Por Iván García, La Habana
Ciro Díaz, 33 años, guitarrista del grupo Porno para Ricardo y productor musical, reunía todos los ingredientes para ser un jet set de la revolución. Nació y creció en el seno de una familia que escuchaba los largos discursos de Fidel Castro y asistía a las pachangas revolucionarias cíclicamente generadas por el gobierno verde olivo.
Díaz, un tipo de mediana estatura, ojos castaños e incipiente calvicie, estudió en la elitista escuela vocacional Vladimir Ilich Lenin, al sur de La Habana. Uno de los laboratorios donde el régimen pretendía moldear al futuro 'hombre nuevo'.
Con Ciro el experimento no cuajó. Entre la música rock y las discrepancias políticas, Díaz nunca llegó a entender del todo la lógica prusiana del comandante único. Y se ahorró los aplausos gratuitos al padre de la revolución cubana.
Sus ídolos fueron otros. Nirvana, Metálica y Aerosmith. Ya desde su primer año en bachillerato, componía canciones que luego tocaba sin grandes pretensiones en las diferentes bandas de su escuela que se formaban y desarmaban en cuestión de meses. Entre corcheas y complejos teoremas, Díaz se graduó de matemáticas una tarde de sol en julio de 2004.
Antes, desde 1998, era el guitarrista de la banda Porno para Ricardo, liderada por Gorki Águila. La música iba en serio. “Fue con Porno donde tuve mis primeras actuaciones ante gran cantidad de público. Teníamos opiniones muy críticas sobre el régimen. Eso se percibía sobre todo en nuestros conciertos, donde contábamos chistes francamente antigubernamentales”, cuenta Ciro, sentado frente a una consola en un estudio de grabación independiente montado en casa de Gorki.
La actitud rebelde de la banda roquera prendió las alarmas rojas en los censores isleños. Los músicos en Cuba saben bien cuál es el precio a pagar por tener ciertas posturas alejadas de las pautas dictadas por esa tropa de burócratas que rigen la cultura nacional. “Es simple. Como por arte de magia desapareces de la vida artística. Te prohíben los conciertos. Y no puedes grabar en casas disqueras estatales”, apunta Ciro.
Entonces comienza otra vida. En el mundo subterráneo. De topo. Ofreciendo conciertos urgentes entre sus fans en el patio trasero de una fábrica de hormigón o un parque de la barriada.
No pocas veces, en la carrera para escapar de la policía, dejaban atrás algún instrumento musical. Para ese entonces, los servicios especiales comprendieron que debían subir la parada con Porno para Ricardo, al que ya habían etiquetado “de perturbador del orden ciudadano”, la antesala antes de engancharte el cartel de “contrarrevolucionario”.
En 2004 el líder del grupo, Gorki Águila, fue 4 años a la cárcel. “Se le fabricó falsos cargos de posesión de drogas. Fue precisamente ahí donde el grupo comenzó a tener una proyección marcadamente antigubernamental. Gracias al apoyo internacional, Gorki solo cumplió dos años de sanción”.
El acoso a los integrantes de Porno se transformó en una pesadilla. Las malas noticias planeaban sobre sus cabezas. En 2008, el gobierno sacó de la manga varias argucias jurídicas para procesar nuevamente a Gorki. En un acto casi desesperado, sus integrantes y algunos seguidores de la banda, decidieron usar el camino de la protesta pacífica.
En un recital de Pablo Milanés, el 28 de agosto de 2009 en la Tribuna Antimperialista, conocido popularmente como 'Protestodromo', intentaron sacar una tela reclamando la libertad de Águila, detenido en una unidad policial.
“Aquello se transformó en una batalla campal. Fuimos agredidos física y verbalmente por las fuerzas del orden”, recuerda Ciro. De toda esa etapa, donde el grupo no podía interactuar con sus seguidores, ni grabar discos, nació la idea de tener su propio estudio.
Tamaña locura cobró vida después que el músico Gorki Águila logró vender mil copias durante su viaje a Estados Unidos. “A ese dinero, súmale las ayudas de amigos en Europa y Centroamérica. Construir el estudio de grabación fue una verdadera odisea. Estábamos bajo la lupa de la Seguridad del Estado. Por eso, tuvimos la precaución de comprar los materiales y equipos con sus respectivos papeles. Todo en regla”, apunta Ciro.
El sueño culminó un año y medio después. En junio de 2010 se inauguró La Paja Record. Un estudio construído por los integrantes de la banda que les permite hacer sus propias copias.
“Saqué la licencia de operador de audio, y pago impuesto por ella. La idea no sólo es grabar nuestra música. También ayudar a producir discos a grupos que apenas tienen difusión ya sean de rock, punk, salsa o hip hop. Cualquier músico que sienta que el Estado les cierra las puertas de grabación, puede contar con nosotros”, expresa Díaz.
Los estudios de grabaciones independientes florecen hoy en La Habana. “Hay una docena. Aunque con el rigor y la profesionalidad del nuestro son pocos”. En 10 meses, han producido 7 discos. Dos de ellos completos. El productor principal de La Paja Record es Ciro Díaz, guitarrista de Porno para Ricardo y de un grupo llamado La Babosa Azul.
Aunque en realidad, él se considera un compositor. Ha escrito un centenar de canciones y compuesto temas para cortometrajes y documentales. Se pasa la mitad del día entre la consola y el ordenador, produciendo música.
Ahora mismo, está frenético. Ha tenido que repetir seis veces la grabación a un grupo de cuerdas, que no sale como él desea. “La producción roba mucho tiempo a mi trabajo de compositor. Pero es algo que me gusta. Mi sueño es dar un megaconcierto en la misma plaza donde un día nos reprimieron”.
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