Ya no es ni la sombra de lo que fue. Hace 70 años nací en La Habana y tuve la suerte de conocerla cuando era una ciudad tan cosmopolita como Nueva York. Una ciudad donde la gente, aunque fuera pobre, hablaba y se vestía bien. Durante los ocho años que fui periodista independiente en Cuba, muchas veces escribí sobre La Habana. Y cuando el 25 de marzo de 2007 tuve un blog, desde Suiza comencé a escribir sobre La Habana de mi infancia.
Duele verla y recordarla así, destruida. Pero hay que hacer de tripas corazón. Y darle gracias a San Cristóbal, Aggayú Solá en la religión yoruba: a pesar del abandono y la indolencia de las autoridades -y pese a los Castro, sus principales destructores- su santo y su orisha no han permitido su desaparición. Sucia y malolienta, repleta de ruinas y viviendas apuntaladas, la Villa fundada en 1519 sigue ahí, soportando lluvias, vientos, penetraciones del mar y huracanes.
Según Los Orishas de Cuba (La Habana, 1993), San Cristóbal, patrono de La Habana, era un gigante que ayudaba a los hombres a cruzar cierto río ancho y turbulento. En una ocasión ayudó a cruzar al mismo niño Jesús, lo que determinó su conversión al cristianismo. Murió como mártir durante el imperio de Decio.
De Aggayú Solá, Orisha mayor, dice que es el padre de Changó, el gigante de la Ocha. Orisha de la tierra seca, deidad del desierto, patrón de los camioneros, estibadores, choferes y aviadores. Las fuerzas terrenales que le pertenecen son símbolo de sus tremendas energías, como la potencia de los ríos que dividen los territorios; la lava que perfora la corteza terrestre; la de los terremotos que conmueven la tierra y la del impulso que la hace girar eternamente. Oroiña es su madre.
Aggayú Solá posee un temperamento belicoso y colérico. Su refugio es la palma, sobre todo cuando se encuentra en alguna situación difícil. Es amigo de cargar a los niños y ponerlos sobre sus hombros. Se le reconoce por sus pasos largos y porque alza mucho las piernas al andar. No puede ir a la cabeza de nadie. Sus días, los miércoles y los 16 de cada mes. Su número, el 9.
Tania Quintero
Foto: Tomada de CubaEuropa.
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Buenas tardes Tania, yo nunca he vuelto a La Habana, llevo 42 años fuera, y aunque a veces veo fotos en Internet muchas veces no reconozco a esa ciudad como la mía. Hace unos años conseguí ver el que fuera mi hogar, la suciedad y las grietas que tenía la casa hizo que el corazón se me encogiera.
ResponderEliminarEspero que este año le traiga muchas cosas buenas y sobre todo salud.