La primera carta que Raúl Rivero recibió en prisión se la envié yo. Por ello fue a mí a quien por vez primera escribió. Utilizó el mismo sobre pequeño, amarillento, que le había puesto dentro de mi carta. El sello es de 75 centavos, cinco veces el valor requerido. En tonos sepias aparece Antonio Maceo. En dos hojas arrancadas de un cuaderno, sobre tenues líneas azules y respetando el margen izquierdo escribió mi amigo Raúl. Con un bolígrafo de tinta azul claro. Su letra menuda es más bien ilegible. Dice así:
Querida Tania:
Hace unas horas recibí tu carta y, en realidad, me dio mucha alegría. Algunas de las preguntas que me haces ya están respondidas porque Blanqui (su esposa Blanca Reyes) te habrá contado. En efecto estoy escribiendo poemas, generalmente de amor y de ex amor porque este es un sitio donde los recuerdos –buenos y malos- te visitan a voluntad. A veces hago textos poéticos con asuntos ingeniosos, literarios, sobre escritores, porque me paso muchas horas leyendo. He leído o releído textos importantes como La guerra y la paz, del viejo Tolstoi y El maestro y Margarita. La Antología de la poesía colonial (que yo le envié) fue un éxito. Me gustó mucho y junto al libro de Gastón Baquero los tengo como los más importantes de mi biblioteca particular.
Aquí en la prisión hay una biblioteca bastante bien surtida que utilizamos normalmente. He vuelto sobre la narrativa cubana del siglo XIX.
También escucho diariamente muchos sonidos de lugares queridos de mi infancia, porque estoy como comentas con Iván (mi hijo) en una especie de Viaje a la semilla. Tenemos un pequeño radio que escuchamos noticias por la mañana y, a veces, también las mesas redondas. Recibimos el diario Granma. En general, como te habrá contado Blanqui hay un trato respetuoso y profesional para los que estamos aquí. Claro, son condiciones difíciles, sobre todo los largos periodos de las visitas que comienzan ahora, pero, bueno, eso es lo que nos ha tocado.
No me acordé del aniversario de la desaparición de nuestro amigo Jesús, pero me acuerdo mucho de él, de su hijo, de Carlos.
Me alegro que sigas de abuelita al frente del comedor obrero de la Víbora y te recuerdo que sólo la realización de tus planes te librará de tu función al frente del fogón.
Te ruego que sigas ayudando a mi familia como hasta ahora y te lo agradezco mucho. También la selección de los libros. Espero que Pepe (José Prats Sarios) no me envíe próximamente Papillón. ¡Qué personaje!(Prats le había enviado El Conde de Montecristo).
Me le das un gran abrazo a Iván, a quien por prejuicios de viejo nunca le había dicho que lo admiro mucho profesionalmente. Besos para Tamila (mi hija) y para la negrita (mi nieta), que debe ser el motor básico de tu empeño.
Espero tu respuesta porque una carta de alguien siempre es muy importante, pero de alguien como tú es muy especial.
Muchos besos,
Raúl
El 18 de junio de 2003, cuando se cumplieron tres meses de la última vez que nos vimos –día en que comenzó la oleada represiva, él fue detenido el 20- mi hijo Iván y yo le escribimos. Pero sería fantástico si él recibiera cartas de amigos en otras partes del mundo. Deben dirigir su carta a:
Raúl Rivero Castañeda
Prisión Provisional de Canaleta
Carretera de Sanguily
Ciego de Ávila, Cuba
Una advertencia: la correspondencia pasa por la censura. Así que si usted quiere que le llegue, tenga cuidado con lo que expresa. Las cartas destinadas a los presos políticos cubanos -y sus respuestas- deben ser totalmente apolíticas.
Tania Quintero
Publicada en 2003 en la web de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Foto: Ciego de Ávila. Tomada de Arquitectura Cuba.
Entre tanto el hijo de Fidel Castro juega al golf, y al parecer todo el mundo lo encuentra muy normal, mientras siguen represaliando a los presos políticos y a los verdaderos disidentes, los falsos, ahora trajeados, imparten conferencias en Miami y discuten cómo implantar el mejor de los escenarios para una transición en la que lo único que cuenta es el bizne.
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