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viernes, 16 de noviembre de 2012

Confesiones de una periodista (II y final)



En 1982 pasé a la televisión cubana. Ya tenía 40 años y había quien pensaba que a esa edad no iba a poder adaptarme a un medio tan diferente. Empecé de guionista en distintos programas, fuí reportera del Noticiero Nacional de Televisión y mi último trabajo fue como realizadora de un espacio que se llamaba Puntos de Vista, de encuestas en la calle, un programa de debate y opinión que salió al aire entre 1986 y 1992. Hasta hoy, ha sido el programa más polémico que ha tenido la televisión cubana.

Después estuve cuatro años cobrando mi salario sin trabajar, no me daban contenido de trabajo poque mi hijo, Iván García Quintero, en marzo de 1991 había sido detenido por la Seguridad del Estado, acusado de "propaganda enemiga". Sin saberlo, yo había pasado a una lista negra y en la televisión prefirieron que cobrara mi salario sin hacer nada. Entonces en 1995, cuando Raúl Rivero crea la agencia de periodismo independiente Cuba Press, prácticamente no tenía nada que perder, a no ser el salario: 250 pesos, unos 10 dólares al cambio actual. Tenía 57 años, me faltaban tres años para jubilarme y decidí dar ese paso y arriesgarme a ser periodista independiente.

Mi curriculum laboral se había iniciado en agosto de 1959, como mecanógrafa a las órdenes de Blas Roca, secretario general del Partido Socialista Popular. O sea, que en 2002, cuando hice este relato, tenía acumulado 43 años de trabajo. Los tiraron por la borda y no me los reconocieron. No cobro jubilación, no cobro nada, no tengo ningún derecho social, ni sindical, no tengo nada, nada.

En el periodismo independiente escribo todo lo que se me ocurre, critico al sistema y a veces también a la disidencia y al propio periodismo independiente, porque es la libertad que uno se ha ganado. Una corresponsal del Sun Sentinel, puertorriqueña de 30 años, me decía por teléfono que ella no entendía eso que dicen los disidentes cubanos, que 'habíamos conquistado un espacio'. Y le respondí: "Mira, hemos conquistado un espacio porque yo misma he estado detenida, me han hecho un acto de repudio frente a mi casa, han registrado mi domicilio, me ha visitado la Seguridad del Estado, me han amenazado, me han cortado el teléfono, me han vigilado y he continuado escribiendo".

Y uno sigue haciendo las cosas, pasa el tiempo y si uno es una persona de principios que se da a respetar, no se deja 'meter el pie', a uno lo ven con cierto respeto. En 1991 mi hijo Iván fue detenido por la Seguridad del Estado. Estuvo dos semanas en Villa Marista, cuartel general del Departamento de Seguridad del Estado. Para que no fuera enjuiciado mediaron Enrique Román, entonces presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión, y Carlos Aldana, en ese momento considerado el número tres del régimen ( entre 1975-79 Aldana había estado en Angola como jefe de propaganda de las tropas cubanas y en septiembre de 1992, mientras dirigiía los departamentos ideológico y de relaciones exteriores del partido comunista, destronado de todos sus cargos).

La detención de mi hijo en Villa Marista va a provocar que yo, a la larga, pierda mi trabajo en la televisión: dejé de ser una periodista "confiable". A Iván lo detuvieron junto con tres muchachos más del barrio, la Seguridad pudo probar que estaba al margen de sus 'andanzas contrarrevolucionarias'. Me dijeron que ellos pintaban carteles antigubernamentales. En Villa Marista me interrogaron y me enseñaron varias pancartas, al oficial le dije: "Eso no lo hizo mi hijo, porque él tiene faltas de ortografía y, además, ésa no es su letra. No lo estoy defendiendo, simplemente le estoy diciendo la verdad". Bueno, la cuestión es que no lo enjuiciaron, ni a él ni a los otros tres.

Iván también es periodista independiente. Escribe para Encuentro en la Red y para la página de la Sociedad Interamericana de Prensa. Su fuerte es el deporte, pero igualmente es muy bueno escribiendo crónicas sociales y artículos políticos. Cuba Press, el grupo de Raúl Rivero, se fundó el 23 de septiembre de 1995 y yo envié el primer trabajo unos días después, el 12 de octubre. Iván se incorporó en el mes de diciembre. Nunca había escrito ni una carta. Aprendió sobre la marcha y ahora Raúl dice que es uno de los que mejor escribe.

Comencé en el periodismo independiente en septiembre de 1995 y a mí no me expulsaron del ICRT hasta el 4 de abril de 1996. Había consultado con un abogado y me había dicho: "Tu vas todos los meses a cobrar tu salario, ellos son los que tienen que decirte que no puedes cobrar más". En marzo del 96 a mí se me hacía muy dificil ir a cobrar, porque hablaba por Radio Martí, públicamente disentía e iba a cobrar mi salario, algo que en cualquier país democrático no es un delito, pero en Cuba sí. Pero el abogado había insistido en que no dejara de ir, que fueran ellos quienes me lo negaran.

Cuando uno da ese paso de disentir, empieza a tener situaciones con familiares, amigos, vecinos, personas que parecían ser muy allegadas y te encuentras que de pronto cogen miedo y te dan la espalda. Pero también descubres personas que tu no considerabas tan cercanas, con quienes no te unían grandes vínculos y se te acercan y te dan la mano. Pasar de creer en la revolución a dejar de creer en ella es un proceso y lo primero que uno tiene que hacer es canalizarlo interiormente. Si uno psíquicamente no está preparado es muy difícil. Soy periodista, simplemente. No me considero oficial ni nada. Trato de estar siempre bien informada de la actualidad mundial y también de lo que ocurre dentro del país y en las filas de la disidencia. Me limito a visitar a las personas que no temen recibirme, personas que me ayudan, que saben que no tengo un centavo y me prestan o dan dinero o un poco de comida, porque están sensibilizadas con mi situación.

Otra cosa que quiero decir, es que cuando uno es disidente tiene que poseer un olfato o una intuición especial para poder mantener alejados a todos los informantes, colaboradores y agentes infiltrados por la Seguridad del Estado. Por eso es que ando sola y no quiero a nadie alrededor mío. Boté de mi casa a una supuesta amiga, me di cuenta que la mandaba la Seguridad, para saber cómo vivíamos, quién nos visitaba, cualquier cosa, para después ir a informarlo. Es muy difícil, sobre todo cuando uno sabe que dentro de los grupos de la disidencia y el periodismo independiente hay chivatos infiltrados de la Seguridad. Pero eso no lo hacen solamente en Cuba, también en Estados Unidos y en otros países donde hay exiliados cubanos.

La gente me respeta. Por temor algunos no se me acercan, pero me respetan. Pongo un ejemplo: en 1997 la Seguridad del Estado pidió a los vecinos que cuando yo pasara escupieran y a mí no sólo no me escupieron, sino que vinieron a decírmelo. También me dijeron que habían mandado a algunos vecinos de la cuadra a vigilarme, porque decían que yo tenía una computadora en la casa. Mucha gente ha ido perdiendo el miedo, pero les falta ese arranque final de valor.

Es comprensible, todavía el régimen es poderoso y constantemente está haciendo demostraciones de fuerza y tiene todos los recursos para movilizar a las masas. Y muchos no se deciden a disentir porque sopesan y dicen "No, no puedo arriesgarme a quedarme sin trabajo, no tengo a nadie que me respalde, no tengo familia afuera que me ayude si un día me pasa algo". Saben que si a uno lo encarcelan, lo llevan a una prisión en el otro extremo de la isla. Cuando en Cuba condenan a alguien, condenan también a la familia.

Me comunico anónimamente, así como ando, vestida como cualquier mujer simple, sin alardear que soy periodista ni nada. A cada rato me veo obligada a coger autos de alquiler de diez pesos, porque el transporte público cada vez está peor, y ahí se habla y yo, callada, escuchando. En esos taxis particulares pueden caber hasta ocho personas, pero lo normal es que vayan cinco.

A veces alguien dice: "En Cuba todo el mundo habla, pero nadie hace nada. Hablan y después se van a la Plaza y todo el mundo va a votar y ése es el problema que tenemos los cubanos, que hablamos aquí en los carros y en las casas, pero no hacemos nada". Entonces yo salto y respondo: "Un momentico, eh, eso será con ustedes, no conmigo. Me llamo Tania Quintero Antúnez, nací en La Habana el 10 de noviembre de 1942, toda mi familia fue comunista, era periodista del gobierno y desde 1995 soy periodista independiente, hablo por Radio Martí, me llaman del Canal 23 y de todas partes y recibo en mi casa a periodistas extranjeros, así que eso no va conmigo".

Nadie contesta, todos se quedan callados. Más de una vez lo he tenido que hacer. En el barrio todos saben quién soy y por eso mismo cuando alguien en una cola se pone a echar pestes del gobierno, en voz alta digo: "Comentarios no, por favor, hagan las cosas como hay que hacerlas, porque las cosas hay que decirlas de frente y sin miedo". Y doy media vuelta y me voy.

Aunque soy míope, veo lo que pueda que ver y escucho todo lo que pueda oir. Mi nieta dice: "Abuela, tú siempre estás hablando con la gente en la calle". Y es verdad, siempre estoy queriendo saber la opinión de las personas. Visito a amigos que a su vez tienen a conocidos en el gobierno y así me entero de muchas cosas. O que viven en lugares céntricos o trabajan en empresas importantes y también por ahí obtengo información.

Ando mucho por las calles, a veces tarde en la noche, por ello pude escribir sobre los travestis. Hacía tiempo que no andaba a esas horas por La Rampa y me dí cuenta cómo había cambiado la ciudad, con tantas jineteras, homosexuales, travestis y policías. En ocasiones vienen personas a mi casa y me cuentan cosas, porque por teléfono tienen miedo contármelo. Me considero una mujer totalmente libre.

Tania Quintero
Foto: Tomada del blog La chiringa de Cuba.
Nota.- Versión corregida de varias entrevistas telefónicas concedidas en 2002 al periodista argentino Fernando J. Ruiz, y que él posteriormente reprodujo en el libro Otra grieta en la pared, publicado en Argentina en 2003. Ya en Suiza, al leer el capítulo Tania, la periodista, me di cuenta que el texto, basado en la transcripción literal de las grabaciones, tenía un montón de errores. Decidí corregirlos y, de paso, mejorar y enriquecer mi testimonio.

1 comentario:

  1. Excelentes trabajos de tu experiencia como periodista. Siempre bienvenidos. Gracias.

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