Por Víctor Manuel Domínguez
De la gloria nacida en los aplausos del público que asiste al cabaret, o de imágenes sonrientes en revistas y las pantallas de la televisión, en la denominada 'isla de la música' se pasa sin transición al infierno de mendigar para vivir.
Mucho se habla en medios oficiales de que los músicos antes de la revolución tenían que realizar otras funciones para poder comer, como si ahora bastara con el ejercicio de la profesión para satisfacer las necesidades básicas de quienes trabajan en el sector.
Y es en el sector musical, a pesar de esa imagen de vitrina exitosa que a veces encandila los sueños de la sociedad, donde mayores problemas se presentan a la hora de subsistir, por los bajos salarios, la demora a la hora de cobrar, y el descuento de un 40 por ciento de sus ganancias a los pocos que pueden viajar al exterior.
Por esas y otras causas como las normas para la evaluación, el intrusismo profesional y la restricción de plantillas en agrupaciones del país, el descontento y la degradación profesional de muchos de los que ejercen esta manifestación artística, son constantes en el panorama musical de la nación.
Hermanados en la mendicidad, músicos jubilados o en activo, jóvenes recién graduados de una escuela de arte, estudiantes y “soperos” aficionados que atropellan un son en cualquier esquina o un bar, se disputan los escenarios que les permitan sobrevivir.
Miguel Mariano, un showman que desbordó en la década de los 80 los cabarets Pino Mar, Guanabo Club y Canímar, en las Playas del Este de La Habana, y otros en el resto del país, vende por las mañanas viandas en el mercado de los Cuatro Caminos, y por las tardes sale a “sopear”.
“Sopear es tocar por lo que te den. Medio dólar, 25 centavos, lo que sea. Desde que me jubilé de la empresa de contrataciones Adolfo Guzmán, tengo que hacerlo para tratar de que el dinero dure hasta el fin de mes", dijo entre pregones de 'coge tus plátanos burros aquí, y cebollas como éstas no hay dos', el ex rey de la risa nocturna.
Preguntado si no le afectaba su imagen el nuevo rol de 'viandero', contestó que si Compay Segundo vivió de “la sopa” después de jubilado, Ibrahim Ferrer lustró zapatos y el pianista Rubén Rodríguez vendió maní, a él vender viandas y cantar por una calderilla le daba de comer.
“Al menos ellos tuvieron suerte al final de sus vidas cuando un productor extranjero los convirtió en el fenómeno del Buena Vista Social Club. Quien tuvo mala suerte fue Carlos Embale, El Chino, que puso en la órbita musical El guanajo relleno, y murió de hambre por las calles, comiendo de la caridad de un público que antes pagó para verlo actuar”.
En el restaurante La Torre de Oro, un joven graduado de violinista en la Escuela Nacional de Arte, considerado una promesa del violín, mientras espera su oportunidad, toca con un septeto desconocido para poder comprarse un jean o llevar a su novia a pasear. Tres de los integrantes de uno de los cuartetos emblemáticos del país, por el día trabajan como cerrajeros en la calle Monte, y por las noches cantan en el café Habaneciendo, El Gato Tuerto o el Alí Bar.
Las canciones cubanas que se escuchan y hacen furor en Nueva York o Madrid, no pocas veces han sido compuestas o arregladas por alguien que hace la “sopa” con la guitarra al hombro por el malecón.
Cubanet, 6 de julio de 2012.
Foto: Tomada del Diario de Navarra.
Nota.- Motivado por la grandeza de la música cubana y también por las penurias que en distintas épocas han pasado y todavía pasan los intérpretes, compositores y músicos cubanos, uno de los últimos innovadores del flamenco, el andaluz Antonio Manuel Álvarez Vélez, más conocido por Pitingo, el año pasado estuvo un mes en Cuba. De ese viaje nació Malecón Street, su cuarto disco, que contiene doce canciones inmortales: Nosotros, Contigo en la distancia, Guantanamera, Son de la loma, La vida es un sueño, Inolvidable, Quiéreme mucho, El manisero, Longina, Tu me acostumbraste, Quizás, quizás y Toda una vida. Malecón Street ha tenido gran aceptación en España. De su paso por los principales programas televisivos para promocionar el disco, es este video, donde con su peculiar estilo, Pitingo canta Contigo en la distancia, bolero de César Portillo de la Luz. (Tania Quintero)
Y todavía tienen cara de decir que ningún músico pasa hambre en Cuba.
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