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viernes, 10 de junio de 2011

El legado de la máquina de escribir

Máquina de escribir

Por David Cuen, Londres

Por estos días en internet circula un obituario prematuro: el de la máquina de escribir que incluso generó el hashtag (o etiqueta en Twitter) "RIP Typewriter" (por su nombre en inglés).

Un artículo del periódico británico The Daily Mail aseguraba que "la última fabrica en el mundo que producía estos aparatos en India" había cerrado dando fin a la era de las máquinas de escribir. Pero la información es incorrecta.

Todavía existen fábricas en otros países como Estados Unidos y China que producen tanto dispositivos manuales o mecánicos como electrónicos a un precio cercano a los 100 dólares.

La máquina de escribir no está muerta, pero ciertamente está en sus últimos días gracias a la conveniencia de las computadoras y otros aparatos electrónicos. Su legado, sin embargo, permanece y es más grande de lo que se cree.

¿Repasamos lo que nos deja en herencia?

El teclado que hoy se utiliza en computadoras y otros dispositivos electrónicos en Occidente tuvo su origen en la primera máquina de escribir comercial, creada en 1868 por Christopher Sholes.

El inventor distribuyó las letras en orden alfabético para después descubrir que este orden era impráctico. Dada la velocidad de escritura, las letras que más se usaban en el idioma inglés se atascaban constantemente pues al presionarlas encimaban uno de los brazos mecánicos de un caracter sobre otro.

Así nació el QWERTY, que toma su nombre de las primeras siete letras que aparecen en cualquier teclado y que se convirtió en una norma que hoy aún existe tanto en teclados de computadoras como en los que son virtuales.

Y aunque la lógica indica que este orden ya no es necesario, la costumbre ha hecho que permanezca.

Pero no sólo se trata del orden de las letras. La computación moderna basa muchas de sus tradiciones en la máquina de escribir. Las teclas de "regresar un espacio", "enter", "cursor", "cortar y pegar" (para poner una liustración en una hoja en la que ya se había escrito texto), "tab" y "mayúsculas" se originaron en la máquina de escribir.

Otros usos como insertar un doble espacio al final de un párrafo o el uso de comillas rectas (") para citas textuales aún prevalecen en la escritura moderna.

Por supuesto uno de sus grandes legados es de naturaleza romántica.

Los que usábamos una máquina de escribir manual para hacer la tarea de la escuela siempre recordaremos los dedos manchados de tinta negra (y roja si la cinta tenía ambos colores), su olor, el sonido del constante golpeteo de los brazos mecánicos de cada letra al impactarse en el papel y el tener que bajar una palanca para saltar de línea.

Un error significaba una pesadilla pues había que poner corrector encima o -peor aún- escribir sobre el caracter erróneo, haciendo más relevante la equivocación. A veces había que cargarla a clases, si el trabajo no se completaba a tiempo. Y la maquinita no era ligera.

Después llegaron las máquinas de escribir electrónicas que también generaban ruido, pero facilitaban enormemente el trabajo. Las cintas se reemplazaron por cartuchos, algunos de los cuales incluían una muy útil banda para borrar caracteres.

En ambos casos, sin embargo, había que asegurarse de sacar una fotocopia si se quería conservar el material.

Más tarde aparecieron las computadoras y el uso de estas máquinas entró en un declive del que no se han recuperado. Mientras en la década de los 50 se vendían más de 10 millones de estos aparatos al año, por estas fechas son sólo un par de miles.

¿Y ustedes todavía conservan alguna? ¿O la usan activamente?

BBC, 26 de abril de 2011

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