de Pedagogía de la Universidad. Su obra pedagógica fue muy extensa, cuenta con más de 400 títulos, frutos de su labor docente e investigativa. Se destacó notablemente como autor de libros de textos para la escuela primaria. Ocupó la presidencia de la Asociación Pedagógica de La Habana y fue miembro de la Sociedad Geográfica de Cuba. Fue colaborador de diferentes revistas. Dirigió la Revista de Educación, editada por la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, y fue colaborador de Universidad de La Habana, El Mundo, Revista Bimestre Cubana y Revista Pedagógica Cubana, entre otras publicaciones. Se destacó como conferencista y en ocasiones utilizaba el pseudónimo Gyp. En 1938, una de las llamadas escuelas municipales, creadas para otorgar becas a niñas pobres, adopta su nombre. Sus más de sesenta años de labor docente, lo acreditan como uno de los pedagogos más conocidos de América Latina, cuya obra aún es fuente de consulta para maestros y profesores.

En su producción científica se han establecido tres etapas: la primera de 1884 a 1910, en la que se inicia en el magisterio, influido por las ideas del pensamiento pedagógico cubano de siglo XIX y el Positivismo de corte spenceriano; la segunda, de 1910 a 1936, en la que llega a su momento de mayor fecundidad, inclinado hacia el pragmatismo y el movimiento de la Nueva Educación, y una última etapa, de1936 a 1948, en que su obra declina al igual que su vida.

En 1940, recibió el grado de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Puerto Rico, y en 1942, la Medalla al Mérito Docente Ignacio Altamirano, otorgada por el gobierno de México. Fue un intelectual polémico y han existido controvertidas valoraciones acerca de su personalidad profesional y humana, pero resulta incuestionable su gran aporte a las ciencias de la educación en Cuba.

Bibliografía activa: Pedagogía. La Habana. Librería e Imprenta La Moderna Poesía, 1904, 5 tomos. Enseñanza de la lengua en la escuela elemental. La Habana, Imp. Comas y López, 1910. La escuela primaria como debe ser. La Habana, Imp. La Propagandística, 1916. Tratado de psicología pedagógica. Prólogo de Enrique José Varona. La Habana, La Moderna Poesía, 1923. Didáctica de la escuela nueva. La Habana, Cultural, 1932. Filosofía y nuevas orientaciones de la educación. La Habana, Cultural, 1932. Problemas generales de la nueva educación. La Habana, Cultural, 1936. Tres grandes educadores cubanos: Varona, Echemendía y María Luisa Dolz. La Habana, 1937. Guía didáctica de la escuela nueva. La Habana, Cultural, 1938. Ensayos sobre la educación de la postguerra. La Habana, Cultural, 1944. La escuela novísima o escuela del porvenir. La Habana, 1946.

Bibliografía pasiva: Aguayo, Jorge: Bibliografía de Alfredo Miguel Aguayo. Compilada por (…), La Habana, Cultural, 1930. Martínez, Luciano: Los grandes educadores cubanos: Alfredo M. Aguayo y Sánchez, en Revista Cubana de Educación, La Habana, 1942. Maza, Piedad: La ciencia y la filosofía en la obra educativa del Dr. Aguayo. La Habana, Universidad de La Habana, Escuela de Pedagogía, 1942. Chacón y Calvo, José María: Una figura continental: el doctor Alfredo M. Aguayo, en Diario de la Marina, La Habana, 1948. Mañach, Jorge: Aguayo, el juvenil anciano, en Diario de la Marina, La Habana, 1948. Ramírez, Andrea: Historia y organización de la Escuela Municipal Alfredo Miguel Aguayo, Universidad de La Habana, 1950. Bernal del Riesgo, Alfonso: Ideas pedagógicas de Alfredo Miguel Aguayo. Instituto de Superación Educacional, La Habana, 1967. Ministerio de Educación: Alfredo M. Aguayo, en Maestros, Ciudad Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1971. Sánchez Toledo María Elena, Acosta Jiménez, Yolanda y Consuelo Benítez Riech. Tesis de doctorado: Aproximaciones a la contribución de Alfredo M. Aguayo al desarrollo de la inteligencia de los estudiantes en Cuba, ISPEJV, Ciudad Habana, 1991-1992. Chávez Rodríguez, Justo A: Bosquejo histórico de las ideas educativas en Cuba. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 1996.

Tomado de En Caribe, enciclopedia de historia y cultura de los países caribeños.

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