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domingo, 18 de noviembre de 2012

Carta a Jorge Olivera, inédita



La Habana, 18 de agosto de 2003
Jorge Olivera Castillo
Prisión Provincial de Guantánamo

Querido Olivera:

Una gran alegría recibí cuando Nancy, tu esposa, me llamó y me dijo que me habías escrito. Al día siguiente tuve ya tu carta en mis manos. No me dices una palabra sobre tu salud ni de las condiciones allí, pero Nancy me puso al tanto. Lo que más me preocupa es el dolor estomacal, que se te alivia con Papaver y no hay. Sería bueno si pudieras comer una dieta adecuada, a base de viandas, pollo, caldos y frutas. En este caso la ideal sería la fruta bomba -papaya le dicén allá en Oriente- que contienen papaverina, excelente para padecimientos como el tuyo. Se dice que el Papa Juan Pablo II ha mejorado notablemente después de un tratamiento de un médico francés a base de papaverina. No es cuento: lo escuché por Radio Francia Internacional.

Menos mal que en tu celda no falta el agua y puedes 'ducharte' cuando es demasiado el calor. Pero no te bañes en exceso, puede debilitarte. Si tienes los medicamentos contigo, tómate una multivitamina diariamente y, si tu estómago lo resiste, una vitamina C. Espero que de lunes a viernes los que están en Guantánamo puedan salir a coger el sol, hacer ligeras caminatas y ejercicios respiratorios. Ya los de relajación, concentración y meditación pueden hacerlos en sus celdas. Todo eso ayuda, así como leer, escribir, pintar, rememorar canciones y poemas y realizar alguna labor manual, como collages de fotos y textos de periódicos y revistas. Si no les permiten tijeras, ni aunque sean plásticas como las utilizadas por los niños en preescolar, recortas con cuidado con las manos y vas pegando en un cartón o cartulina. Hay cárceles donde los presos hacen pencas y también postales. Tu, que escribes tan bien, pudieras convertirte en escribano.

Son ideas desde mil kilómetros de distancia, irrealizables tal vez, pero el asunto es que traten, tu y los otros presos políticos, de contrarrestar el tedio y las largas e inútiles horas. ¿ Allá no les dan prensa ni les permiten escuchar la radio local? En Canaleta sí. Raúl Rivero tiene ya una pequeña biblioteca y todos los jueves lo autorizan a hacer breves llamadas telefónicas. Él me ha escrito dos veces. Con relación a tu carta te diré que desde el 18 de marzo -ese día estaba en casa de Raúl cuando avisaron de lo tuyo- no te he olvidado a ti ni a los otros conocidos, hoy diseminados por prisiones en distintas provincias. No pienso solamente en los 75, si no en todos, que ya son más de 300. El que más tiempo lleva es Antúnez.

Olivera, nuestra amistad data de 1989-90, cuando comenzaste a editar conmigo Puntos de Vista. Tu fuiste el editor de los dos últimos programas que hice, a principios de 1991: Guajirito soy, con una entrevista a Silvio Rodríguez, y Las bicicletas, donde salía el Embajador de Holanda en ese momento, un hombre altísimo y que tenía pasión por el Tour de Francia, carrera de ciclismo que en 2003 cumple su primer siglo.

En los cinco años que laboré como realizadora de Puntos de Vista (1987-91), tuve cuatro editores fijos. A todos los escogía por su paciencia, buen carácter y profesionalidad. En tu caso fue muy valioso tu oído musical. Si mal no recuerdo, en aquella época estabas en una orquesta o grupo. No sé si te acuerdas cómo era de organizada y meticulosa a la hora de sentarme a editar. Llevaba el guión mecanografiado y los cassettes 'visionados'. Las imágenes para 'graficar' y la música para insertar, previamente las había localizados en las videotecas del NTV, el Canal 6 y el archivo musical de Radio Rebelde.

Llegar al cubículo de edición con todo así preparado me costaba muchas horas de trabajo y sueño, casi siempre de noche y madrugada, sábados y domingos. Quienes en aquellos años trabajaron conmigo en el ICRT, saben que no miento ni exagero. Y que más de una vez me fajé por un turno de edición o de postproducción, con Ana María y Marta Díaz, entonces jefas en el departamento de trasmisiones.

Ha pasado el tiempo y no olvido a toda la gente buena de la TVC. Alguna vez me he encontrado con algún ex colega en la calle y me saludan respetuosamente. A todos los recuerdo con cariño y agradecimiento, fueran camarógrafos, editores, musicalizadores, videotecarios o simples empleados de oficina o de la limpieza. No hubo programa que no lo trabajara con ahínco y entusiasmo. Si un tema no me apasionaba, no lo escogía.

En particular me fue muy grato -y complejo- la realización, en 1988, de La pelota: además de peloteros y gente de la calle, entrevisté a Albita Rodríguez, Carilda Oliver y Javier Sotomayor, entre otros. En El servicio militar (1989), el editor fue Rodolfito, la musicalizadora Leo, el asesor Bienvenido y el coguionista, Frank Romero, que trabajaba en el Master y fue Maelia quien me habló de sus inquietudes artísticas. Frank trabajó conmigo en dos programas más y luego emprendió vuelo en solitario y hoy tiene un excelente curriculum. Hace dos o tres años salía de casa de Ricardo, en Miramar, y me encontré con Frank, iba en bicicleta. Se puso muy contento, me dijo que para él era un orgullo decir que fui yo quien le abrió el camino de la creación audiovisual.

Otro programa que gustó fue Lo español en lo cubano (1988). El editor fue Rafaelito y ante las cámaras debutó Grisel Pérez, estudiante de periodismo. Con Grisel hice otro Puntos de Vista. Mujeres dirigentes, ponerse en su lugar, donde participó otra estudiante de periodismo, Rosa Miriam Elizalde. Entre los periodistas que hicieron críticas favorables a mis programas estuvieron Pedro de la Hoz, Sahily Tabares, Orlando Carrió y Raúl Arce. Buena acogida también tuvieron Las telenovelas, Veneno sobreruedas y Los celos. El mayor destaque me lo dio la revista Cuba Internacional en abril de 1990 (en la portada sale la atleta Ana Fidelia Quirot), cuando publicó un reportaje de cuatro páginas sobre Puntos de Vista y aparezco en una foto de la presentación de El servicio militar en los estudios fílmicos del MINFAR, Nuevo Vedado. Entre los presentes se encontraba Nicanor León Cotayo -sí ese mismo- quien asistió en representación de la oficina donde laboraba: la del segundo secretario del partido comunista.

Querido Olivera, he escrito ya demasiado. Pero no quiero dejar de mencionar lo que me escribes de ese bodrio de libro donde un personaje se atreve a decir que yo no fui periodista. Qué infamia, dices, y quizás tengas razón. No pierdo mi tiempo ni mi vista leyendo páginas donde el odio, la mentira, la intolerancia, el chanchullo y la mediocridad hábilmente se entremezclan, todo manipulado por una mano directriz. No vale la pena.

Durante 20 años trabajé como periodista. Entonces, ¿ si yo no sabía escribir, si era tan mala y no tenía la menor idea del periodismo, me publicaron tantos trabajos en Bohemia y después permitieron que me desarrollara como reportera en el Noticiero Nacional de Televisión y otros espacios de los Servicios Informativos de la TVC?

Puede que ya no exista el fichero con los cientos de trabajos que publiqué en Bohemia entre 1974 y 1994, pero se puede encontrar en Referencias Bibliográficas en la Biblioteca Nacional. A pesar de ser cien por ciento autodidacta, no solo escribí muchísimo: también abarqué casi todos los géneros periodísticos, desde informaciones y entrevistas para la Sección en Cuba y las páginas culturales, hasta investigaciones inéditas, como la dedicada a los alemanes antifascitas que vivieron en Cuba durante la Segunda Guerra Mundial (y que me valió una invitación a la RDA en junio de 1979) o reportajes sobre la utilización de la piel de tiburón, tilapia y rana-toro y que pude realizarlos gracias a la colaboración de dos obreros jubilados, Rodolfo Ramos y Raúl Martinto, ya fallecidos.

Uno de mis últimos trabajos publicados en Bohemia fue en junio de 1993. Se titulaba Presencia de Kleiber, le dedicaron cuatro páginas y lo eligieron entre los destacados de la semana. En una docena de cuartillas resumí una exhaustiva investigación que por iniciativa propia, durante más de un año, realicé en el Museo de la Música, el Instituto de Historia y la Biblioteca Nacional, buscando datos acerca de Erich Kleiber, director austríaco que en 1943, por vez primera dirigiera la Orquesta Filarmónica de La Habana. Como no pude realizar el documental inicialmente previsto sobre Kleiber y su familia, con la colaboración del Museo de la Música, en particular de Ligia, una de las hijas de Adolfo Guzmán que allí laboraban, y de su directora, la musicóloga María Teresa Linares, se inauguró una exposición conmemorativa y un concierto por los 50 años del debut de Kleiber en la Filarmónica. Entre los asistentes, músicos fundadores como Pedro Vega y Domingo Aragú, y la entonces embajadora de Austria, Heide Keller.

Retomo la pregunta: si yo no sabía escribir y era pésima periodista, ¿ por qué Bohemia, la más importante revista cubana, me tuvo entre sus colaboradores y redactores durante tanto tiempo?

Iván te manda un gran abrazo, mi hija y mi nieta un beso. Saluda al resto de los que comparten contigo el injusto encierro. Para ti y para ellos, una cita de San Agustín:

"Cuando el respeto a la verdad se pasa por alto, e incluso cuando sólo se relaja, todo será motivo de duda".

Tu siempre amiga, Tania

Foto: Jorge Olivera y su esposa Nancy Alfaya, poco después de la excarcelación de Olivera en diciembre de 2004. Tomada de El País.

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