Incluso para una población de 128 millones de habitantes acostumbrada a sismos, la devastación causada por el terremoto y el posterior tsunami del viernes 11 de marzo en Japón fue impactante. El sismo de 8,9 grados en la escala de Richter, el peor en 140 años, abrió carreteras, derribó edificios y provocó incendios en todo el nordeste de la costa japonesa.
Un torrente de agua de hasta 10 metros se llevó a su paso botes, autos y casas e inundó tierras de cultivo, cerca de la ciudad costera de Sendai, la más próxima al epicentro del terremoto, donde al menos 300 personas murieron. Varias provincias y un aeropuerto quedaron destruidos Poco a poco, la dimensión del desastre se va haciendo evidente y la cifra de muertos puede ser de más de mil, informó la agencia de noticias Kyodo.
Alertas de tsunami cubrieron todo el Pacífico, en lugares tan distantes como Panamá, Chile, Perú, Ecuador, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y México; Indonesia, Australia y toda la costa este de Estados Unidos, Canadá y Alaska, entre otros. Horas después, la ola gigante alcanzó Hawaii sin que causara daños importantes.
El Pacífico es el mayor océano de la Tierra, ocupa la tercera parte de su superficie. El explorador portugués Fernando de Magallanes le puso ese nombre, al encontrarlo en calma durante casi toda la travesía que hizo desde el Estrecho de Magallanes hasta las Filipinas, en 1521.
El terremoto se registró a las 14.46 de la tarde (hora local), duró 120 segundos y fue seguido por más de 60 réplicas, en su mayoría con una magnitud superior a 6,0, originando a continuación un tsunami con olas de hasta 10 metros, que resultaron tan destructivas como los temblores de tierra.
Según Yukio Edano, jefe del gabinete nipón, "nuestra evaluación inicial señala que los daños son enormes". El ministerio de Defensa envió 8 mil militares para labores de rescate en las áreas afectadas, sobre todo en las provincias de Miyagi e Iwate, mientras se temen fugas radiactivas de una central nuclear de Fukushima, por lo que tres mil personas fueron evacuadas.
"No podía mantenerme parada por los violentos movimientos. Las réplicas no nos dieron respiro. Luego vino el tsunami e intentamos correr para encontrar refugio. Fue el terremoto más fuerte que he vivido", contó una mujer con su bebé en la espalda a un canal de televisión en el norte de Japón.
Según la policía, la corriente arrastró también a un barco con un centenar de pasajeros a bordo. Además, dos trenes de pasajeros desaparecieron en la costa y no se sabe cuántas personas viajaban en él. Colegios y gimnasios en varias ciudades del nordeste del país se transformaron en improvisados refugios.
"Todavía hay réplicas violentas. Mi barrio está totalmente a oscuras y no tenemos luz, agua potable ni calefacción, hace mucho frío", dijo Makiko Tazaki, habitante de Sendai.
Si en el noreste el terremoto destruyó vías y casas y provocó incendios, en Tokio, la capital (13 millones de habitantes), los edificios temblaron y de inmediato fueron suspendidas las comunicaciones ferroviarias y el metro. Miles de personas se quedaron bloqueadas sin poder regresar a sus casas.
"El edificio se sacudió durante dos minutos, que parecieron eternos, y empleados en la redacción agarraron sus cascos y se metieron debajo de sus escritorios. Ha sido el peor terremoto que sentí desde que llegué a Japón, hace más de veinte años", declaró Linda Sieg, corresponsal de Reuters en Tokio. "Los pasajeros de una línea del metro de Tokio gritaban y se tomaban de las manos. Las sacudidas eran tan fuertes que era difícil mantenerse en pie", relató Mariko Katsumura, periodista.
El sismo provocó lo que parecía imposible: que la moderna Tokio quedara paralizada. El metro y los trenes interrumpieron sus servicios y cientos de miles de personas quedaron varadas en el centro de la ciudad. La gente pasó la noche donde pudo: en los edificios públicos dispuestos por el gobierno, en hoteles o en cafés que permanecieron abiertos las 24 horas.
"No vi algo así en mi vida. No hay trenes, no hay gas, no hay taxis, no hay alimentos en los supermercados", contó una ama de residente en Tokio. Las redes telefónicas también colapsaron y más de cuatro millones de viviendas se quedaron sin electricidad.
El Ministerio del Interior reportó, además, unos 100 incendios en distintas ciudades del país, según el canal NHK. La televisión mostró imágenes de la provincia de Iwate, donde se podían ver calles completas con decenas de viviendas destruidas.
Las réplicas continuaban en todo el país. Se contaron 60 sólo en la jornada del viernes, cuatro de 7 grados o más en la escala de Richter. De madrugada, un nuevo terremoto de 6,6 grados sacudió las provincias de Nagano y Niigata, en el norte de Japón.
Con 339 habitantes y medio por kilómetro cuadrado, Japón es uno de los países más densamente poblados del mundo. Se asienta en el llamado Anillo de Fuego del Pacífico y los seísmos son relativamente frecuentes. Es uno de los más preparados para hacer frente a los terremotos, con normas de construcción muy estrictas, un protocolo de emergencia que paraliza los medios de transporte nada más producirse un terremoto y un código de respuesta que los japoneses conocen desde la infancia.
En este caso, no obstante, la magnitud del seísmo provocó cuantiosos daños personales y materiales, e interrumpió las comunicaciones en gran parte del país, sin que aún se haya determinado su verdadero alcance. Jefferies International Limited, un banco de inversiones global, calcula que las pérdidas totales se aproximan a los 10 mil millones de dólares.
El devastador terremoto de 8,9 grados de magnitud en la escala de Richter que sacudió Japón puede haber desplazado casi 10 centímetros el eje de rotación de la Tierra, según un estudio preliminar del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV).
El INGV, que desde 1999 ha estudiado los numerosos fenómenos sísmicos registrados en Italia, como el devastador terremoto en la región de Los Abruzos, el 6 de abril de 2009, explicó que el impacto del seísmo de Japón sobre el eje de la Tierra puede ser el segundo mayor del que se tiene constancia.
“El impacto de este suceso sobre el eje de rotación ha sido mucho mayor que el del gran terremoto de Sumatra de 2004 y probablemente es el segundo mayor, sólo por detrás del terremoto de Chile de 1960″, señala un comunicado.
El día también se volvió más corto debido al enorme terremoto. Richard Gross, geofísico de la NASA, calculó que la rotación de la tierra se aceleró en 1,6 microsegundos, que se debieron al cambio en la masa de la Tierra provocada por el sismo. Un microsegundo es una millonésima parte de segundo.
En la costa oeste de Estados Unidos, el oleaje generado por el maremoto japonés dejó el viernes cuatro heridos y un desaparecido. Ocurrió cuando cinco curiosos se acercaron a ver de cerca la anunciada llegada del tsunami. Cuatro fueron rescatados por equipos de salvamento en Oregón, pero una persona continuaba desaparecida en California. Lo ocurrido fue por imprudencia, al desoír las instrucciones de las autoridades, que pedían a la población que se alejara de las playas y los puertos en previsión de una subida inusual del nivel del mar.
Hasta la fecha, ningun gobierno latinoamericano había reportado víctimas por el terremoto y tsunami de Japón.
Estados Unidos, Rusia, Suiza y naciones miembros de la Unión Europea, entre otras, ya manifestaron su disposición de ayudar para superar la catástrofe. En un mensaje enviado por Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, subrayó que "Japón es uno de los países más generosos y uno de los grandes benefactores de ayuda en el mundo. Haremos todo lo que podamos para ayudarles en estos momentos".
Recopilación de informaciones realizada por Tania Quintero.
sábado, 12 de marzo de 2011
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Excelente.
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