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viernes, 29 de junio de 2012

En el Punto G de la Revolución (III). Entrevista a Monika Krause.


Por Ileana Medina y Manuel Zayas

Las "asambleas de depuración" en las filas del Partido y de la UJC, realizadas cada año, tuvieron como resultado una serie de suicidios, porque personas homosexuales o acusadas de serlo se vieron en una situación tan desesperante que optaron por matarse. Ayer estimados, queridos, admirados por sus conocimientos y su rendimiento, por su trabajo destacado, hoy quedaban como indignos, traidores, falsos, perversos, degenerados, solo porque la masa heterosexual no los aceptaba.

Solo desde finales de los 80 se han presentado algunos cambios en la dirección política respecto a la atención y el manejo del problema de la homosexualidad. Sin exagerar ni sobrevalorar el papel que he desempeñado al respecto, me atrevo a aseverar que he dado un aporte importante a que estos cambios se produjeran. Ya en 1976, cuando estaba diseñando un programa de educación sexual y después de haber evaluado gran cantidad de información, principalmente sueca y alemana, se la presenté a Vilma Espín. Es el comienzo de sesiones de trabajo intensivas sobre homosexualidad, de debates muchas veces infructuosos, pero también exitosos.

Me di cuenta que los criterios negativos de Vilma Espín sobre la homosexualidad cambiaban paulatinamente. Cuando estábamos preparando la publicación de El hombre y la mujer en la intimidad, de Siegfried Schnabl, el capítulo décimo ("La homosexualidad en el hombre y en la mujer") causó un impacto enorme. La traducción bruta, sin haberse realizado aun las correcciones ni la revisión técnica, fue entregada a cierto número de funcionarios del Partido, del MINSAP, del MINED. Fue la primera vez que en Cuba se conoció un acercamiento muy diferente sobre la homosexualidad.

Por órdenes superiores -a la cabeza estaba Vilma Espín-, el capítulo fue reescrito, se le cambió gran parte, al final quedaba poco de lo escrito por Schnabl. Este tipo de "violaciones" de obras con contenidos inaceptables para "la cúspide" las he conocido una y otra vez en el decursar del período de preparación de literatura científica y científica-popular a mi cargo.

Ese libro fue editado en 1979 -100.000 ejemplares- y hubo una reimpresión en 1985 con igual número de ejemplares. En 1989 logramos la segunda edición cubana, con el capítulo décimo sin la intervención de la comisión de censura. Simplemente entregué a la imprenta el texto diciendo que estaba aprobado. En la hoja de créditos dice: "Revisión técnica: Dr. Sc. Med. Celestino Álvarez Lajonchere, Dra. Mónica Krause Peters (mis apellidos en Cuba), Dra. Stella Cerruti Basso".

El libro ¿Piensas ya en el amor?, de H. Brückner, fue igualmente "violado". Sobre todo el capítulo referente a la homosexualidad fue modificado tanto que apenas quedaba algo del autor. En una nota que redacté -sin el permiso de Vilma Espín- traté de dar a los lectores y sobre todo al autor una explicación del porqué de la intervención.

En la página de los créditos dice: "(…) para la versión cubana se ha reelaborado el capítulo 12 y se han hecho cambios y adaptaciones a otros capítulos, atendiendo a sugerencias y consideraciones de representantes del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual ... y a la especial revisión de una comisión del Ministerio de Educación”(énfasis de la entrevistada).

Yo tengo la impresión de que Vilma Espín actuaba de manera tan incongruente -hoy expresando criterios de aceptación de la homosexualidad como una característica sexual normal de una minoría, mañana dando marcha atrás, condenándolos con todas las denominaciones de antes- porque estaba presionada por algunos sectores como, por ejemplo, los dirigentes máximos de Educación.

Los prejuicios, las "verdades absolutas": "los homosexuales son perversos peligrosos que corrompen la sociedad" y "los homosexuales lo son por haber recibido una educación inapropiada en su infancia", es decir, "la culpa la tienen los padres" y "hay que reeducarlos", abundaban entre ellos. Vilma Espín tuvo que enfrentarse a muros casi inquebrantables. No debe haber sido fácil para ella mantener su posición si la mayoría del Comité Central del Partido estaba en contra. Entiendo que ella habrá tenido que actuar con mucho cuidado para no sufrir el desprestigio.

Ella me instrumentalizó y yo permití que lo hiciera. Me fascinaba mi trabajo. Ella me había dado facultades y poderes que difícilmente haya recibido otra persona, pero tengo que admitir que este vaivén a menudo me ha decepcionado, mermó mis energías y a veces me daba miedo.

¿Qué instrucciones recibían los sexólogos para abordar el tema de la homosexualidad?

Las instrucciones eran claras y concisas: por orden de Vilma Espín yo debía aportar el máximo posible de información científicamente fundamentada, pero ella prohibió terminantemente la publicación. Pasaron años en este estado contradictorio.

¿Tenía usted posibilidad alguna de criticar abiertamente las leyes y reglamentos discriminatorios hacia los homosexuales? Al respecto, ¿se tuvieron en cuenta alguna vez vuestras recomendaciones?

Yo violé la orden varias veces, porque no podía respetarla. La primera vez con la entrega -sin consulta previa a Vilma Espín- del manuscrito no censurado de la segunda edición de El hombre y la mujer en la intimidad. Vilma no se dio cuenta y no me pasó nada.

La segunda vez, ofrecí mi colaboración a Graciela Sánchez, de Puerto Rico, que realizó el documental sobre la homosexualidad en Cuba No porque lo diga Fidel Castro (1988), trabajo de grado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. No solo le presté los equipos del CENESEX, sino también tomé posición como directora del CENESEX, haciendo declaraciones, un llamado al cese de la discriminación, a la marginación, a la criminalización de los homosexuales.

No informé a Vilma Espín de mi transgresión. Ella conoció de mi falta porque el documental fue premiado como mejor trabajo de diploma y -de acuerdo con la costumbre de la Escuela de Cine de exhibir en los cines públicos de Cuba los trabajos premiados- se exhibió. En la primera exhibición se produjo un escándalo. Se retiró de los cines, pero ya el impacto era un hecho. Vilma Espín estaba indignada, y a mí solo se me ocurrió responderle que yo no había violado la orden, tratándose de un trabajo de diploma y que no podía haber sabido que la película pasaría por cines cubanos. Su réplica: "No solo pasó por el cine cubano, sino que se proyectó en los Estados Unidos, en Europa Occidental y en América Latina".

Para mis adentros me puse muy contenta, pero al mismo tiempo sabía que no debía abusar de la paciencia y de la protección que me brindaba Vilma Espín. Esta película formó parte de nuestro material didáctico. Es decir, fue enseñada a todos los participantes de cursos de postgrado. Y no solicité el permiso de Vilma Espín para hacerlo.

La tercera transgresión fue una entrevista que concedí a un periodista de la revista Alma Mater. Por supuesto que preguntó también sobre el tema prohibido. Le expliqué que no tenía autorización de hacer declaraciones públicas sobre el tema de la homosexualidad. El periodista opinó que este artículo sería escrito por él y que debía ser publicado durante las vacaciones de verano -cuando la censura no se encuentra en su puesto. Manifestó que tendría mucha esperanza de que la publicación se realizara sin alteraciones.

Le repliqué que sin o con "censura" yo no tenía permiso de publicar nada sobre este tema. Su respuesta: "Déjeme el asunto en mis manos, que yo me responsabilizaré". Yo seguí hablando -sin freno- y el artículo se publicó sin cambiar ni omitir nada respecto al tema prohibido. Si bien recuerdo: termino diciendo que, si la homosexualidad pudiera cambiarse recurriendo el (la) afectado(a) a la voluntad, en Cuba no habría ni un solo homosexual, pues ¿qué persona con dos dedos de frente aceptaría, voluntariamente, ser discriminada, vejada, excluida de la sociedad, degradada, humillada, si de su voluntad dependiera cambiar esta situación? ¡Nadie!

Esta vez la ira de Vilma Espín no tuvo límite. Mi explicación, mis pretextos, me sonaban ridículos a mí misma. La revista desapareció de los estanquillos en cuestión de minutos. Tuve la gran suerte de que el artículo desencadenara debates a todos los niveles de la UJC. La dirección de la UJC solicitó a Fidel Castro una revisión de la vigencia de la Resolución y que les orientara cómo proceder. Fidel Castro pasó a Vilma Espín el asunto, con el encargo de procurar la solución. Y Vilma Espín me dio la orientación de elaborar, junto con el Dr. Álvarez Lajonchere, un documento de toma de posición. Esto sucedió en el verano de 1990.

En septiembre del mismo año, Vilma Espín convocó una reunión con representantes del PCC, de la UJC, de los medios masivos de comunicación, del Ministerio de Educación, del Ministerio de Salud Pública, de la Facultad de Psicología (no recuerdo si participaron otros más). Se decidió iniciar un trabajo mancomunado en torno al tema de la homosexualidad. Se responsabilizó al CENESEX -cuya directora era yo en aquel entonces- a apoyar a todos los "organismos afectados", a elaborar documentos que sirvieran de base para el trabajo de publicación, de programas de educación, etc, y de vigilar el correcto cumplimiento de la labor. Sin embargo, Vilma Espín y el Ministerio de Educación mantuvieron una posición muy reservada y restrictiva, que solo cambió con mi sucesora Mariela Castro Espín.

La publicación del libro El hombre y la mujer en la intimidad, de Siegfried Schnabl ha sido definida como señal de que la homofobia institucional fue erradicada como política de Estado. Según tengo entendido, la distribución de ese libro estuvo limitada a profesionales de la salud y, si bien el autor subrayaba que la homosexualidad no constituía una enfermedad y que los homosexuales debían ser respetados como personas, en otras partes del libro se deslizaban párrafos homófobos (1). En su opinión, ¿qué representó la publicación de ese libro en Cuba? ¿Quién velaba por este tipo de publicaciones? ¿Enfrentaron algún escollo?

No sé quién dijo que El hombre y la mujer en la intimidad haya significado el fin de la homofobia institucional, pues el solo hecho de que tratara "el tema prohibido" no es suficiente para llegar a esta conclusión, máxime si se tiene en cuenta que el susodicho capítulo fue cambiado, censurado, y solo la segunda edición, de 1989, se publicó con el texto nuevo.

Es cierto que el libro -la primera edición de 1979- fue distribuido a profesionales de la salud, de educación, a estudiantes de medicina, psicología, pedagogía, sociología y a funcionarios. Esta medida fue necesaria porque en Cuba no había publicación alguna que tratara el tema de la sexualidad humana desde todos los puntos de vista. El libro debía, en primer lugar, llenar un vacío, y debían tener acceso a él todos aquellos cuya labor profesional tuviera que ver, de algún modo, con la educación sexual y con la orientación y terapia sexuales.

El hecho de que de la imprenta desapareciera una paleta de libros que se vendieron a sobreprecio en el Parque Central de La Habana -¡y volaron!-, y el hecho de que en muchos lugares en la capital como también en provincias se vendieran sin "el cupón", le dio al libro una característica casi clandestina que en realidad no tiene.

También quedó evidente que la población estaba necesitada de recibir información. Yo estaba al cargo de la búsqueda de literatura apropiada y Vilma Espín me responsabilizó con todos los trabajos correspondientes: negociación y coordinación con el Instituto del Libro (Editorial Científico-Técnica y Editorial Gente Nueva); velar permanentemente por el cumplimiento del cronograma; realizar el trabajo de revisión de las traducciones o traducir yo misma; realizar junto con el Dr. Lajonchere la revisión técnica y ayudar en la imprenta a elaborar las ilustraciones.

Foto: Monika Krause, a la izquierda, con Vilma Espín, en el centro, y una visitante extranjera, en 1984. Tomada del trabajo publicado en Diario de Cuba, el 12 de abril de 2012.

5 comentarios:

  1. Muy interesante, tal vez no logre encontrar el punto g de todas las mujeres pero no por eso dejare de intentar

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  2. Hola Tania, buscando una informacion en internet di de chiripazo con este blog.
    no está claro para el lector que se trata de una entrevista con mi madre (Monika Krause): el hecho de aparecer en la foto no quiere decir que "las respuestas son de ella". puedes porfa añadir al título "entrevista a Monika Krause" o algo parecido? Mil gracias! Daniel Jimenez Krause

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    1. Hola, Julián. Le pediré al administrador del blog que cuando pueda, a ese post lo titule Entrevista a Monika Krause. Pero puede demorar en hacerlo, pues en estos momentos él se encuentra trabajando en países asiáticos y a veces tiene dificultades para conectarse a internet.

      Yo conocí a tu madre en los años en que fui periodista de la revista, tanto Monika como el doctor Lajonchere eran muy amigos de Estela Bravo, con quien colaboré en algunos de sus documentales.

      Como tu vives en Colonia, me gustaría preguntarte si conociste a Jorge Pomar, fallecido el 13 de noviembre de 2015. Del lunes 11 al viernes 22 de enero le dediqué seis posts en este blog.

      Saludos desde Lucerna, Tania

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  3. Julián en respuesta a tu petición, se modificaron los títulos de los cuatro posts de la serie como lo pediste. Gracias por la aclaración.

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  4. En el blog por cierto hay otros dos posts que mencionan a Monika: La reina del Condón (http://taniaquintero.blogspot.co.id/2008/06/la-reina-del-condn.html) y La Homofobia no se elimina con leyes (http://taniaquintero.blogspot.co.id/2010/11/la-homofobia-no-se-elimina-con-leyes.html)

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